La expresión de nuestro legado

Una amnesia monumental

El arte no sería arte si no hubiera quien pudiera disfrutar de la emoción y de las ideas que el autor depositó en su obra. Es un sistema de comunicación que conecta lo ancestral con el presente, dando vida a una historia de la que todos formamos parte y que continúa escribiéndose día a día. Sin el espectador, la creación de la que es capaz el hombre, no tendría razón de ser.

Una amnesia monumental

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Por eso, no solo es necesario que aprendamos a mantener el patrimonio de nuestra provincia, también es fundamental que los ciudadanos colaboremos para mantener vivo el espíritu del pasado a través del conocimiento que tenemos de él, como hilo conductor que somos para las generaciones futuras.

Esta nueva sección del magazine espera tomar partido de esa responsabilidad y confía en  animar a todos los ciudadanos  de Huelva a comprender lo importante que es su papel en este cometido.

Antes que nada soy onubense, y como tal, me importa lo que cree y siente mi gente. Así que, antes de sentarme a escribir sobre nuestro patrimonio decidí salir a la calle y hacerme pasar por una turista para averiguar cuánto sabe el ciudadano de a pie sobre su herencia monumental. Sabía lo que podía encontrarme cuando salí a las calles de la capital a preguntar, pero necesitaba tener el contacto directo con mis vecinos para saber hasta dónde llegaba el problema; porque lo hay, hay un problema. La apatía y el conformismo han hecho presa de nosotros.

Podría haber preguntado sobre cualquiera de nuestros monumentos más conocidos: la Iglesia de la Concepción, el Palacio de Mora Claros, la Iglesia de San Pedro, etc., pero quise poner a prueba el conocimiento del ciudadano consultando sobre algo menos obvio y por supuesto, me estalló en la cara.

Elegí preguntar por el Palacio o Casa de las Conchas y por el Palacio de los Duques de Medina Sidonia. ¿A qué conclusión he podido llegar? Estas son algunas de las respuestas que obtuve:

¿El Palacio de las Conchas? “¿Eso no está en Salamanca?” “¿Es esa de ahí? Pues no lo veo como un edificio que tenga ningún valor histórico.” “¿Es el nombre de un bar?”.

¿El Palacio de los Duques de Medina Sidonia? “Eso está en Sanlúcar de Barrameda, ¿no?” “Yo vivo en el centro y no he oído hablar de eso en la vida.” “Ya sé, tú te refieres a los restos bizantinos que hay en la tienda (Sfera).”  (No hay ni ha habido nunca edificios bizantinos en la provincia de Huelva, lo que hay en ese comercio son vestigios arqueológicos romanos.) “Quedan restos pero no se puede acceder, porque ¿eso está aquí, no?” “Debes referirte a la Iglesia de la Concepción.” “¿Eso está en Huelva capital?”.

Una amnesia monumental

Disfruté de la compañía de todas y cada una de las personas que me contestaron, de hecho agradezco enormemente su amabilidad y su predisposición a ayudar a una desconocida. Pude ver que formo parte de un pueblo dispuesto a recibir a los visitantes con los brazos abiertos. Sin embargo, debo reconocer que sufrí. Con cada respuesta inesperada sentía un sudor frío que me recorría la espalda. Mi ciudad quería saber, pero no sabía y sentía como eso le afectaba. Gente de todas las edades, jóvenes, adultos y ancianos, no supieron localizar el emplazamiento de los monumentos arquitectónicos por los que preguntaba.

El Palacio de los Duques de Medina Sidonia fue una edificación construida entre 1656 y 1657 en lo que ahora es el nº6 de la Calle Palacios. Pertenecía a la Casa de Guzmán el Bueno, Condes de Niebla y Duques de Medina Sidonia, señores de Huelva hasta la Constitución de 1812, momento en el que el ayuntamiento de la ciudad dejó de estar bajo la jurisdicción señorial del duque. Años después, siguió usándose durante un tiempo como residencia gubernamental siendo sede del Gobierno Civil y Delegación de Hacienda.

En la actualidad hay confusión con respecto a lo que nos queda de ella. Las oficinas de turismo informan de que solo queda un escudo nobiliario de la familia ducal sobre una puerta de la nueva fachada, aunque según las afirmaciones de Domingo Martín Gómez en su libro Callecedario, un glosario sobre calles, vías y plazas de la ciudad, el edificio mantiene en parte su estructura gracias a los negocios que ocupan sus dependencias.

El poder de la ciudad se vio reflejado durante un periodo en esta edificación, el nombre de la calle hace referencia a su presencia y por si fuera poco, debemos los inicios de la Plaza de las Monjas como lugar de encuentro a la conversión de sus caballerizas en corrala. Pero el ciudadano lo ha olvidado, ni siquiera reconoce el nombre de la familia dentro de la ciudad.

El Palacio o Casa de las Conchas  es un edificio de estilo neorrenacentista construido a principios del S. XX  y situado frente al Gran Teatro. Su nombre se debe a las conchas que ornamentan su fachada, en las que muchos no han reparado después de toda una vida viviendo en la capital. Según una guía de arquitectura de Huelva que publicó el Colegio Oficial de Arquitectos en 2002, es una obra de José María Pérez Carasa, uno de nuestros arquitectos más laureados, responsable de la creación de obras tan características como el Barrio Reina Victoria que construyó junto al arquitecto Gonzalo Agudo o la Iglesia de la Milagrosa, sin embargo ha quedado relegado al olvido y los que la recuerdan solo lo hacen porque durante una época fue la casa de un torero,  Antonio Borrero Chamaco. E incluso en ese caso, una parte amplia de la población lo confunde con la Casa Palacio de los Litri que se encuentra en la Calle Rico nº8. Su último cometido fue servir como sede principal de la Oficina de Turismo de la Junta de Andalucía hasta diciembre de 2013, pero preguntas por él y te remiten a Salamanca.

