ENTREVISTA

Manuel Rivas: «Yo cuando escribo me siento en el centro del mundo, sin aspiraciones catastrales»

El reconocido escritor gallego presenta este miércoles en el Museo de Huelva su última novela, 'Detrás del cielo', con la intención de tratar muchos temas

«Ahora parece que cuando alguien lleva una hora leyendo un libro tiene que abrir la ventana y comunicárselo al mundo entero como si hubiera ocurrido un milagro», señala

El escritor Manuel Rivas Anna serrano
Mario Asensio Figueras

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Tiene Manuel Rivas (A Coruña, 1957) -Premio Nacional de las Letras Españolas 2024- una extensa colección de obras y premios que siente que se quedan a un lado cuando se dispone a presentar un nuevo hijo literario. Con una mezcla de ilusión e incertidumbre se dispone a encontrarse con el público de Huelva este miércoles en el Museo (19.30 horas), de la mano del Centro Andaluz de las Letras, para hablar de muchos temas con su última novela, 'Detrás del cielo' (Alfaguara), como punto de partida. También con esta obra como pretexto atiende a Huelva24.com, siempre con el sentido del humor fresco y una particular recopilación de citas ágil en el pensamiento. Se filtran en una forma de expresión rica, cargada de ideas y reflexiones que denotan una mirada bien abierta hacia la realidad que le rodea y que plasma con valentía.

-Es la primera vez que viene a Huelva, ¿verdad?

-Yo creo que debería acordarme si estuve.

-¿Cómo afronta este encuentro con los lectores onubenses?

-Siempre me tomo el siguiente acto como el más importante. Puedes haber escrito más o menos, tener un historial detrás, pero cuando empiezas algo es como si estuviera desnudo completamente. No valen las medallas ni las condecoraciones. Yo tengo la sensación de que es una mezcla excitante, en el sentido positivo, y perturbadora. Es una situación creativa y siempre pienso en si voy a decir algo nuevo o interesante. Me pasa igual con una entrevista, tanto si estoy en un lado como en el otro.

«El lenguaje hoy día, más que tener un uso de comunicación es para intimidar y dominar la escena pública»

-¿En cuántas ciudades han presentado ya la novela 'Detrás del cielo'? ¿Disfruta de este tipo de eventos o supone un compromiso?

-Pues hice un buen tour, pero creo que se parece más a esto que practican los jóvenes, como mi sobrino, el parkour, por aquello de ir de orilla en orilla. Es una forma también de definir una literatura. Hay un cierto vértigo y un elemento de descubrimiento. Si hago algo es porque me tira la relación personal, que siempre va más allá. Yo no es que no quiera hablar de mi libro, pero me parece una oportunidad para hablar de otras cosas y no al revés. Es un mediador. El libro da para hablar de muchas cosas de las que están pasando en el mundo de hoy. No está escrito al hilo de la actualidad, pero está muy presente la atmósfera en la que vivimos y respiramos. Digamos que hay corriente de fondo de lo que está pasando hoy. Por ejemplo en la relación con el poder, la naturaleza y con el lenguaje. Son elementos interconectados. Podría responder a las iniciales DT, porque es despotismo, depredación y temor, terror. El lenguaje hoy día, más que tener un uso de comunicación es para intimidar y dominar la escena pública, en los conflictos personales, internos, y sociales. De alguna manera se desata esa lucha dentro del ser humano. Es algo que me interesa y es singular y y que hace tan necesaria la literatura, que es un buen instrumento para hacer ver lo que nos pasa por dentro y por fuera. Decía John Berguer que lo que más se parecía al infierno es cuando desaparece el horizonte, como en algunas pinturas del El Bosco. Realmente es cuando sentimos un vacío y una angustia. Algo de eso estamos viviendo.

«Lo que se expande es una excitación destructiva y el odio es lo que lo pavimenta»

-¿No cree que ahora mismo se están difuminando muchos horizontes, con aspectos como la libertad de expresión o la violencia?

