87 ANIVERSARIO

Marga Gil, la niña prodigio que acabó suicidándose por Juan Ramón

El Ayuntamiento de Moguer ha querido traer a la memoria el recuerdo de Marga Gil Roësset, una artista prodigiosa que se quitó la vida a los 24 años por un amor imposible, el que sentía por el poeta moguereño Juan Ramón Jiménez. Hoy se cumplen 87 años.

Marga Gil, la niña prodigio que acabó suicidándose por Juan Ramón

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Gil Roësset fue una niña prodigio. A los siete años ya mostraba una extraordinaria capacidad para el dibujo. Es de esta edad la obra más temprana que se conserva de ella, un cuento que escribió e ilustró para su madre. Pero este talento queda patente con la publicación en 1920 de un cuento de su hermana titulado 'El niño de oro', primorosamente ilustrado por ella.​

En 1923, en París, ambas hermanas publicaron otro cuento, Rose des Bois. Marga tenía 15 años en ese momento y ya había alcanzado la maestría. Fue entonces cuando dio un giro absoluto y empezó a dedicarse a la escultura. Su madre siempre había querido rodear a sus hijas con lo mejor y siguiendo esta línea la llevó a Victorio Macho, escultor español, precursor de la escultura contemporánea española, que se negó a darle clase por miedo a estropear su talento. Fue, por tanto, completamente autodidacta y, quizá por eso, no se le pudieron encontrar influencias. Los críticos coincidían en que era única, distinta, genial. En palabras de José Francés, como escultora “Marga ES”.

Marga Gil, la niña prodigio que acabó suicidándose por Juan Ramón

En 1930, a los 22 años, presentó un Adán y Eva a la Exposición Nacional y fue un clamor. Nadie se explicaba cómo era posible que Marga Gil Roësset pudiese esculpir así.

Marga Gil Roësset y su hermana Consuelo eran admiradoras de Zenobia Camprubí, conocida por ser traductora del poeta bengalí Rabindranath Tagore, que coincidía que estaba casada con Juan Ramón Jiménez. En 1932, en un recital de ópera, Marga Gil Roësset y el matrimonio fueron presentados por la austríaca Olga Bauer-Pilecka. La escultora quedó enamorada del poeta. Por otra parte decidió de inmediato hacer un busto de su admirada Zenobia. Debido a su gran juventud nunca creyó que llegaría lejos porque nadie la tomaría en serio.

Destino fatal

Se unieron diversos factores (falta de confianza, su juventud y un amor arrebatado e imposible hacia Juan Ramón Jiménez), que la hacían infeliz y decidió suicidarse. No lo leas ahora. Estas fueron las últimas palabras que Marga dijo a Juan Ramón mientras le dejaba una carpeta amarilla que contenía su diario:

«…Y es que…

ya no puedo vivir sin ti

no… ya no puedo vivir sin ti…

tú, como sí puedes vivir sin mí

debes vivir sin mí…».

Marga Gil se había enamorado perdidamente del poeta, de quien le separaban 27 años. Ese amor colonizó su vida y marcó su trágico final. 

No lo leas ahora. Juan Ramón le hizo caso y ya para siempre esa sombra cubrió su corazón. El 28 de julio de 1932 Marga salió del despacho del escritor para cumplir el destino que se había marcado. Se pegó un tiro en la sien a la edad de 24 años ese mismo día a las seis de la tarde:

«En la muerte, ya nada

me separa de ti… sólo la muerte

sólo la muerte, sola… y,

es ya… vida ¡tanto más cerca así

muerte… cómo te quiero!».

Antes de quitarse la vida, la joven pintora y escultora a la que Juan Ramón y Zenobia llamaban cariñosamente ‘la niña’, fue a su taller para destruir todas sus esculturas, todas menos el busto que le hizo a Zenobia, por la que siempre sintió una sincera y afectuosa amistad.

Marga Gil, la niña prodigio que acabó suicidándose por Juan Ramón

 «Zenobita… vas a perdonarme…

¡Me he enamorado de Juan Ramón! (…)

perdóname Azulita… por lo que si él quisiera yo habría hecho».

