EL TRATADO DE LO ANTIGUO

El grafito del solar de la calle Puerto nº 9

En 1985, Fernández Jurado y R. Olmos dieron a conocer una inscripción griega arcaica hallada en la excavación del solar nº 9 de la calle Puerto. La excavación de este solar se realizó en 1983, antes de aprobarse el PGOU donde se establecen las zonas arqueológicas, por lo que la empresa no tuvo impedimentos para empezar el pilotaje del edificio, pero al apreciarse restos arqueológicos se llegó a un acuerdo con la empresa constructora para realizar la necesaria excavación.

El grafito del solar de la calle Puerto nº 9

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En 1985, Fernández Jurado y R. Olmos dieron a conocer una inscripción griega arcaica hallada en la excavación del solar nº 9 de la calle Puerto. La excavación de este solar se realizó en 1983, antes de aprobarse el PGOU donde se establecen las zonas arqueológicas, por lo que la empresa no tuvo impedimentos para empezar el pilotaje del edificio, pero al apreciarse restos arqueológicos se llegó a un acuerdo con la empresa constructora para realizar la necesaria excavación.En dicha excavación se documentó una extraordinaria potencia del registro arqueológico de hasta 8 metros de profundidad, si bien las circunstancias del solar: su localización, la urgencia de los trabajos y demás vicisitudes obligaron (como es normal en toda intervención arqueológica) a la modificación de la metodología y a ajustarse a las situaciones que se presentaban una tras otra.Resumiendo el proceso de excavación, hay que decir que, a una cota de entorno a los 2 metros, apareció un murete muy deteriorado de pequeñas lajas de pizarra que dividió la excavación en 2 sectores. Bajo éste y sin aparente relación con la estructura muraria, se registró un hogar de tendencia oblonga formado por tierras rojizas apisonadas con restos cerámicos dispuestos a modo de hogar.A una cota de -3,85 metros se documentaron una serie de estratos identificados como huellas de inundaciones, lo que favoreció un cambio en la metodología de la excavación pasando a levantar estratos naturales en vez de artificiales, bajo el último nivel de inundación, a -4,5 metros, se documentó un nivel de arcilla rojiza batida y apisonada con una base de cal.La cada vez más palpable presencia del nivel freático, obligó a realizar un sondeo al sur del corte para evitar que el nivel de agua inundara toda la excavación, pero al no ser suficiente,  se construyó un pozo de drenaje, que facilitó la documentación de otro espacio de habitación con restos de muretes de pequeñas lajas de pizarra, algunas escorias, abundantes cenizas y restos de arcilla probablemente del pavimento del suelo o parte del revocado de las paredes.Al ser imposible seguir los trabajos de forma manual, a una cota en torno a los 5 metros se realizaron sondeos mecánicos que pudieron documentar la potencia del registro arqueológico hasta los 8 metros de profundidad.Respecto a los niveles de ocupación se dividieron en diferentes niveles tomando como indicadores las cerámicas aparecidas, este método de diferenciación tomando como elemento indicador los restos cerámicos es muy común en los trabajos arqueológicos, sobre todo si parte del proceso de excavación se ha realizado siguiendo niveles artificiales en vez de naturales. 

En esta intervención se diferenciaron tres niveles diferentes según el porcentaje de aparición de los diferentes tipos de cerámicas más representativas de la etapa tartésica en Huelva, es decir, de la mayor o menor representación de cerámicas bruñidas, grises, de engobe rojo, griegas, realizadas a torno o a mano, con cocción oxidante o reductora (dependiendo de la cantidad de oxígeno que haya estado presente a la hora de la cocción de la pieza), etc.Sobre el fragmento que nos ocupa, en ninguno de los informes o trabajos publicados sobre él se menciona en qué nivel se encontraba localizado, pero  Martín Almagro-Gorbea, en el artículo que escribe para la colección Paleohispánica en el año 2002 lo sitúa en el Nivel II de los considerados para la excavación, lo que le confiere una cronología entre el 590- 570-560 a.C., es decir, en el conocido como periodo Tartéssico Final II.El fragmento cerámico forma parte de un cuenco de origen jónico, en el que se realiza la inscripción de la que se ha conservado 6,9 centímetros, se localiza en el borde y pared exterior, la escritura está realizada con un objeto puntiagudo y metálico, el alfabeto usado es el griego arcaico y parece haber sido escrito por un hombre de origen jonio que tenía destreza escribiendo. 

La inscripción consta de 8 signos, si bien no es posible determinar el número exacto de letras que componían la inscripción original por estar muy alterado el principio y el final. Las letras son reconocibles mayormente, excepto los dos primeros signos que según los investigadores pueden ser las últimas letras de las primeras palabras de la inscripción original.Los demás signos, como ya he dicho, no son difíciles de interpretar y Fernández Jurado los publicó como NIETHOS. A pesar de esta lectura, la interpretación del significado de la inscripción no es definitiva y se presta a diferentes interpretaciones: no parece ser un nombre griego, puede ser un nombre propio indígena… pero tampoco esta interpretación parece del todo válida ya que al compararlos con los ejemplos epigráficos similares, parece que más bien sea un teónimo (nombre propio de un dios), esta hipótesis parece satisfacer más a los investigadores, ya que son frecuentes los hallazgos de este tipo de piezas con inscripciones dedicadas a deidades, y la localización de este fragmento en el solar de la calle Puerto, 9 podría relacionarse con algún tipo de santuario portuario cercano del que, desgraciadamente, aún no hemos encontrado evidencia, por lo que todo queda aún en el plano de las conjeturas.De tratarse de un cuenco con ofrendas y la inscripción una dedicatoria al dios en cuestión, la fórmula más utilizada consta del nombre del donador y el nombre del dios, aunque de ser así no se trata de un dios helénico, por lo que podría tratarse del nombre de un dios indígena, por lo que sería el primero documentado y, en realidad no se sabe hasta ahora mucho más de él, sólo que se puede relacionar con el ámbito portuario y, por tanto, también comercial.Otra posible interpretación de la inscripción nos plantea una hipótesis diferente, ya que la palabra tiene cierto parecido con otras prerromanas. Por ejemplo puede parecerse al también teónimo NETON recogido por el autor Macrobio en su obra Saturnalia (I, 19,5), que vendría a ser una deidad solar accitana (perteneciente a Acci, Guadix, Granada) posiblemente relacionada con el dios Marte.Como se ve todo está sujeto aún al terreno de las hipótesis, aún no puede hablarse con propiedad de que la inscripción incompleta griega, escrita por un jonio, hallada en un solar que antiguamente pudo estar cercano al puerto de Huelva, y con un nombre que sólo ha aparecido en dicha inscripción, pueda tratarse del nombre de un dios indígena tartésico al que un extranjero le hiciera una ofrenda. A pesar de ello tampoco hay evidencias que descarten esta interpretación y cuando menos es interesante creer que conservamos deidades propias y que no todas sucumbieron a la presión de la cultura extranjera cada vez más presente en el día a día de los tartésicos.

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