-Antes hablábamos de excitación creativa y lo que se expande es una excitación destructiva y el odio es lo que lo pavimenta. Es como un tornado que llega de repente. Estábamos en una situación que probablemente no era la mejor y pensábamos ¿otro mundo es posible? Y hoy pensamos en la pesadilla y en ese horror, que es lo que ocurre en Gaza. No hace tanto tiempo estábamos viendo las conversaciones de Oslo, donde se daban la mano Yaser Arafat e Isaac Rabin y caía el muro de Berlín. Había unos países emergentes y se hablaba de la Amazonía…

-¿Siente que hay un retroceso brutal en tantas cosas que damos por sentadas y ahora parece que todo se pone en cuestión?

-La distopía hoy es algo real. Parecía que era cosa de series de ciencia ficción para Netflix o HBO y resulta que de coña nada. No quiero filosofar. Es importante constatar lo que está pasando. Este es el contexto en el que vemos como puede la literatura y expresiones artísticas muchas veces actúan como detectoras y anticipan algo que se está cociendo. Wilhelm Reich en 'Psicología de Masas del Fascismo y Conciencia de Clase' anticipó lo que pasó en la Alemania nazi, pues hablaba de de ese proceso de exictación destructiva y llevó a lo que llevó y cómo se pavimentó con odio el camino hacia la tremenda pesadilla que fue y que también ha estado presente en otros de los periodos históricos más nefastos para la humanidad. La pulsión por dominar y depredar que van unidas. Lo que puede caracterizar un poder de este tipo totalitario es que es un poder insatisfecho continuamente, en el sentido de que no les basta con dominar su voluntad, sino también que esta forma de poder fanático lo que quiere es además ser querido.

«Gente relevante de la época escribían libros dedicados a la sonrisa de Franco. No se andaban con eufemismos. Decían que si Franco deja de reír un día es por nuestra culpa»

-Que griten «Vivan las cadenas», ¿no?

-Sí, aquello de caudillo por la gracia de dios. Hay trabajos que te ponen los pelos de punta y recoge la cantidad de literatura, mucha, y de gente relevante de la época, que escribían libros y no sólo pequeños artículos dedicados a la sonrisa de Franco. No se andaban con eufemismos. Decían que si Franco deja de reír un día es por nuestra culpa. Parecía que era un lugar al que no se quería volver, un mal lugar. Yo procuro leer todo lo que ocurre alrededor y me llama mucho la atención. Aunque uno quisiera vivir en la torre de marfil, viene esa oleada de mierda y mueve los cimientos de la torre. Le preguntaban a un marinero gallego si tenía esperanza tras un naufragio, con algunos compañeros desaparecidos, y decía «cómo no voy a tener esperanza, pero una negativa».

El escritor y periodista gallego anna serrano

-¿Qué ha ocurrido en el ciudadano medio del mundo para que calen tantos mensajes de odio y extremismos de derecha y se acepten cosas que parecían superadas?

