El negocio de las acreditaciones

La carrera docente universitaria se ha convertido en un salto de obstáculos no sólo por las crecientes exigencias que se les imponen a los profesores en materia de investigación sino también por el escandaloso aumento del negocio interno y externo que se alimenta del deseo de cumplimiento de esas exigencias.

El negocio de las acreditaciones

Huelva24

Huelva

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Es un ejemplo más de la mercantilización de todas las áreas de la vida a la que nos prestamos desde lo que debería ser un servicio gratuito y público de difusión del conocimiento. 

Sólo hay que echar un vistazo a los correos electrónicos que recibimos diariamente el personal universitario con anuncios de revistas donde publicar, congresos a los que asistir, revisores del inglés de los artículos, centros de investigación que reciben gustosamente visitantes, expertos que se ofrecen a cumplimentar en nuestro nombre aplicaciones, y todo ello por una cantidad de dinero nada despreciable que ha de ser satisfecha generalmente por los propios trabajadores, dados los escasos fondos que reciben las ciencias en este país. A este negocio de la acumulación de méritos nos empujan vehemente las administraciones del estado y las instituciones educativas y, cabe decir, que los profesionales sumisamente nos prestamos en una carrera por ver quién es más hábil o exitoso en el empeño. 

El tema de este mes viene motivado porque en estos primeros meses del año se han abierto diferentes procedimientos para acreditar méritos docentes, investigadores, de gestión y transferencia que repercutan en una mejora de los salarios de los docentes. Igualmente, de forma permanente y bajo mayor presión, los docentes sin una relación laboral estable con la Universidad han de acumular méritos para poder optar a afianzar en sus puestos, cuya adquisición requiere una considerable cantidad de dinero de su bolsillo. 

Pongamos algunos ejemplos. Mantener un currículum académico considerado bueno a un docente no funcionario (que actualmente son poco menos de la mitad de la plantilla de la UHU) le supone un gasto de varios miles de euros al año; entre asistencia a un par de congresos, uno de ellos al menos internacional, y alguna que otra traducción o revisión al inglés de un texto a publicar, amén de aquellas revistas que te cobran por evaluarte o por tener el texto en abierto. 

La academia anglosajona, en connivencia con empresas editoriales y de gestión de la información, ha desarrollado toda una industria que vive de su dominio lingüístico y de imposición de rankings sobre la llamada “producción” científica. Esta industria se vale del mantra de ofrecer un servicio necesario para medir la eficiencia del trabajo de los científicos y justificar así el colocarlos en los distintos escalones de la competición por conseguir más fondos y más gloria. Sin embargo, el proceso de establecimiento del impacto del trabajo académico de los investigadores está lleno de trampas. 

Nadie quiere quedarse atrás y así los académicos senior condicionan a los doctorandos y profesores más jóvenes para que les incluyan como coautores en sus trabajos. Ante un mercado científico competitivo las redes endogámicas y de favores se multiplican, porque ya se sabe que para publicar en las revistas colocadas arriba en los rankings hay que estar dentro de los circuitos marcados, al fin y al cabo, al mérito de hacer “buena” ciencia siempre hay que sumar el de tener los amigos adecuados. 

La puerta al éxito reside no sólo del soporte correcto donde publicar sino de que citen tu trabajo y para esto tiene que ser accesible al mayor número de lectores y destacar entre la multiplicidad de revistas, lo cual otra vez cuesta dinero. En numerosas ocasiones he comprobado una tendencia a que entre colegas se citen o, de forma más perversa, a que se concentren las citas en aquellos autores que más suenan porque se han potenciado mejor en los circuitos comerciales, y las citas a estos autores no siempre se ajustan a la lectura de su trabajo, son citas gratuitas que revelan la vacuidad con que se “produce” a menudo en la academia para poder seguir el ritmo impuesto.

En la Universidad de Huelva durante años hemos estado sufriendo la escasez de fondos de soporte a la investigación, tales como la falta de acceso a toda la gama de revistas especializadas. He de lamentar la experiencia de no poder acceder incluso a mis propios artículos publicados por el coste que para la institución supone la suscripción a esta u otra revista, todas ellas dentro del mercado.

 Cabe decir que en la actualidad se está realizando un notable esfuerzo por informar más y mejor al personal docente e investigador sobre los recursos existentes para la investigación, así como también hay cierta incidencia en la promoción de la actividad investigadora entre los estudiantes. Pero esta actividad se vincula a menudo a fuentes de financiación de empresas privadas, algunas del entorno empresarial onubense, que como bien dijo un profesor de la casa a sus alumnos “si criticas la actividad de la empresa, no te becan”, es decir que las líneas de investigación y los resultados de ésta quedan hipotecadas a merced de los designios del financiador. El peligro de hacer una ciencia rendida a las leyes de un mercado dictado por quienes ostentan el poder de determinar lo que vale y lo que no, o lo que está por encima de qué, es la sumisión a una visión concreta de la realidad, que se presenta como la única legítima, de modo que el carácter crítico y transformador de la acumulación de conocimiento y la reflexión se desvanece. 

Y luego la sociedad se pregunta por qué la Universidad ofrece escasas respuestas a los problemas y dota de pocas alternativas, entre otros, al galopante aumento de la destrucción ambiental y la desigualdad social. 

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación