CRÍTICA DE TEATRO

El trabajo y los genios

Cuatro tíos se suben a un escenario con una escenografía mínima, un trono con dos peldaños, todo más simple que un cubo. El utillaje de escena no es mucho más complejo, una corona con luces que parece comprada en el chino de la esquina, una capa de armiño, una caja con cacahuetes, plátanos, un espejo y un par de pistolas, poco más.

El trabajo y los genios

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Pues con esto los cuatro elementos montan un espectáculo de hora y media de duración que se te pasan volando, un tiempo en que la sonrisa en el rostro sólo va a ser interrumpida por la sorpresa de encontrarte de frente con voces bien educadas y un comportamiento gestual digno de encomio (creo que es la primera vez en mi vida que escribo esta palabra, encomio).

El trabajo y los genios

Una ópera a capela, como lo están leyendo. Una auténtica ópera o un musical, como prefieran, pero un espectáculo por todo lo alto donde no digo que no haya improvisación, porque cuando un grupo de actores se lo pasa bien sobre las tablas, es normal que la relajación que eso conlleva te lleve a improvisar: una manera como otra cualquiera de mejorar las cosas, o al menos de hacerlas diferentes, con lo cual el actor disfruta, no se repite y no lleva su propio aburrimiento al patio de butacas. Estos Primitals Bros, se lo pasan bien. Eso, seguro.

Hay que decir, además, que los textos también son harto ahorrativos, de hecho están escritos en una lengua ininteligible incluso para los propios autores, lo cual podría explicar esa conexión tan íntima que se establece entre actores y público, interactuaciones al margen. Aunque también este detalle podría acabar explicándonos cómo es posible que al salir del teatro tengas la sensación de que el argumento de la obra te haya encantado, por mucho que cada cual pueda haber salido con una sensación distinta, con una idea diferente de qué iba la obra. Cada uno de los asistentes, aquí, en Madrid o en Burgos, habrá leído un texto diferente en los labios de tan asombrosos artistas, pero al fin y al cabo, el tremendo retrato que hacen de la humanidad, de la historia de la humanidad, no está exento de crítica ni de razón. El hombre desnudo frente a sí mismo, su comportamiento social, sus odios y sus amores, y por supuesto sus miedos, la sumisión, el poder y la risa. También la risa. Un viaje por los más íntimos vericuetos de nuestros cerebros. Total, que nos han puesto un taparrabos y nos han llevado a una cueva para demostrarnos que las sombras que se reflejan en la pared son eso, sombras nada más. La realidad, el dibujo exacto de la especie humana te lo describen estos sinvergüenzas (en el buen sentido de la palabra) en hora y media de una representación genial, palabra que viene de genios, de estos genios, pero también de divertido y de espectacular en lo que hacen y en cómo lo hacen.

El trabajo y los genios
El trabajo y los genios

Todas las músicas, o al menos todas las que se les ha ido ocurriendo mientras montaban un espectáculo vivo y atrevido, están cantadas e interpretadas. Interpretaciones absolutamente limpias en una puesta en escena milimétricamente estudiada. De otra manera no se podría improvisar tanto ni dar tanta libertad a unos actores que se lo curran de verdad. Geniales, con esta palabra basta.

THE PRIMITALS, una idea elaborada por los Prímital Bros en colaboración con Yllana Teatro. Dirección: Joe O’Curneen. Dirección musical: Santi Ibarretxe. Iluminación: Roberto Guarino. Escenografía: Primitals Bros +Yllana Teatro. Sonido: Alberto Fernández. Vestuario: Tatiana de Sarabia. Intérpretes: Pedro Herrero, Íñigo García, Adri Soto y Manu Pilas.

Gran Teatro de Huelva. Aforo: 640 localidades (Lleno hasta las trancas); 11 de octubre, 2019. Había ganas de volver a ver a estos genios del espectáculo. Muchos (y merecidos) aplausos. Al pasar por una terraza esa noche,  pude observar como un grupo de jovencitas se repartían un plátano entre risas e ironías que no puedo escribir aquí porque igual esto termina leyéndolo un adulto y se escandaliza. La potásica fruta había sido recolectada durante la actuación de esta banda de genios que pueden parecer incontrolados, pero ya les digo yo que no.

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