crítica 'tea rooms'
Hoja de reclamaciones
De la trama no se le escapa al espectador nada, aunque se quede dormido
Plana, lineal y predecible en grado sumo

Había interés por conocer la obra de una autora perdida en el maremágnum de la generación del 27, exiliada tras la guerra incivil del treinta y seis. Luisa Carnés está siendo ahora reivindicada por el feminismo y la memoria histórica. Ha sido Laila Ripoll la encargada de sacar del olvido a la militante comunista autora de Tea Rooms.
Mujeres obreras, con la versión y la puesta en escena de este salón de té en el que un grupo de empleadas en el establecimiento, se dirigen al público para recitar la conocida retahíla de los elementos fundamentales del materialismo histórico. Un viaje en el tiempo, un políticamente correcto retornar a la España republicana que hace ya un siglo vivía, o sufría más bien, los desperfectos económicos del crac del veintinueve, sumados a la desmoralización patria que siguió a la pérdida de las últimas colonias. Un desastre.
Teatro, lo que se dice teatro, no es. En puridad es un mitin decimonónico en el que se somete al público a repasar los beneficios de la lucha de clases. Hasta qué punto Laila Ripoll nos ofrece la mejor versión de la que se considera más brillante contribución de Luisa Carnés a la historia de la literatura española, no lo podemos juzgar con objetividad.
En principio los nombres que se nos vienen a la mente incluyen a ilustres pensadoras y escritoras, pertenecientes también a la generación del 27, como podrían ser Rosa Chacel, Josefina Carabias, María Teresa León, María Zambrano o Carmen Conde, pero la directora artística del Teatro Fernán Gómez del Centro Cultural de la Villa, de la villa de Madrid, ha elegido una pieza que, la verdad sea dicha, aunque se enfaden los conmilitones de Luisa Carnés, queda a estas alturas fuera de lugar.
Los problemas de la clase obrera los sufren ahora en sus carnes los licenciados con másteres y ceunos que no tienen dónde meter baza laboral, los que se asoman al supermercado con un billete de veinte euros y más moral que el Alcoyano, o los jubilados que con sus modestas pensiones tienen que mantener a hijos y hasta a nietos en el paro. Cada tiempo es un tiempo distinto. Y como muestra un botón, el de los propios comunistas que ya no se llaman comunistas y lanzan campañas electorales amables y a todo color. Los tiempos, qué quieren que les diga, cambian.
Un decorado mínimo, con la esbirra del capital monopolista aupada a un púlpito lateral, a la izquierda, claro está. Un paraíso en el foro desde el que se retrasmite lo que ocurre en el exterior de la siniestra pastelería, y un obrador en el que proliferan chinches, piojos y ratones. Todo esto en un salón de té de postín. No queremos ni pensar en cómo serían las tabernas del Madrid republicano.
De la trama no se le escapa al espectador nada, aunque se quede dormido. Plana, lineal y predecible en grado sumo. Las actrices, bien. Demasiado tienen con lo que tienen que llevar para adelante, una obra con menos emoción y sorpresas que el telediario de las tres.
Superado con creces el peaje progre de la directora artística del Teatro Fernán Gómez, auspiciado por el Ayuntamiento de Madrid, Laila Ripoll acaba de tener ahora en cartel y en el propio Centro Cultural de la Villa, la obra Mañanas de abril y mayo, de Calderón, seguro que más interesante y no necesariamente más actual, porque ahí tienen ustedes las grandes obras del teatro clásico, que es universal y atemporal, desde Aristófanes a nuestro siglo de Oro, alcanzando a Sartre o Arrabal que no pierden en absoluto su capacidad de sorprender y mostrarnos el mundo tal como era, es, e inevitablemente seguirá siendo, con sus desastres y sus penas, pero también con sus glorias o sus triunfos.
De momento a Huelva han enviado desde el foro una débil hoja de reclamaciones desarrollada en un salón de té, cutre y malvado. Qué se le va a hacer. La próxima igual tenemos más suerte.
Teatro Fernán Gómez - Centro Cultural de la Villa
TEA ROOMS, de Luisa Carnés. Dirección y versión: Laila Ripoll. Escenografía: Arturo Martín Burgos. Iluminación: Luís Perdiguero. Vestuario: Almudena R. Huertas. Música original: Mariano Marín. Elenco: Paula Iwasaki, María Álvarez, Elisabet Altube, Clara Cabrera, Silvia de Pe y Carolina Rubio.
Gran Teatro. Aforo: 600 localidades (Media entrada); 20 de mayo, 2023. Para lo aplaudidor que suele ser el público onubense, moderada ovación. De nuevo un público y un ambiente teatreros en la plaza Alcalde Coto Mora.