COACHING PERSONAL
¿Quién quieres llegar a ser?
El medidor de nuestra felicidad va a marcar la distancia que existe entre lo que SOMOS y lo que QUEREMOS llegar a SER, y esa identidad que anhelamos la dibujamos con nuestras metas, anhelos, sueños e ideales. Esa felicidad, que cada persona debe definir y retratar libremente, pasa por un cambio de enfoque mirando a través de las gafas del bienestar,siendo fieles y leales a nuestros valores y decidir, sin presiones ni influencias,nuestra visión y misión de vida.

No vivimos aislados y nuestro entorno, con sus creencias y valores, nos encorseta, nos limita y nos empuja a vivir siguiendo determinados patrones. Nuestra identidad (cómo somos a día de hoy) está marcada por una serie de creencias preestablecidas marcadas por las “normas” socio-culturales. Lo establecido se da por válido y se convierte en ley, y en ese tenso camino nos perdemos bastante a menudo. Nos frustramos porque no conseguimos las metas que nos marcan desde fuera; nos sentimos obligados a seguir el camino de lo socialmente instituido, sin pararnos a pensar si es eso lo que realmente queremos. Sin darnos cuenta nos ponemos máscaras para ser aceptados, para estar integrados, para vivir una vida preestablecida (con sus miedos, sus inseguridades, sus logros y sus rutinas) porque es lo-que-se-supone-que-tienes-que-hacer. El cambio viene cuando nos cuestionamos su validez, cambiamos la perspectiva y nos damos cuenta de todos esos planteamientos irracionales o prejuicios que nos limitan o nos atemorizan. Se trata de concebir la realidad a través de lecturas positivas cambiando todo aquello que nos impide llegar a ser lo que realmente queremos.

Nos desprendemos de lo que nos obstaculiza, adquirimos nuevas competencias y conocimientos, clarificamos nuestros objetivos, nuestra línea de vida y TOMAMOS EL CONTROL dando lo mejor de nosotros mismos. Nos evaluamos para superar nuestros bloqueos mentales y, así, encontrar nuevas motivaciones y avanzar hacia nuestras metas. Es un proceso de cambio, en el que la crisis (un momento de duelo, frustración, suceso inesperado, el despertar de un engaño) no la afrontamos con miedo sino con la tranquilidad de aceptarla e integrarla como una posibilidad de crecimiento, de mejora, de transformación positiva que nos va a abrir un abanico de nuevas oportunidades. No tendremos problemas, tendremos retos.

Para seguir esa senda en nuestra mochila tendremos que llevar tres herramientas fundamentales: la motivación, la autoestima y la autoconfianza. La motivación tiene que ver con el mundo emocional y la necesidad de satisfacer una necesidad, alcanzar una meta; razones que nos empujen y nos animen a seguir avanzando. La autoestima, por otro lado, parte de la respuesta a “¿Quién Soy?” que, a su vez, marca nuestro nivel en el medidor de empoderamiento: creemos o no creemos en nosotros, nos apreciamos o no nos damos valor, tomamos consciencia de que somos únicos o nos autolimitamos. Con esa seguridad tendremos una actitud abierta al cambio, que nos llevará al crecimiento desde el autoconocimiento y el enfoque positivo, asumiendo y aceptando nuestras cualidades y defectos.
Y, por último, tenemos que llevar en esa mochila nuestra dosis de autoconfianza, que necesariamente tenemos que desarrollar. Y ¿cómo lo hacemos? Destruyendo los miedos, acabando con las creencias limitantes (que nos repetimos mentalmente), afrontar los conflictos internos no superados y suplir la falta de experiencias positivas (esto requiere un viaje profundo y sereno en nuestro interior). Y, por otra parte, teniendo una actitud abierta, fijando metas que podamos alcanzar, aprendiendo a controlar las emociones y los pensamientos negativos, y persistir en nuestros objetivos convirtiendo los problemas en oportunidades.

Y todo proceso de transformación supone asumir y enfrentarse a las dificultades. Pero como en nuestra mochila llevaremos la motivación, nuestra autoestima y la autoconfianza, tendremos las herramientas necesarias para afrontarlas. Se nos presentan desafíos, situaciones de incertidumbre que se generan al cambiar nuestra visión, al reconstruir nuestro YO, y nuestra forma de entender el mundo y de relacionarnos con él. Una ruptura con nosotros mismos que, una vez superada, nos proporcionará una serenidad interior, una seguridad plena y una gestión de las emociones que conformarán una nueva versión, mejorada, de nosotros mismos.

Si este planteamiento te convence, enhorabuena, sin darte cuenta acabas de comenzar tu andadura en el coaching… Ponte en marcha, busca a tu coach, llena tu mochila y ENCUÉNTRATE.