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El runrún: Hidrógeno para aburrir

Estando en una ciudad como Huelva, con su costa, su gastronomía y su ambiente, se supone que los congresistas tendrían un rato para desconectar

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Congresos… Siempre nos imaginamos a los asistentes atareados en salas de conferencias, intentando sobrevivir al ritmo frenético de charlas y ponencias. En teoría, uno podría pensar que, estando en una ciudad como Huelva, con su costa, su gastronomía y su ambiente, los congresistas tendrían un rato para desconectar, pasear por la ría o saborear cualquiera de las exquisiteces que ofrece la tierra. Sin embargo, si hablamos del Congreso Nacional de Hidrógeno Verde que acaba de clausurarse, la realidad es que en la mayoría de los casos no ha sido así.

Este tipo de evento profesional dista bastante, por ejemplo, de una feria de muestras, donde a menudo te encuentras con stands, demostraciones de productos y presentaciones más distendidas. En las ferias, la dinámica suele dejar algún margen para conocer la ciudad o socializar en los rincones más turísticos. Pero en un congreso la cosa cambia. Aquí, los participantes han pagado una inscripción y han acudido con un propósito muy concreto: sacar el máximo provecho de las ponencias, establecer contactos y, en definitiva, optimizar la experiencia para que cada euro invertido cuente.

Desde primera hora de la mañana hasta última de la tarde, las salas se llenan de voces expertas y público atento. Y si piensas que al finalizar las sesiones el panorama cambia, nada más lejos de la realidad. Muchos asistentes continúan trabajando desde sus hoteles, organizando reuniones online, compartiendo resúmenes con colegas que no han podido acudir o adelantando tareas que se han quedado pendientes. Esto significa que, aunque las tentaciones de ocio están al alcance de la mano en la ciudad, la mayoría sigue concentrada en los objetivos profesionales.

Eso sí, con más de mil participantes inscritos, alguno habrá aprovechado para salirse del guión. De hecho, el propio director del congreso, Luis Arroyo, comentó al término del evento que la hostelería de Huelva sí notó la presencia de estos congresistas en los restaurantes del centro, un soplo de aire fresco para estos locales que recibieron clientes con ganas de comer bien.

Cena de gala

Capítulo aparte merece la cena de gala, ofrecida por un precio de 150 euros al margen de los actos profesionales. Tuvo lugar el miércoles por la noche en la Hacienda Ballemari, un lugar de celebraciones cercano a la capital, y allí, además de la degustación de platos propios de la zona, los comensales pudieron disfrutar de un espectáculo flamenco. Sin duda, un respiro festivo en medio de tanto ajetreo académico, aunque para muchos probablemente fuera la única ocasión de ocio en toda su estancia.

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