El acantilado dunar más alto de Europa, entre Matalascañas y Mazagón, en peligro: «Su frente costero retrocede cada año entre medio metro y un metro»
El Ayuntamiento de Almonte se suma a las llamadas de alerta de expertos y residentes y apuntan al espigón de Juan Carlos I como uno de los principales factores en contra
Las redes sociales han servido en esta ocasión para dar altavoz a un problema grave que sufre el litoral de Almonte. Desde hace varios meses se han difundido imágenes y vídeos de cómo se está cayendo el acantilado que sostiene la zona conocida como Rancho Pichilín, entre Matalascañas y Mazagón. Algunas de las casas afectadas cuelgan semiderruidas al filo de un precipicio de arena que se está desmoronando poco a poco.
Huelva24 ha abordado este asunto entrevistando a expertos y al colectivo que representa a los vecinos de Matalascañas. El Ayuntamiento de Almonte también se suma a las llamadas de alerta ante una situación que parece irrevocable. Lo dramático de esta cuestión es que hablamos de un monumento natural, declarado como tal en 2001 por su valor geológico y paisajístico. Se trata del acantilado dunar más alto de Europa, de nombre Asperillo, que además forma parte del entorno de Doñana: «Su frente costero retrocede cada año entre medio metro y un metro, como consecuencia de la erosión agravada por actuaciones humanas y por la alteración del transporte natural de arenas a lo largo de la costa«, señala un comunicado del Consistorio almonteño.
Desde el Ayuntamiento de Almonte aseguran que diversos informes técnicos y ambientales apuntan al espigón Juan Carlos I, en la costa de Huelva, como uno de los principales factores que interrumpe el flujo natural de sedimentos hacia el sur. Por ese motivo, la Administración local considera necesario revisar de forma crítica su impacto real, ya que la retención de arena al norte del espigón está afectando a tramos costeros de Matalascañas y al propio acantilado del Asperillo.
Vista desde el ancantilado de la playa de Matalascañas
alberto díaz
Sobre las viviendas de la zona del Rancho Pichilín, desde el Ayuntamiento confirman que algunas son residencia habitual de familias que han tenido que levantar muros o defensas provisionales para frenar el avance del mar. Para ellos, el Gobierno local reclama que se les reconozca su situación por parte de las administraciones competentes y que se les equipare «a los denominados refugiados climáticos».
El proyecto del Ministerio para la Transición Ecológica (MITECO) para regenerar la zona con el aporte de 700.000 metros cúbicos de arena y la remodelación de nueve espigones es insuficiente tanto para vecinos como el propio Ayuntamiento. «Aportar arena no puede ser una solución indefinida cuando la dinámica costera sigue interrumpida». En esa línea, reclaman que el ministerio revise el efecto del espigón Juan Carlos I y apele por soluciones estructurales en lugar de medidas paliativas.
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