-No lo entiendo. Las respuestas son muy contradictorias y hay cosas que difícilmente encajan. Lo que acaba de pasar en Portugal o en Rumanía, lugares que conozco un poco y donde he hecho reportajes. No sé qué elementos pueden producir este tipo de avería. Hay elementos que pudieran ser objetivos, como un malestar económico o una corrupción insoportable, pero no detectas esos elementos. Siempre hay una parte de malestar pero no del que se rebela ante una injusticia, más bien al contrario y es como de una cierta comodidad. Decía Warren Buffett que «claro que hay lucha de clases y los ricos estamos ganando». Ese proceso de resentimiento lo tenemos en el Carlismo, que llevó a guerras tremendas. Más allá de lo reaccionario, de una forma de fanatismo religioso, hay un componente ideológico atávico que emerge de vez en cuando en la historia, como si fuera más fácil afirmarse frente a un enemigo, por ejemplo el que cobra un servicio social. Es cierto que somos eso que decía el coro de Antígona, que hay muchos seres extraños en el mundo, pero lo más extraño es el ser humano y está el negacionista del clima que está buscando un búnker. Los movimientos basados en una conciencia solidaria suelen ser más lentos. Se va transmitiendo de forma subterránea o a través de la cultura dedicada a esa transmisión de valores solidarios. No es utopía, es lo más elemental, que pretende ayudar y es el núcleo de las palabras lo que consideran que hay que atacar. Se cuenta muy bien el capítulo 14 de 'Las uvas de la ira', donde John Steinbeck tiene esa valentía. Sin grandes palabras ni ideología pedante. Cuando se cambia el tú por el nosotros se rompe el sistema. Y parece que hay un núcleo que se quiere bombardear y la Declaración de Derechos Humanos, que tanto criticó Saramago por ser letra muerta, es hoy 'wokismo' y sin embargo está de moda el malismo y poner a un restaurante de lujo canalla y cosas así o que el barco del rey se llame El Bribón y el de la Infanta Elena Alibabá. Frente a esto también es clave el saber reírse, como decía el genial Darío Fo, que decía que ante lo malo había que reírse. Volvió al cabo de unos años al mismo lugar donde había actuado y alguien le increpó en medio del espectáculo diciendo que les iba peor y él contestó que «no nos hemos reído lo suficiente». No se entenderá esa literatura sin el fermento crítico de la literatura cervantina, sin esa conexión con la risa popular, que es incesante a lo largo de la historia en forma de carnaval.

«La cuestión del poder es un eje dentro de la novela y como esa pulsión dominante del poder va derivando en formas, de lo verbal a lo violento»

-De todo esto que venimos hablando, ¿cómo se manifiesta en su novela 'Detrás del cielo'?

-La cuestión del poder es un eje dentro de la novela y como esa pulsión dominante del poder va derivando en formas, de lo verbal a lo violento. La lucha por las palabras es importante en la novela. Intento que se vea de una forma verosímil, que tenga que ver con la vida. No son personas reflexionando sobre el poder, ejercen esa pulsiones, la del poder y también la de la resistencia. Hay personajes más vulnerables a los que le gusta es reír. Vamos viendo la mutación del poder. Es una pulsion de control y dominio sobre la naturaleza y las personas van degenerando en formas de violencia, en formas destructivas. Pero no es un paseo militar y también hay formas de resistencia.

-¿Cómo son los personajes?

-Mi forma de escribir la veo como un campo a través. A veces lo importante está en esos lugares de orilla, de frontera, donde hay otras formas de vida. Lo más interesante casi siempre pasa en la orilla, entendida como el lugar excéntrico y también la gente que no va por la ruta principal en la vida. En la historia las voces bajas suelen ser lo que más interés me despierta y esta novela comienza con unas voces altas y van apareciendo las voces más bajas, y no sólo las humanas. Hay un personaje que vive solitario en una aldea abandonada, en el lugar donde nació, después de estar viviendo una vida confortable en una gran ciudad y decide volver allí. Se defiende con el humor y ha escogido la soledad. Duerme con un paraguas porque tiene que cambiar el techo de paja y hay una funcionaria que quiere registrarlo y convencerlo de que no está en el lugar adecuado. Hay animales que eligen la soledad también, como el mítico jabalí al que todos quieren cazar y es tratado como un enemigo público. También hay un lobo joven divagante que salió de la manada porque elige no luchar. La novela está llena de gente, aunque parezca que no hay nadie en el paisaje. También está la esclavitud contemporanea en forma de trata de blancas, un lugar idílico que esconde un auténtico infierno llamado paradójicamente el Edén.

-¿Qué elementos clave considera que tiene que tener una buena novela negra?

-Hay una idea de Jim Thomposon, el autor de '1.280 almas', que me parece muy sugerente con respecto a la novela negra, reflexionando acerca de la importancia del cómo y el qué, esa interrelación profunda, Y él decía «he escrito novelas de 32 formas distintas pero la trama siempre es la misma, las cosas no son lo que aparentan» y aquí también.

