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Tamariz, el espectáculo es él
Este hombre no para. Dos horas transmitiendo buen rollo a un público diverso y divertido con sus cosas, con sus ocurrencias, pero sobre todo asombrado con sus trucos. Sabido es que nadie le supera en el arte del naipe, que lo maneja a su antojo, alcanzando lo nunca visto porque si se viera ya no sería lo mismo, ni magia ni ilusión ni por supuesto la ciencia de dominar la mente, que es saber en cada momento a qué está atendiendo el público para hacer sus jugarretas, rápido o más bien diestro como lo que es, el número uno.

Combinar además magia con buen humor, sin dramatismo alguno, porque aquí no se trata de cortar a la mitad a una bella ayudante, ni sumergirse en una cuba de agua, sino alcanzar el no va más con su última ocurrencia, doblar un naipe, que todo el mundo sabe lo que es eso, y hacer que el naipe no se haya doblado ni esté donde todo el mundo sabe que está, pero no. El equívoco, el desliz inaudito e incluso el truco más simple, son en la palabra y la acción teatral de Juan Tamariz, dignos de todo elogio.
Además de ser mago, es un artista el tío. Mantuvo dos horas al público en sus asientos embobados, felices y contentos por tener recorriendo pasillos y filas de butacas, tocándolo incluso y hasta besándolo por cuadriplicado, cada vez que al dueño y señor del Gran Teatro se le ocurría. Fantástico. Con una afonía que incluyó en el espectáculo y con setenta y cinco tacos de almanaque escondidos en la manga. Un fenómeno. No haría falta decir más. Juan Tamariz se ayuda de un mínimo escenario de escena –y es de suponer de un gasto en naipes formidable- para montar a su alrededor un espectáculo de altura. Claro, el espectáculo es él.
En esta última gira que anda regalando por España el trotamundos más conocido de la escena española, está acompañado de su actual esposa, la también maga colombiana Consuelo Lorgia –de estirpe ilusionista- y el argentino Alan, un amigo del alma que se sacó a saber de dónde nada menos que una bola de billar. Se supone que del pañolito azul, no, pero si no, a ver de dónde. No es de extrañar que el cómico e ilusionista, el as de la cartomagia, vaya llenando teatros allá por dónde vaya, le basta y sobra con el boca a boca de quienes tienen la suerte de verlo en directo, y él lo sabe. Eso también lo sabe. Al final del espectáculo, cuando el público, con una sonrisa de oreja a oreja, empieza a abandonar el patio de butacas, pero antes de que el primero pise el foyer, se oye una voz que desde los altavoces de escena hacen el último chiste, que no es otro que repetir lo que el respetable va comentando feliz: “qué bueno es este Juan Tamariz”. Es el último truco, adivinar lo que está pensando y diciendo el público, que es muy bueno y que lo sabe todo. Pues bien, ya lo saben, si no lo han visto aún en directo y tienen la oportunidad de verlo, no lo duden, acudan prestos al teatro que sea y prepárense para pasar dos horas la mar de divertidas y, oiga, asombrosas. Pura delicia.
MAGIA POTAGIA Y AÚN MÁS de Juan Tamariz, acompañado del mago Alan y Consuelo Lorgia.
Gran Teatro de Huelva. Aforo: 640 localidades (Lleno hasta la bandera de público, de risas y de sorpresas); 5 de diciembre, 2018.