AL VACUNAR A SU ABUELA
“Nunca he estado más nerviosa por dar un pinchazo”
10.15 h. La enfermera de Bollullos del Condado, Miriam Raposo Clavijo, relata la emoción al poner la vacuna contra el coronavirus a su abuela octogenaria.

Concha llevaba semanas preguntándole, casi a diario: “¿Y a mí cuando me va a tocar?”. Se lo repetía una y otra vez a su nieta, la enfermera de la familia que suponía debía estar al tanto del calendario de vacunaciones contra el Covid en Bollullos del Condado.
Llegó el día y fue sorpresa para las dos. A la nieta, Miriam Raposo Clavijo, que participó en primera persona en el arranque de la campaña de vacunación en su pueblo, le pilló fuera del centro de salud de Bollullos. Estaba trabajando en domicilios, asistiendo de casa en casa cuando recibió la llamada de una compañera. “Vente para acá – le sugirió la voz al otro lado de la línea- que está aquí tu abuela y la vacuna se las a poner tú”.
Miriam casi corrió para llegar al centro de trabajo y se encontró con Concha (83 años) ya preparada, esperando turno. Vacunarla fue tan rápido como emotivo. “Nunca he estado tan nerviosa por dar un pinchazo”, se confiesa. Tanto fue así que los nervios del momento acabaron por derivar en sucesivos ataques de risas, de la abuela y de la nieta. Las risas conseguieron borrar las palabras que se pudieron decir en aquel momento (si las hubo).
La emoción y las carcajadas de la vacunación de la abuela contra el coronavirus durante la pandemia que en 2020 puso al mundo contra las cuerdas se han integrado ya en la historia de la familia. “Mi abuela estaba asustada por el virus, como todos los mayores, estaba deseando que le pusieran la vacuna y no ha tenido ninguna reacción”, comenta Miriam, sensibilizada con los mayores no sólo por los temores de Concha. Además de trabajar en el centro de salud, lo hace en el centro de ancianos Madre de Dios de Almonte. En esta crisis sanitaria le ha cogido la lucha contra el virus del lado del sector de población más vulnerable, el que se ha cobrado más víctimas mortales.
“Ha sido muy duro percibir su tristeza por estar encerrados, por no poder ver a sus familias… se descompensaban. Cuando empezamos a salir del peor de los momentos tras la primera oleada, volvieron los reencuentros con las familias, fue maravilloso, y ahora con la vacuna estamos viendo un poco de luz, parece que podríamos ver el final”, reflexiona.
A Miriam, su vocación sanitaria le llegó después de años de ejercer de mayor de la casa de sopetón, de la noche a la mañana. Fue cuando su familia y su pueblo saltaron a las primeras páginas de los periódicos y a las cadenas de televisión a mitad de los 90 del siglo pasado. Ella es la hermana mayor de los sextillizos de Bollullos, que revolucionaron todo su entorno cuando ella tenía poco más de dos años. “Mi calma entonces se rompió del tirón”, bromea.
“Todos están bien, con sus carreras y trabajando”. Y lo más importante en una situación de pandemia: la familia se ha mantenido a salvo del Covid.