Que Salmerón haga lo que le salga de las narices
Cuando este lunes en la tertulia de Ser Deportivos Huelva solté esa frase, segundos después pensé que quizás me había pasado con el tono con el que la dije. Pero horas después, y analizándolo fríamente, no sólo es que no me arrepienta de lo dicho sino que lo resalto aún con más hincapié: Salmerón es el máximo responsable de la machada realizada por el Decano en los cuatro últimos meses. Sin quitarle mérito a directiva, jugadores, afición y director deportivo, lo del míster es para quitarse el sombrero.
Que haga lo que quiera, porque es que todo lo que hace le ha salido a la perfección. Que cambia de sistema antes o en el transcurso de un partido, acierta. Que deja a un pilar básico en el banquillo, acierta. Que coloca como titular a un futbolista que llevaba tiempo sin protagonismo, acierta. Cuando el twitter oficial del Recre coloca las alineaciones minutos antes de que comiencen los encuentros, más de una vez la mayoría (quien no lo reconozca no está siendo del todo sincero) nos hemos echado las manos a la cabeza con las dos o tres variaciones que habitualmente hace Salmerón. Pero es que un par de horas después tenemos que agachar la cabeza y rendirle pleitesía al buen estratega almeriense.
Puede caer mejor o peor y lógicamente no estoy yo aquí para sentar cátedra y cada uno tendrá su opinión sobre el técnico del Recre. Faltaría más. Pero lo que no me negaran es que ha sido un hombre de club, por como llevó el vestuario en los meses de penurias económicas (no cobraba ni Dios) y de pésimas instalaciones para entrenar (algo que todavía no está ni mucho menos solventado), y que en lo deportivo la trayectoria del equipo es para renovarle a la voz de ya. A él y lógicamente también a Óscar Carazo, aunque esa ya es otra historia y otra batalla con connotaciones bien distintas que ya llegará el momento de abordar.
Ejemplos hay miles a la hora de demostrar que Salmerón es de los técnicos que mejor conocen el grupo IV de Segunda B. Aquí no descubro yo ahora la pólvora. Cuando Pablo Andrade se encontraba en un gran momento de forma, pasó a estar en el banquillo en varios partidos y su papel como revulsivo le vino a las mil maravillas al equipo para darle oxígeno en los minutos finales y aprovechar su velocidad y calidad para sorprender a los rivales. Cuando Marc Caballé y Carlos Martínez podrían correr el riesgo de deprimirse y de verse tocados anímicamente porque debido a sus respectivas lesiones no han podido demostrar en Huelva todo el fútbol que llevaban dentro, Salmerón les concedía minutos incluso como titulares en partidos puntuales para que pudieran sentirse tan importantes como el resto de los integrantes del plantel. Cuando Diego Jiménez parecía ya relegado al rol de cuarto central, va el míster del Decano y coloca al zamorano de inicio en dos partidos importantes, frente al Talavera y el Sevilla Atlético, en los que ha sido clave. No le dolieron prendas en sentar en ambos a una vaca sagrada como Iván González o en quitar también el domingo pasado a Alberto Ródenas pese a que el club corre el riesgo de ser penalizado económicamente si el delantero alicantino no cumple un mínimo de partidos jugados. A eso se le llama personalidad. Y que se atreva alguien a rechistarle con los números en la mano.
Un acierto su fichaje. Es difícil oir a un jugador de la plantilla de esta temporada hablar mal de Salmerón en público o incluso en privado. Y su discurso en rueda de prensa no sólo es natural y convincente, sino que también lleva el matiz añadido de la cautela y la paciencia y tranquilidad, algo tan necesario con el estrés diario y la presión del fútbol que hay aquí en Huelva en los últimos años. En ‘petit comité’ el discurso y los objetivos estaban más que claros. Vino a ascender, a ser ambicioso y a por todas. Pero de cara al público hay que saber vender humildad y no hacer ruido. Y esa baza de la experiencia creánme que no es nada fácil que un entrenador la tenga. Perro viejo donde los haya el almeriense. Ahí está su currículum. Repito que no invento la pólvora en este artículo. Estoy entre las obviedades y el elogio. El más que merecido elogio y agradecimiento pase lo que pase ya en lo que resta de temporada.
Por último, me gustaría volver a quitarme el sombrero con el papel de la afición onubense el domingo en Sevilla y destacar la casta y coraje de todo el equipo pero quedándome con los nuestros. Bravo por Caye Quintana porque hay que tener bemoles para tirar ese penalti en ese minuto. Se partió además literalmente la cara con varios defensas rivales. Bravo por Víctor Barroso por saltar al campo con esas ganas. Todo corazón. Qué jugador. Qué calidad tiene y cómo contagió al equipo y encendió a la grada en el momento en el que había que hacerlo. Es uno de mis ojitos derechos. Y bravo por Alberto Quiles. Posiblemente fue su mejor partido de la temporada. Adoptó el rol que en los últimos meses había tenido el ausente por lesión Iago Díaz. Desparpajo, verticalidad toque, sensación constante de peligro y por fin dejando claro que es un futbolista de categoría superior. Era el fichaje que más ilusionaba para esta temporada. A mí al menos. Ha alternado sombras y luces pero va para figura y su aportación puede ser fundamental para lograr el ansiado ascenso. Como dé un paso adelante, este equipo va a ver unida a su habitual solvencia defensiva una descomunal y variada cantidad de argumentos ofensivos para noquear a cualquiera.