«Los libros que me han conmocionado no dejan de ser historias no obsesionadas por llegar a un gran aeropuerto. Ulises lo que quiere es volver a Ítaca, a su huerta con 40 higueras»

-Galicia siempre es fondo y personaje en sus historias. ¿Qué importancia tiene escribir desde un lugar que se conoce y se vive? ¿Considera de mal escritor fijar la historia en una gran ciudad como Nueva York sin ser su realidad cotidiana cuando hay grandes historias en lugares pequeños?

-De forma razonada e intuitiva lo viví y ahora lo puedo razonar. Tampoco creo que la literatura tenga que explicarse mucho y decir que 'Hamlet' significa pequeño pueblo en inglés. Me convence la idea del escritor portugués Miguel Torga, que casi siempre situó sus historias en los montes donde era médico. Lo universal es lo local sin paredes. Cada lugar de alguna forma es una frontera. En cada lugar del mundo puede posarse la esfera del planeta en su continuo girar y pasa algo inesperado. Yo cuando escribo me siento en el centro del mundo, sin aspiraciones catastrales. No pienso en mover los marcos. Todas las grandes pasiones están en potencia en cualquier ser humano y la vida y la muerte es aquello que decían los surrealistas en el Segundo Manifiesto, que hay un punto en que coincide la vida y la muerte, el pasado y el presente, la luz y la sombra. Me gusta ese matiz. Los contrarios, los antónimos, están ahí y ese punto cero de arranque de la literatura es desde donde trazamos todo. Si pienso en los libros que me han conmocionado no dejan de ser historias no obsesionadas por llegar a un gran aeropuerto. Ulises lo que quiere es volver a Ítaca, a su huerta con 40 higueras.

«Me decía un amigo. ¿Por qué no escribes un 'best seller'?, ya hiciste bastante poesía»

Ha cultivado muchos géneros. Novela, poesía, ensayo, los periodísticos... ¿Qué le aporta cada uno?

-No los veo como piezas separadas, como fincas donde dices aquí voy a plantar fresas y aquí grelos o verduras. Más bien para mí es un solo libro con diferentes formas de mirar. También hay profundidades de mirar. Es lo que hablaba antes de andar campo a través, que vas haciendo el camino, no pasando la maquinaria pesada que va alisando todo, sino que vas respetando la geografía. Vas haciendo tu propia psicogeografía con tu forma de andar. Sí es verdad que a veces cuando estoy trabajando en una novela, como que necesito una especie de desvío y que eso me ayuda después a escribir esa novela. Pueden ser esos poemas que vas escribiendo en el margen derecho. Son como palabras salvajes. Lo que tengo claro es que no voy a hacer una trilogía nunca. Pueden ser cinco, seis libros o dos. Como me decía un amigo. ¿Por qué no escribes un 'best seller'?, ya hiciste bastante poesía. Así que a ver si me pongo con un 'best seller' ahora.«

«Para mí un titular tiene que ser como el mejor verso posible»

-¿El periodismo de hoy es un cuento, como titulaba en su libro?

-El título me atraía. Se me vino a la cabeza como una especie de destello. Es justamente la ironía, el doble sentido, y creo que es cuento realmente, en el buen sentido. Me apasiona mucho el género del reportaje y la crónica. Cualquier historia periodística puede tener esa condición de cuento, de relato y lo que quería era reafirmar que tienes que escribir con la misma voluntad de estilo, romper ese estigma de una condición subalterna del periodismo en relación con la literatura. Parece que para escribir literatura tienes que ir estupendo, con un buen fular, y después para hacer periodismo los manguitos, la gorra y el uniforme de currante. No hay uniformes distintos y exige la misma calidad. El único condicionante es la inmediatez, la actualidad y que en la literatura los personajes no tienen por qué tener carné de identidad. Para mí un titular tiene que ser como el mejor verso posible. Después está también la idea del periodismo como un cuento porque puede ocultar y distorsionar. Está la expresión popular de los mentideros y una novela negra que es de mis preferidas que es 'La falsa pista'. de Henning Mankell, que habla de una persona excavando y echa la tierra hacia arriba buscando la verdad y arriba está otro con otra pala arrojando tierra hacia abajo. Los dos son periodistas.

