Nueva novela de José María Rodríguez

Una deliciosa historia de amor

'la tara de las palabras'

Tras 'Navaja', 'Diario de Juan Marioneta' y 'En voz queda', vuelve a centrarse en los olvidados, esos que tan a la ligera llamamos perdedores

En absoluto se ha perdido el docente que el autor sigue siendo, haciéndonos ver el tesoro que tenemos delante de nuestras narices

José María Rodríguez h24

bernardo romero

José María Rodríguez López dejó las aulas de la universidad tras un largo periplo impartiendo clases a los futuros docentes en Ciencias de la Educación. Estuvo primero en la Hispalense y en la Onubense después, para finalmente retirarse a la playa y dedicarse a una pasión hasta hace pocos años insatisfecha, la de escribir.

Hace tiempo que nos sorprendió con 'Navaja', una novela en la que escribe con celebrada pulcritud y decisión la realidad de una sociedad que, antes como ahora, pocos son quienes se atreven siquiera a vislumbrar. Ahora vuelve con otro trabajo a tener en cuenta, esta vez editado con el celebrado sello malagueño Círculo Rojo y que ha titulado 'La tara de las palabras', novela apta para la meditación y para el placer de leer una buena y comprometida literatura.

Del doctor Rodríguez López encontraréis en las solapas del libro sucinta pero suficiente información, tanto sobre su carrera profesional como sobre su obra publicada, la científica y ahora la puramente narrativa. No es el primero que me encuentro con esta manera de proceder. En la tardía pero fecunda obra de José María tenemos la ya mentada 'Navaja' y otras novelas o regalos como 'Diario de Juan Marioneta', un libro ilustrado que editó la asociación de familiares de enfermos de Alzheimer con objeto de recaudar fondos para sostener la impagable tarea de esta asociación. Ahora, con 'La tara de las palabras', pensábamos iba a cambiar de registro, o en todo caso que iba a colorear el papel de otra manera, pero no. Vuelve a centrarse en los olvidados, esos que tan a la ligera llamamos perdedores, gente corriente que pasa a nuestro lado sin que lo podamos notar. A no ser que esté ahí un escritor como José María Rodríguez para darnos un leve y prudente toque en el hombro. En esta ocasión y después de su último trabajo, 'En voz queda', pudiera

Vuelve a centrarse en los olvidados, esos que tan a la ligera llamamos perdedores, gente corriente que pasa a nuestro lado sin que lo podamos notar

parecer que hay un cambio, un momento mínimo en el que triunfa el amor, muy carnal, y los protagonistas del relato podrían parecer ganadores. Pero este Schopenhauer que tenemos aquí, que cuando sonríe mira para abajo, como si le diera vergüenza que los demás le veamos feliz, como si fuéramos tontos y no nos diéramos cuenta de cómo es él y a qué dedica el tiempo libre, está empeñado en hacernos girar la cabeza para que veamos que hay mucho perdedor de los que aprender a vivir. A vivir mejor, por supuesto. Ahí está la singularidad de la obra de José María Rodríguez, López, en su realismo, no en su aparente pesimismo. Lo de Schopenhauer, como comprenderán, era un chiste fácil.

En absoluto se ha perdido el docente que sigue siendo, haciéndonos ver el tesoro que tenemos delante de nuestras narices. Nietzsche ya explicaba todo esto en 'El nacimiento de la tragedia'. Los dioses, tan humanos como eran antes de la llegada de las religiones monoteístas del Oriente Próximo, sufrían y se dejaban retratar en los teatros mientras el coro iba relatando las desventuras, las tremendas situaciones y hasta las desgracias por las que pasaban. Y si todos esos terribles trances eran comunes a los dioses, nosotros, pobres mortales, cuán afortunados no somos en consecuencia.

'La tara de palabras', nos sitúa ante un espejo que, como la pequeña Alicia Liddell, debemos traspasar para ver y entender el mundo tal como es. José María igual se viste de Tweedledum y Tweedledee, para narrarnos como una morsa y un carpintero engañan a unas pobres ostras con objeto de tener una estupenda cena; luego se disfraza de Humpty Dumpty para hablarnos de semántica y de pragmatismo en el proceso de formación, con pocos libros y a lo loco, de la protagonista. Y no sigo. No quiero seguir, ya lo leerán.

Al fin y al cabo, puede ser Homero o el reverendo Charles Ludwitge Dodgson. No le hacen falta vestidos ni caretas, es José María Rodríguez un intelectual que habiendo dejado atrás la tiza coloca sus manos sobre el teclado de un ordenador para hacer ver al lector lo feliz que es en su propio mundo, de ahí su insistencia en mostrarnos lo

No le hacen falta vestidos ni caretas, es José María Rodríguez un intelectual que habiendo dejado atrás la tiza coloca sus manos sobre el teclado para hacer ver al lector lo feliz que es en su propio mundo

que hay detrás del espejo. Al fin y al cabo, es también la razón de ser de la tragedia griega. Lo que les estaba contando, sigue siendo un docente. De los que abren caminos, en plural, no de los que guían o conducen. La diferencia es abismal.

Quedarían muchos hilos por enhebrar, pero eso sería como ir desvelándoles una lectura que os va a encantar. Sí que debo advertir que 'La tara de las palabras' es una deliciosa historia de amor. José María se ha empeñado en retratarnos los lugares que el autor ha habitado. También en situar la historia según datos que ha buscado o le han contado. Quizás si el autor no se hubiera apoyado en tanta documentación, si hubiera dejado más suelta la novela, y no tan ajustada a la historia, o a determinada interpretación de la historia, el texto habría ganado en frescura. En cuanto a la calidad, como en belleza literaria, como es habitual en el autor, la tiene.

José María Rodríguez. 'La tara de las palabras'. Editorial Círculo Rojo. 335 pp.

Presentación: Jueves, 5 de octubre, 19.30 horas. Salón de Actos de la Biblioteca Provincial. Gran Vía, 16. Huelva.

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