 Gil Roësset fue una niña prodigio. A los siete años ya mostraba una extraordinaria capacidad para el dibujo. Es de esta edad la obra más temprana que se conserva de ella, un cuento que escribió e ilustró para su madre. Pero este talento queda patente con la publicación en 1920 de un cuento de su hermana titulado 'El niño de oro', primorosamente ilustrado por ella.​En 1923, en París, ambas hermanas publicaron otro cuento, Rose des Bois. Marga tenía 15 años en ese momento y ya había alcanzado la maestría. Fue entonces cuando dio un giro absoluto y empezó a dedicarse a la escultura. Su madre siempre había querido rodear a sus hijas con lo mejor y siguiendo esta línea la llevó a Victorio Macho, escultor español, precursor de la escultura contemporánea española, que se negó a darle clase por miedo a estropear su talento. Fue, por tanto, completamente autodidacta y, quizá por eso, no se le pudieron encontrar influencias. Los críticos coincidían en que era única, distinta, genial. En palabras de José Francés, como escultora “Marga ES”. En 1930, a los 22 años, presentó un Adán y Eva a la Exposición Nacional y fue un clamor. Nadie se explicaba cómo era posible que Marga Gil Roësset pudiese esculpir así. Marga Gil Roësset y su hermana Consuelo eran admiradoras de Zenobia Camprubí, conocida por ser traductora del poeta bengalí Rabindranath Tagore, que coincidía que estaba casada con Juan Ramón Jiménez. En 1932, en un recital de ópera, Marga Gil Roësset y el matrimonio fueron presentados por la austríaca Olga Bauer-Pilecka. La escultora quedó enamorada del poeta. Por otra parte decidió de inmediato hacer un busto de su admirada Zenobia. Debido a su gran juventud nunca creyó que llegaría lejos porque nadie la tomaría en serio. Destino fatalSe unieron diversos factores (falta de confianza, su juventud y un amor arrebatado e imposible hacia Juan Ramón Jiménez), que la hacían infeliz y decidió suicidarse. No lo leas ahora. Estas fueron las últimas palabras que Marga dijo a Juan Ramón mientras le dejaba una carpeta amarilla que contenía su diario: «…Y es que…ya no puedo vivir sin tino… ya no puedo vivir sin ti…tú, como sí puedes vivir sin mídebes vivir sin mí…». Marga Gil se había enamorado perdidamente del poeta, de quien le separaban 27 años. Ese amor colonizó su vida y marcó su trágico final.  No lo leas ahora. Juan Ramón le hizo caso y ya para siempre esa sombra cubrió su corazón. El 28 de julio de 1932 Marga salió del despacho del escritor para cumplir el destino que se había marcado. Se pegó un tiro en la sien a la edad de 24 años ese mismo día a las seis de la tarde: «En la muerte, ya nadame separa de ti… sólo la muertesólo la muerte, sola… y,es ya… vida ¡tanto más cerca asímuerte… cómo te quiero!». Antes de quitarse la vida, la joven pintora y escultora a la que Juan Ramón y Zenobia llamaban cariñosamente ‘la niña’, fue a su taller para destruir todas sus esculturas, todas menos el busto que le hizo a Zenobia, por la que siempre sintió una sincera y afectuosa amistad.  «Zenobita… vas a perdonarme… ¡Me he enamorado de Juan Ramón! (…) perdóname Azulita… por lo que si él quisiera yo habría hecho». Su muerte destrozó a tres generaciones de su familia (a sus padres, a sus hermanos y a sus sobrinos). En 1933 se publicó un libro póstumo de canciones, con texto en francés y español de su hermana Consuelo, música de su cuñado, José María Franco, y tres ilustraciones suyas, una de las cuales se supone que fue imitada en Le petit prince de Antoine de Saint-Exupéry. Juan Ramón Jiménez quedó impresionado por el hecho, al que dedicó varios poemas, y consagró a la autora una de las semblanzas literarias contenidas en sus Españoles de tres mundos. Fuente: Ayuntamiento de Moguer / Wikipedia

