El 1-0 ante el Atlético Malagueño dejó un sabor agridulce: el Recre sufrió más de la cuenta ante el colista y el Nuevo Colombino estalló contra su técnico. Pedro Morilla restó importancia al malestar de la grada y aseguró que su única preocupación es el rendimiento del equipo.
La victoria del Recreativo de Huelva ante el Atlético Malagueño (1-0) ha dejado más ruido del esperado. El marcador reflejó un triunfo que mantiene al Decano a solo un punto del liderato, pero el ambiente en el Nuevo Colombino contó otra historia: la de una afición impaciente, que acabó señalando a su entrenador entre silbidos y cánticos pidiendo su dimisión.
El partido, frente al colista de la categoría, se presentaba como una oportunidad para reconciliar al equipo con su público. Sin embargo, el conjunto de Pedro Morilla volvió a ofrecer una versión irregular, sin la solvencia que se le exige a un candidato al ascenso y a pelear por la primera posición. El tempranero gol que decidió el encuentro no sirvió para calmar los ánimos, y los minutos finales se hicieron eternos, con un rival, el colista del grupo, volcándose en la portería defendida por David Gil.
El pitido final trajo los tres puntos, pero también una sonora protesta desde la grada. Buena parte de los aficionados expresaron su descontento con la dirección del equipo, algo que se repite en las últimas jornadas pese a los resultados.
Ya en rueda de prensa, Pedro Morilla quiso restar importancia al episodio. Explicó que no había escuchado los cánticos porque estuvo concentrado durante los noventa minutos y evitó entrar en polémicas. Reiteró que «la afición es soberana» y por ello puede manifestarse como considere, centrando su discurso en el rendimiento y la actitud del grupo.
El triunfo permite al Recre asaltar la segunda plaza, pero la sensación general es que el resultado no basta para apaciguar el malestar de parte de una afición que no comulga con los planteamientos y palabras de Morilla. La grada pide en casa algo más que victorias ajustadas ante los equipos de la parte baja. El Decano suma, sí, pero el debate sobre el juego y el futuro de su entrenador sigue más vivo que nunca.
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