Rivas, con el mar de fondo ANNA Serrano

- ¿Cómo valora el tratamiento que hacen los medios de comunicación de la literatura?

-No me gusta mucho el enfoque. Hablábamos antes en broma de los 'best seller' y de lo que se presupone que va a ser. Yo agradecería una visión más ecológica de la literatura, más diversa y es algo que me llama la atención. Dejémoslo ahí. Hay libros en catalán, euskera, gallego y pequeñas editoriales y no trasciende hasta que se convierte en un éxito. Echo más de menos la lógica del asombro, más aventura, más exploración y más voluntad de descubrimiento. Hay una cita del portugués Luis de Camoes que dice «todavía otra mucha tierra se te esconde / hasta que venga el tiempo de mostrarse».

«No echo tanto de menos que se hable de libros como que en los propios medios hubiera más presencia escrita de la vida real»

-Quizás no ocurre lo mismo con el cine y la música, ¿no?

-Hay más información cultural. La música y el cine tiene quizás una dimensión más de espectáculo y comercial que igual no se da en la literatura y eso le da más proyección. Sería bueno que la literatura estuviera en los medios. No echo tanto de menos que se hable de libros como que en los propios medios hubiera más presencia escrita de la vida real, de lo que nos está pasando. Creo que me gustaría que la literatura estuviera más presente en el propio periodismo, en la forma de contar las cosas, que fuera un espacio de diversidad. Me parece mal cuando no existe eso en los periódicos. Que tengan una línea editorial me gusta, pero que hubiera más diversidad, porque a veces hay una sensación de uniformidad. No estoy hablando necesariamente de política, sino que piensen más en sus lectores de una forma plural.

-¿Qué tiene que pasar, al margen de un apagón, para que la gente repare más a menudo en que un libro es una buena alternativa de ocio? ¿No cree que muchas personas no se conceden tiempo para la lectura?

-Ahora parece que cuando alguien lleva una hora leyendo un libro tiene que abrir la ventana y comunicárselo al mundo entero como si hubiera ocurrido un milagro. No sé si será un periodo excepcional. Siempre fuimos muy pesimistas, con razón, con respecto al bajo índice de lectura en España con respecto a otros países como los nórdicos. En los últimos años se ha dado un incremento interesante en la gente joven y creo que lo dicen las estadísticas y se percibe también, teniendo en cuenta este contexto febril del mundo virtual y digital que lo arrastra todo. Frente a este proceso de adicción es una forma de rebelión está en el libro. Hay gente que la encuentra y la va encontrando cada vez más. El libro forma parte de la naturaleza y creo que la lectura es ya parte de una conciencia ecológica de defender tu propia soberanía. El bien más preciado que tenemos las personas es la atención y es un recurso que vale mucha pasta, no como comunidad. Creo que estaría bien esa toma de conciencia de que tienes un recurso propio y no puedes malgastarlo o regalarlo.

«Me pasa al revés de los que echan pestes del cine español. Lo miro como un acto heroíco»

-¿Se ha quedado contento con cómo se han trasladado a la pantalla sus obras?

-El cine me gusta casi todo, hasta los anuncios. Me siento allí y me parece un esfuerzo en todos los sentidos. He vivido bastante desde dentro los procesos para hacer una película y ya sólo para arrancar se necesitan muchos recursos. Es un esfuerzo titánico y eso te crea una simpatía. Me pasa al revés de los que echan pestes del cine español. Lo miro como un acto heroíco. Hacer una película es un trabajo épico. Lo viví con 'La lengua de las mariposa'. Yo no tuve problema en que unas mariposas volarán por la noche, pero no veas cuando quisieron rodar con unas mariposas. Tenían especialistas y todo. Me eché a un lado para no hacer bulto. Entonces dije, me voy con mis papeles que no voy a encontrar problemas logísticos. Me parece que el cine es una alquimia maravillosa y lo miro con mucho respeto y simpatía. He vivido situaciones con 'La lengua de las mariposas en distintas partes del mundo' y casi que podía hacer un cuento. El cine tiene una gran potencia para entrar en el corazón central.

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