En homenaje a los cabezos

Recientemente hemos leído la noticia del homenaje a una señora, a una persona del pueblo, sencilla, trabajadora, humilde y solidaria con todos aquellos que solicitaban su ayuda

El cabezo de Mundaka h24

Se llamaba Carmen, apodada 'Cántaros'. Extrañamente, a todos nos conmovió hondamente por su grandeza conocer a través de la lectura los hechos de esta vida ejemplar.

Este acto es comparable para nosotros con el que pueda merecer una plaza de un lugar cualquiera, una Virgen, que incluso se las ha distinguido con una medalla, un personaje destacado o humilde cualquiera que ha salvado a una persona en peligro de muerte, un equipo de futbol, un mecenas que ha apostado sus recursos al progreso de una comunidad, por citar sólo algunos en los que personas u otros sujetos dignos, han sido reconocidas por sus cualidades o por sus nobles gestos.

Pero nosotros nos preguntamos si es merecedor también de un homenaje, el que se pueda dedicar también, por ejemplo, a los cabezos.

Realmente un cabezo no es una entelequia. Lo que llamamos 'cabezos' en nuestra ciudad, tienen vida, no carecen de esencia, es sustancia, es algo que forma y ha formado parte de nuestras vidas desde hace milenios y son tan importantes que en sus laderas se acunó el nacimiento de nuestra ciudad, de Huelva; en definitiva, nos acompañaron desde nuestra niñez, y aún hoy, visibles y enhiestos, están ahí diciéndonos que existen, que nos pueden ayudar a soportar las penalidades, principalmente naturales, que ya afectan nuestra vida cotidiana, y de las que están por llegar.

«Lo que llamamos 'cabezos' en nuestra ciudad, tienen vida, no carecen de esencia, es sustancia, es algo que forma y ha formado parte de nuestras vidas desde hace milenios»

¡Cuántas personas recordarán aún a los cabezos cuando eran refugio habitacional, sobre todo en tiempos de tristeza y penuria! Ellos prestaron cobijo en épocas pasadas y aquella interrelación, aquellas vivencias constituyeron lazos que han perdurado hasta hoy en día.

Sin embargo, siempre hay algo que oscurece el futuro y nos llena de incertidumbre y desasosiego. En este caso concreto, una parte esencial, emblemática, de nuestro patrimonio natural y cultural del Sistema de Cabezos de Huelva, Monumento Natural de Andalucía, aunque se quiera negar esta calificación, está a punto de ser engullido por la codicia de muchos e inoperancia y estupidez o insensatez de otros, que son los que deberían haber cuidado y defendido la continuidad de esas moles que tanto encierran, limpiándolos y adecentándolos para el disfrute de todos los onubenses.

Los cabezos a los que nos referimos son el cabezo de La Joya, el cabezo de Mundaka y el de Roma. Este plan destructor al que aludimos antes, ideado e inducido por el Ayuntamiento anterior con la connivencia de la Junta de Andalucía, puede reducir a la mínima expresión estos ejemplares de naturaleza viva de manera inminente y con ello provocar la desaparición de los yacimientos arqueológicos de la necrópolis de La Joya, siglo VI a. C. Aquellos que han llevado a cabo semejante plan estarán orgullosos y relamiéndose por los beneficios producto de su codicia. Por otra parte, han desoído todo tipo de informes en contra de las más diversas instituciones de absoluta solvencia científica, de personas altamente cualificadas y de miles de alegaciones ciudadanas, desdeñando en realidad el valor cultural de este enclave considerado de extraordinaria importancia para el estudio del mundo tartésico.

No obstante, esta turba (obviamos propietarios) podría llevarse una sorpresa si el pueblo, consciente de tamaña aberración urbanística se rebelase mostrando claramente su desacuerdo con los planes concebidos por unos cuantos personajes para los que nada significa haber vivido aquí,

«Esta turba podría llevarse una sorpresa si el pueblo se rebelase mostrando claramente su desacuerdo con los planes concebidos por unos cuantos personajes para los que nada significa haber vivido aquí, ser de Huelva»

ser de Huelva y disfrutar de una ciudad diferenciada y diferente por su fisonomía tan singular e inigualable. Los cabezos, en su devenir histórico han moldeado nuestra ciudad y una forma de ser de sus habitantes que no pueden dar la espalda ahora a la amenaza qué se cierne sobre ellos.

Aunque las máquinas están al acecho, a punto de atacar y arrasar una de nuestras señas de identidad más reveladora, la movilización rápida y rotunda del pueblo es lo único capaz de impedir tan disparatado atropello. Hoy son los cabezos los que llaman la atención por la rentabilidad qué pueden producir a los insinuados mercaderes. Mañana, puede ser uno de nuestros rincones más preciados o monumento irrepetible, los que atraigan intereses espurios sobre ellos y pongan en peligro la identidad de Huelva.

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