La expresión de nuestro legado

La estación del cambio

El día en que Guillermo Sundheim se montó en aquella locomotora, un 13 de octubre de 1879, para hacer el primer ensayo en las vías de la línea Sevilla-Huelva, nuestra capital abrió los ojos a la industrialización. Desde entonces hasta hoy, la que fue llamada Estación de Sevilla se ha convertido en testigo mudo de su propia historia.

La estación del cambio

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Aunque Huelva fue considerada legalmente capital de provincia a partir de 1833, no fue reconocida como ciudad hasta septiembre de 1876. El cambio queda como se suele decir 'a la vuelta de la esquina'.

La estación del cambio

En aquella época Huelva era solo una sencilla y pequeña villa pesquera, donde todos sus vecinos se conocían o compartían algún lazo familiar. ¿Quién no ha escuchado alguna vez una de esas 'batallitas' que cuentan nuestros abuelos sobre su niñez, sus padres o las costumbres de antaño? Son historias llenas de incertidumbre y de lucha por la supervivencia; sucesos de nuestro pasado que nos dicen quiénes somos y hasta dónde podemos ser capaces de llegar gracias a su ejemplo.

De todos los cambios que vivió nuestra ciudad, la llegada del ferrocarril  fue con diferencia el más transformador. El exitoso comercio que surgió a raíz del trabajo en las Minas de Riotinto, hizo que fuera necesario un medio de transporte que permitiera llevar el cargamento de mineral de manera más rápida y segura hasta su destino. Y así comenzaron a fraguarse en 1858 los primeros planes para construir la línea Sevilla-Huelva.

Fue un proyecto que a lo largo de veinte años pasó por varias manos. El primer diseño lo presentó el ingeniero francés Carlos Lamiable y Watrin en 1859, pero quedó relegado al olvido. Once años después, el proyecto fue rescatado por la Compañía de Ferrocarril de Sevilla-Huelva. Más tarde, en 1875 por Guillermo Sundheim. Hasta que por fin, en 1877 se hizo responsable de él la empresa privada MZA (Compañía de los ferrocarriles de Madrid a Zaragoza y Alicante) que encargó el trabajo a la Sociedad Sundheim y Doetsh.

El responsable de diseñar todo el proyecto, incluyendo cada una de las estaciones de la línea desde la capital onubense hasta la hispalense, fue Jaime Font y Escolá.

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Por aquel entonces este ingeniero badalonés ya había alcanzado la cumbre de su profesión. Fue un respetado proyectista en su época, hasta el punto de recibir por su trabajo la Cruz de Isabel la Católica. Hoy en día es conocido principalmente por participar en el proyecto del Faro de Chipiona, que resultó ser el más alto de España y el quinto más alto del mundo.

Dedicó los últimos años de su vida a construir la vía férrea de Sevilla-Huelva y sus estaciones, hasta que al morir en 1880 Pedro Soto le sucedió en el cargo para completar el trabajo.

Todas las estaciones fueron construidas bajo el mismo estilo, el neomudejar. Con la tendencia historicista se abandonaba a finales del siglo XIX el modelo clásico en busca de nuevas soluciones visuales y arquitectónicas. A pesar de su indudable parecido, cada una de las estaciones fueron levantadas dependiendo de su importancia, es decir, de si eran de primera, segunda o tercera clase, por lo que las diferencias más notables entre ellas son el tamaño y su riqueza decorativa.

De entre todas, la más destacable es la estación de la capital onubense que se conserva en perfecto estado. Con el paso de los años, no obstante, ha sufrido diferentes remodelaciones internas que la han ido adaptando a las nuevas necesidades de la empresa y de los viajeros.

Hoy en día nuestros mayores aún la recuerdan por su nombre original 'Estación de Sevilla', algo que a veces puede resultar confuso para las nuevas generaciones.

La estación del cambio

Fue edificada entre 1875 y 1888, año en el que se inauguró el edificio. Construido usando como elemento principal el ladrillo visto, consta de tres cuerpos, siendo el central más bajo que los laterales. En su estructura podemos observar elementos ornamentales neomudéjares. Destacan las almenas escalonadas, los arcos de herradura y los relieves geométricos, que son propios de la arquitectura típica de Al- Andalus.

En la portada principal predominan motivos que recuerdan a los paños de sebka. Un arco de herradura con su rosca decorada a base de lóbulos en relieve rememora el arco polilobulado del arte islámico y unos falsos arcos ciegos con remate escalonado decoran los laterales de la puerta y el segundo cuerpo sobre la portada.

En torno a todo el edificio, bajo las cornisas se pueden observar elementos que recuerdan a los modillones de rollo. Las ventanas y puertas secundarias se desarrollan por toda la construcción como arcos de herradura encuadrados por un alfiz. El espacio que queda entre la rosca del arco y el alfiz, denominado albanega, se distingue por unas cruces estrelladas que se repiten siguiendo un esquema geométrico ordenado que da personalidad a la estación.

En su conjunto, este monumento resalta por la expresividad de sus detalles y su buen gusto. Dominando la Avenida de Italia desde su posición estratégica, es el responsable de la primera impresión que muchos viajeros tienen de Huelva al llegar a nuestra tierra.

La estación del cambio

Quedan lejos aquellos días en los que un billete de primera clase costaba cincuenta y cinco reales con sesenta y seis céntimos. Han desaparecido los vagones de tercera clase y ya no es posible fumar durante el trayecto. La seguridad, la velocidad, la energía que pone en funcionamiento al tren, los materiales para su construcción… Todo ha cambiado. Pero la esencia sigue siendo la misma.

Una estación siempre acerca las distancias y abre fronteras. Es un símbolo de apertura al mundo. Nos habla de nuevos horizontes y de vueltas a casa. Es un lugar donde los abrazos, las lágrimas, los besos y las sonrisas son protagonistas. Sus muros han visto muchas despedidas y  reencuentros; hijos que se van, padres que vuelven. A veces viajamos por placer, otras por obligación y a menudo por necesidad. Pero siempre, volvemos la vista atrás antes de que el tren se ponga en marcha. Una última mirada de nostalgia que promete un pronto regreso.

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