nuestro pasado en clave de humor
La loca historia de Huelva: La Minería
Durante meses, qué digo meses, años, qué digo años, siglos, el comercio proveniente de América se fue desviando hacia Sevilla y Cádiz ¡Qué cara más dura, pero si la descubrimos nosotros! Eso hizo que entrásemos en cuesta abajo permanente, en decadencia galopante, hasta que empezamos a levantar cabeza durante el siglo XIX por la explotación de las minas.

Hasta ahora (como dijo Humprey Bogart en 'Casablanca') “siempre nos quedarán las minas”. De hecho el nuevo himno de Huelva, desbancando a 'Mi Huelva tiene una ría', fue la canción número uno de los '40 principales' en aquella época: 'Yo no maldigo mi suerte, porque minero nací, aunque me ronde la muerte, no tengo miedo a morir…Soy minerooooo, y templo mi corazón con pico y barrena, soy minerooooo, y con cañas, vino y ron me quito las penas'. Efectivamente, Antonio Molina y su inolvidable éxito de ventas…lo malo es que todo lo que ganó con esas ventas, como dice en su canción, se lo gastó en cañas, vino y ron.

Si en su tiempo fueron los romanos o los visigodos los que exprimieron las minas, ahora (y ubicamos la acción a partir del año 1.874) le toca el turno a los franceses y británicos, sobre todos estos últimos con la 'Río Tinto Company Limited'. No, lo de 'tinto' no tiene nada que ver con las cañas, el vino y el ron del sediento minero de la canción.
Estamos hablando sobre todo de 3 grandes minerales y 3 grandes poblaciones mineras para esos yacimientos. Los minerales pirita, hierro y cobre: la pirita se consideró un mineral bendito por los beneficios que dejaba, y se le dedicaron aquellos famosos versos bíblicos de Pirita tú eres entre todas las mujeres y pirito es el fruto de tu vientre”. El hierro se extraía fundamentalmente de las lentejas (o eso me decía mi madre para que me las comiera) y para el cobre tenemos dos versiones, la primera nos hablaba de que ese mineral, el cobre, era lo que daba el color al pelo de los ingleses, galeses, escoceses e irlandeses (otros decían que se les teñía de rojo al lavárselo en el Río Tinto), y la segunda opción, bastante más creíble, es que la palabra 'cobre' no era más que el imperativo del verbo cobrar, ya que básicamente a eso vinieron los guiris, a cobrar y trincar.
Y los 3 pueblos motores de la minería que convirtieron a la provincia de Huelva en el mayor centro minero del mundo fueron Minas de Río Tinto de Verano (el mío con casera de limón, por favor), Calañas (que al poco tiempo, según el fandango, ya no era Calañas sino un segundo Madrid) y Tharsis, aunque esta última población, y lo digo para que nadie se nos enfade, pertenecía al municipio de Alosno (me temo que ahora sí es cuando se me han enfadado de verdad mis amigos tharsileños).

El caso es que, gracias sobre todo a esas 3 poblaciones, se produce un gran crecimiento demográfico y modernización en la zona, no sólo en la cuenca minera sino en la provincia en general, sobre todo en Huelva capital que deja de ser un pueblo (un pueblo portugués según nuestros rivales futboleros) para ser una nueva Calañas, o sea, un segundo Madrid. Vale, quizás no tanto como Madrid, pero pegamos un subidón en infraestructuras, sobre todo con las vías del tren que iban desde las minas hasta el Puerto de Huelva. Fue entonces cuando la canción 'Soy minero' fue desbancada del número 1 por otro grupo de finales del siglo XIX (igual me estoy pasando con las fechas, espero que no me estén leyendo ellos), y me refiero concretamente a Mocedades con su canción 'Al compás del chacachá, del chacachá del tren, qué gusto da viajar cuando se va en el tren'. De hecho estrenamos por aquella época en las Colombinas 'El tren de los escobazos', e incluso se puso de moda hacer el trenecito de borrachos en los bailes de bodas y cotillones de Año Nuevo.
Desgraciadamente, cuanto más producción había, más se lo llevaban calentito para su tierra los del pelo cobrizo, lo cual provocó un importantísimo mosqueo entre el pueblo onubense durante varias décadas (tanto en el XIX como en el XX). Como desgraciado ejemplo de lo que estamos hablando citaremos el trágico 1.888, que fue cuando se produjo la tremenda revuelta con matanza incluida en la que el pueblo exigía mejores condiciones laborales y mayores medidas contra la contaminación, con especial relieve del sindicalista y anarquista de origen cubano Maximiliano Tornet, cabeza visible de los manifestantes y huelguistas (no sé por qué se dice eso de 'cabeza visible' cuando en realidad se le veía el cuerpo entero).
Hablamos del conocido 'Año de los tiros', en el que se basó el no menos conocido escritor onubense Juan Cobos Wilkins (el creador de la Wilkinspedia) para escribir su también conocidísima novela 'El Corazón de la Tierra', que fue llevada al cine por el igualmente conocidísimo director Antonio Cuadri, paisano nuestro al igual que Wilkins (que sí, hacedme caso, que Wilkins es de Huelva por los 'cuatro costaos'; bueno, vale, por 3 costaos si quitamos su segundo apellido), al menos estos beneficios de libro y peli no se lo llevaron los ingleses. Bueno, un poquito sí, que la producción era hispanobritánica, al fin y al cabo no todo lo hicieron mal en su paso por Huelva, que nos dejaron el fútbol a nosotros antes que a nadie, aunque si hay que ser sinceros no nos lo enseñaron a jugar demasiado bien, que nos hemos llevado más de media vida en Segunda División. ¡Eh, eh, que es una broma! ¡Qué sensibles que sois con todo lo relacionado con el Recre! En esa gran película, al igual que en las 74 anteriores que rodó en el papel de minero (un poco encasillado sí que estaba el hombre), Antonio Molina lo bordó como protagonista una vez más, eso sí, debido a su avanzada edad ya nada de cañas, vino y ron y sí mucha sopa, gazpacho y caldito de puchero.

En definitiva, que mientras las minas tenían 'la barriga llena' aquí estuvieron los de la Río Tinto Company Limited llenándose las suyas propias, pero cuando esas minas adelgazaron unos kilitos (unos cientos de miles de kilitos), ahí te quedas Huelva que nosotros nos vamos para Londres, Manchester o Edimburgo y si te he visto no me acuerdo. Lo bueno de esta cobarde huida fue que por fin nosotros nos ocupamos de explotar nuestras propias minas, y lo malo fue que por un lado estaban agotadas, secas, vacías, caninas, yermas, raquíticas, esquilmadas, escurridas (poned vosotros los adjetivos negativos que queráis), y por otro lado la maquinaria era cada vez más moderna, y ya se sabe que cuanto más maquinitas, menos trabajadores; y lo peor en la minería estaba por venir a finales del siglo XX, ¿verdad, paisanos? Finales del XX, y casi podríamos decir que final de la minería. Y con lo poco que han hecho tradicionalmente por salvarla, tiene gracia que de la palabra mina derive ministro... a lo mejor es porque muchos de ellos sólo merecen que les regalen carbón.