el séptimo de comisaría

Sobre el arte y los productos aspiracionales

¿Estás preparando tu bolsillo para adquirir esa pintura con la que fantaseas desde hace años y que llenará ese espacio vacío de tu salón y ese huequito de tu corazón?

Sobre lo que te legitima como artista

Sobre El Fary y el arte blandengue

Sobre los especuladores del mercado del arte

La pulsera multiusos de Balenciaga H24

Jennifer Rodríguez-López

Punta Umbría

¿Habéis visto la pulsera de Balenciaga que es una cinta transparente de embalar y que cuesta unos tres mil euros? Resulta que la conocida firma de alta costura ha lanzado al mercado un brazalete con 'toita' la forma de dicho objeto con el nombre bien visible para poder pedirte por ella una fortuna, un riñón, tu primogénito... Eso que ya inventaron los montadores de exposiciones tras la clausura de la muestra es ahora un producto aspiracional.

Coleccionistas de arte y chimeneas H24

 

Y es que hay algunas marcas con las que quieres que la gente te relacione porque las admiras, porque para ti son sinónimo de estatus, o simplemente por postureo. Son muy caras, por lo que se codean con el lujo y lo exclusivo. Tesla, Chanel, Leica, Apple, Koipesol... Anhelas poseer uno, sueñas con ello y así se convierten en fetiches. Pero el quid de la cuestión es que cuando lo consigues (véase el último modelo de iPhone), el interés se evapora, porque somos así de imbéciles, y vuelta a empezar.

Un continuo deseo-demanda

Así funciona nuestra economía: un continuo deseo-demanda en el que las altas esferas te dicen qué codiciar, en qué invertir tus poquitos ahorros, en qué gastarte tus jurdeles. Si pareces rico, te convertirás en alguien respetado y envidiado. Con tu bolso Gucci pensarán que formas parte de la élite y con tu Rolex nuevito que brilla como siete soles a mediodía los dejarás 'escandilaos'. ¿Es el arte diferente en este sentido? Pues claro que no, ya que existen los artistas de marca. Esperad, mejor así: LOS ARTISTAS DE MARCA (imaginad vosotros las letras de neón, porfi).

«Fuimos a la galería Espacio 0 y nos enamoramos de un Nieves González que hemos puesto encima de la chimenea y queda chachi piruli»

Los coleccionistas de arte se pegan tortas (a veces literalmente) por conseguir determinadas piezas de determinados artistas, para luego poder decirles a sus amigos: «Tenemos un Jorge Hernández en nuestra casa de Marbella» o «Fuimos a la galería Espacio 0 y nos enamoramos de un Nieves González que hemos puesto encima de la chimenea y queda chachi piruli» (me hace gracia pensar que hablan así y quizás no me aleje mucho de la realidad...).

¿Ya tienes clara tu obra de arte aspiracional? ¿Estás preparando tu bolsillo para adquirir esa pintura con la que fantaseas desde hace años y que llenará ese espacio vacío de tu salón y ese huequito de tu corazón? Seguro que se te han venido algunos nombres a la cabeza, pero no olvides el gran consejo de Donald Trump: «Si de todos modos hay que pensar, más vale pensar a lo grande». Por eso yo aspiro a tener un Warhol. Y una chimenea, claro.

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