Carta al director
¿Por qué no podemos tener un aparato de 'electroshock' en Huelva?
Por fin han vuelto las aguas a su cauce. Gracias a dios mi marido vuelve a estar en casa con nosotros, recuperado. Y la familia vuelve a respirar. Ha sido un proceso muy duro y largo, entre un hospital y otro.
La recuperación no hubiera sido posible sin dos elementos igual de importantes: el valor humano y profesional del personal sanitario y la terapia a la que finalmente tuvimos acceso después de mucho batallar. Demasiado tiempo para conseguir un tratamiento que ha sido vital para su recuperación.
Mi marido sufre una enfermedad mental que se ha ido agudizando con los años. Y como todas las enfermedades mentales, al sufrimiento propio de la patología se le suma el del estigma. Quizá este estigma sea una de las causas por las que se preste menos atención a estos enfermos, que muchas veces se les da por perdidos con demasiada antelación y prisa y probablemente por ello el acceso a una terapia adecuada sea tan difícil. Y eso que en mi caso, que soy enfermera, por mi profesión tengo un conocimiento del tema algo más profundo que la media sobre este asunto.
A pesar de que este escrito haya empezado con un tono de protesta, que no puedo disimular por lo duro que ha resultado todo el proceso, debo aclarar que tengo también el objetivo de dar las gracias y concienciar.
Quiero agradecer a todo el personal sanitario y administrativo de los hospitales Juan Ramon Jimenez de Huelva y Virgen Macarena de Sevilla por su importante labor, su personal hace grande la sanidad andaluza; a las doctoras Mercedes Guzmán y Carmen Carrero de Huelva y a Sergio González Garrido de Sevilla, que finalmente aplicó el tratamiento del 'electroshock' .
Quiero hacerme eco, a través de mi experiencia, de la absoluta necesidad de una mayor concienciación sobre las enfermedades mentales, que por ser menos tangibles, más abstractas y difíciles de asimilar, arrastran una doble carga de sufrimiento.
Tanto enfermos como familiares de este tipo de patologías que me estén leyendo, sabrán que los sentimientos de empatía, paciencia y cariño se dan con bastante más dificultad en estos casos. Por eso no puedo evitar volver de nuevo a mi reclamación inicial: es imprescindible y necesario que en Huelva podamos tener acceso a esta terapia. Gracias a este tratamiento mi marido y toda la familia hemos podido recuperar nuestra vida normal en cuestión de dos semanas. Pudiendo alternar su ingreso en el hospital con periodos de reposo en casa.
E insisto en la importancia de tener esta terapia a nuestro alcance en Huelva porque cuanto más tiempo se tarda en aplicar mayor es el sufrimiento y deterioro del paciente y menos probabilidad de éxito tienen los resultados. Aclarando, por su puesto, que siempre que esta terapia este previamente prescrita por un facultativo. Como comenté antes, gracias a que conozco con más profundidad los mecanismos burocráticos que se dan en los hospitales el proceso ha sido algo más ágil, y hago hincapié en esto no por hacer alarde, sino por resaltar la situación de desconocimiento y vulnerabilidad a la que se tienen que enfrentar la mayoría de personas en casos similares.
Estoy convencida de que grano a grano se hace una montaña. Que reivindicaciones en primera persona como la mía son necesarias para conseguir mejorar nuestras condiciones de vida e iluminar el conocimiento sobre las enfermedades mentales. ¿Por qué no podemos tener este bendito aparato de 'electroshock' en Huelva, si por suerte contamos con un personal médico convenientemente formado para poder aplicarlo?
Cele Díaz