Una amnesia monumental

A pesar de todo, no hay motivo para sentir incomodidad por esto, necesitamos aprender y no pasa nada por reconocerlo. No somos la causa, somos la consecuencia, la consecuencia de una serie de errores del pasado que hay que luchar por no volver a cometer, ni permitir que otros los cometan. Algunas razones son inevitables, como el gran terremoto de Lisboa de 1755 que destruyó la ciudad y el maremoto que barrió el litoral. Pero otras, otras… no deben volver a repetirse.

El S. XX en la capital se ha caracterizado por la destrucción patrimonial a favor del ahorro y las ganancias. Resultaba más práctico derribar edificaciones de interés en estado de abandono para vender solares o construir de cero y alquilar, que restaurar y mantener. Era más fácil y barato enterrar lo encontrado o meter la pala sin mirar. ¿Por qué? Porque lo antiguo no era antiguo, era viejo, afeaba y encarecía la transformación urbana.  Éste y otros factores como el crecimiento de la tasa de natalidad, el éxodo de los pueblos a la ciudad, los periodos de expansión urbana dejando de lado el valor histórico y más tarde la falta de gestión urbanística que hacía oídos sordos a la normativa de protección, supusieron el final para algunos monumentos arquitectónicos que ya agonizaban y que hoy pretendemos recordar tal y como eran. Se extendió  el fachadismo como moneda de cambio a la restauración y se felicitaron por ello. Como diría el refranero “entre todos la mataron y ella sola se murió”.

¿Qué podía aprender el pueblo llano que emergía a la cultura con un ejemplo como éste? A consentir, a tolerar, a aceptar una realidad que no estaba en sus manos cambiar. Los padres tuvieron hijos y estos les dieron nietos,  la desgana se generalizó y al final penetró en nuestra identidad.

A lo largo de mi mañana paseando por la ciudad y hablando con sus habitantes las palabras que más se repitieron fueron “Esto es Huelva, no esperes ver gran cosa porque aquí no hay nada”. De una manera u otra todos me decían lo mismo y se encogían de hombros. Afectada por el conformismo ciudadano al final me decidí a preguntar a una joven con poco más de 20 años el porqué de esa creencia, a lo que ella contestó: “Porque aquí estas cosas no se conservan, ni se potencian, ni se respetan.” La respuesta de esta joven estudiante en pleno s.XXI, año 2015, resonó en mi cabeza. La guinda la puso un señor muy respetable cuando a mi consulta, mapa en mano, respondió: “Si me permite, esto es lo que tiene que ver: El Palacio de Mora Claros, la Iglesia de la Concepción, el Gran Teatro, el Ayuntamiento de Huelva, la Iglesia de San Pedro, la Catedral, la Plaza de Toros y el nº14 de la Calle Berdigón. Y le digo una cosa, es lo que hay, sin más.”

Hoy en día especialistas y voluntarios amantes de la historia han comprendido la importancia de conocer su patrimonio y trabajan dentro de sus posibilidades para mantenerlo y darlo a conocer. Ahora la lucha no solo se centra en salvar nuestros bienes culturales, sino también en conseguir acabar con el sentimiento ciudadano que nos lleva a creer que aquí no hay nada. Hay propuestas disponibles, exposiciones, rutas con guía, presentaciones de libros, conferencias, etc., que explican lo que Huelva puede brindar, solo que estamos acostumbrados a no tener que interesarnos por ello. Tenemos que aprender a apreciar lo que nuestra ciudad es capaz de enseñarnos y esforzarnos por protegerla. Será un proceso lento, hay que adaptarse al cambio pero debemos estar dispuestos. Por esa razón les invito a consultar todas las actividades que mes a mes se ofrecen en la localidad. Consulten la revista Info Ocio, vayan al Centro de Visitantes Puerta del Atlántico, visiten las oficinas de turismo, paseen por el Museo, pregunten en las asociaciones… Conozcan de verdad su localidad.

Hay mucho más en Huelva de lo que creen. Solo tenemos que trabajarlo y aprender a valorarlo como se merece. El patrimonio, ya sea antiguo o joven, en cantidad o en pequeñas dosis, es patrimonio y necesita de nuestro cuidado y apoyo. “Esto es Huelva” no puede significar que no tenemos nada que ofrecer, debe significar que somos grandes, pero no porque nos lo tengamos que creer, ni porque nos lo inculquen o necesitemos alardear de galones históricos, sino simplemente porque es cierto, “sin más”.

Referencias:

Guía de arquitectura de Huelva. Colegio Oficial de Arquitectos de Huelva (2002) José Álvarez Checa, Lourdes de la Villa Márquez y Ana Mª Mojarro Bayo.

Callecedario. Glosario de las calles, vías y plazas de la ciudad de Huelva ordenadas alfabéticamente. (2009) Domingo Martín Gómez.

Historia de las calles y plazas de Huelva. Tomo I. (1983) Diego Díaz Herrero. 

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