 Gil Roësset fue una niña prodigio. A los siete años ya mostraba una extraordinaria capacidad para el dibujo. Es de esta edad la obra más temprana que se conserva de ella, un cuento que escribió e ilustró para su madre. Pero este talento queda patente con la publicación en 1920 de un cuento de su hermana titulado 'El niño de oro', primorosamente ilustrado por ella.​En 1923, en París, ambas hermanas publicaron otro cuento, Rose des Bois. Marga tenía 15 años en ese momento y ya había alcanzado la maestría. Fue entonces cuando dio un giro absoluto y empezó a dedicarse a la escultura. Su madre siempre había querido rodear a sus hijas con lo mejor y siguiendo esta línea la llevó a Victorio Macho, escultor español, precursor de la escultura contemporánea española, que se negó a darle clase por miedo a estropear su talento. Fue, por tanto, completamente autodidacta y, quizá por eso, no se le pudieron encontrar influencias. Los críticos coincidían en que era única, distinta, genial. En palabras de José Francés, como escultora “Marga ES”. En 1930, a los 22 años, presentó un Adán y Eva a la Exposición Nacional y fue un clamor. Nadie se explicaba cómo era posible que Marga Gil Roësset pudiese esculpir así. Marga Gil Roësset y su hermana Consuelo eran admiradoras de Zenobia Camprubí, conocida por ser traductora del poeta bengalí Rabindranath Tagore, que coincidía que estaba casada con Juan Ramón Jiménez. En 1932, en un recital de ópera, Marga Gil Roësset y el matrimonio fueron presentados por la austríaca Olga Bauer-Pilecka. La escultora quedó enamorada del poeta. Por otra parte decidió de inmediato hacer un busto de su admirada Zenobia. Debido a su gran juventud nunca creyó que llegaría lejos porque nadie la tomaría en serio. Destino fatalSe unieron diversos factores (falta de confianza, su juventud y un amor arrebatado e imposible hacia Juan Ramón Jiménez), que la hacían infeliz y decidió suicidarse. No lo leas ahora. Estas fueron las últimas palabras que Marga dijo a Juan Ramón mientras le dejaba una carpeta amarilla que contenía su diario: «…Y es que…ya no puedo vivir sin tino… ya no puedo vivir sin ti…tú, como sí puedes vivir sin mídebes vivir sin mí…». Marga Gil se había enamorado perdidamente del poeta, de quien le separaban 27 años. Ese amor colonizó su vida y marcó su trágico final.  No lo leas ahora. Juan Ramón le hizo caso y ya para siempre esa sombra cubrió su corazón. El 28 de julio de 1932 Marga salió del despacho del escritor para cumplir el destino que se había marcado. Se pegó un tiro en la sien a la edad de 24 años ese mismo día a las seis de la tarde: «En la muerte, ya nadame separa de ti… sólo la muertesólo la muerte, sola… y,es ya… vida ¡tanto más cerca asímuerte… cómo te quiero!». Antes de quitarse la vida, la joven pintora y escultora a la que Juan Ramón y Zenobia llamaban cariñosamente ‘la niña’, fue a su taller para destruir todas sus esculturas, todas menos el busto que le hizo a Zenobia, por la que siempre sintió una sincera y afectuosa amistad.  «Zenobita… vas a perdonarme… ¡Me he enamorado de Juan Ramón! (…) perdóname Azulita… por lo que si él quisiera yo habría hecho». Su muerte destrozó a tres generaciones de su familia (a sus padres, a sus hermanos y a sus sobrinos). En 1933 se publicó un libro póstumo de canciones, con texto en francés y español de su hermana Consuelo, música de su cuñado, José María Franco, y tres ilustraciones suyas, una de las cuales se supone que fue imitada en Le petit prince de Antoine de Saint-Exupéry. Juan Ramón Jiménez quedó impresionado por el hecho, al que dedicó varios poemas, y consagró a la autora una de las semblanzas literarias contenidas en sus Españoles de tres mundos. Fuente: Ayuntamiento de Moguer / Wikipedia

Fuente: Ayuntamiento de Moguer / Wikipedia

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