el tratado de lo antiguo

Un repaso por las factorías de salazones del litoral onubense

Tanto el entorno como el propio emplazamiento de la ciudad de Huelva están caracterizados por su estrecha relación con el mar, y por ende, con las actividades ligadas a él, por ello nos ha parecido de gran importancia acercar la huella que ha dejado la industria de salazones en la arqueología de Huelva y de su entorno más cercano.

Un repaso por las factorías de salazones del litoral onubense

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Como sabemos, la industria de salazón es una de las primeras que se desarrolló, y que llega hasta el día de hoy casi sin cambios apreciables. Según los textos, los fenicios fueron los que enseñaron a los habitantes del sur de España a hacer salazones en su comercio con el mítico Tartesos.

De la industria de salazón fencicia hay pocas evidencias, porque otros: los cartagineses, romanos, árabes y cristianos, entre otros, se superpusieron sobre ellas. Se sabe que Adolf Schulten descubrió una factoría de salazón fenicia en el Coto de Doñana en su desesperado intento por encontrar la capital de Tartesos, siguiendo siempre las confusas descripciones de Avieno en la “Ora Marítima”.

Sin embargo, fue con la llegada de los romanos en la 3ª Guerra Púnica (212 a. C) cuando esta industria alcanzó su máximo esplendor, ya que al ver el tesoro que escondían los mares de Iberia, se afanaron a explotar toda su riqueza, como también ocurrió con otras actividades como fueron la minería o la agricultura. De esta forma, se abrieron factorías de salazones por toda la  costa andaluza y se elaboraron los mejores garum de la historia.

Situándonos en la provincia de Huelva, y siguiendo un recorrido por el litoral de Oeste a Este, encontramos numerosos vestigios de factorías de salazones, de los cuales quedan pocas evidencias in situ de las piletas de las factorías, ya que únicamente se hallan restos cerámicos que apuntan a la existencia de las mismas. Así podemos observar que pudo haber factorías de salazones en Punta del Moral (Ayamonte), La Viña (Lepe), El Terrón (Lepe), Urberosa, La rivera /Tenerías (Cartaya), Punta Umbría, Las Cojillas (Aljaraque), Isla Saltés, El Rincón, Huelva, Mazagón, Almonte...

Centrándonos en Huelva capital,  la vinculación de la Onuba Aestuaria con la explotación de los recursos marinos, con fines que superan al mero autoabastecimiento local, se remontarían al menos al siglo VI a. C, como se deduce tras el resultado de las excavaciones realizadas en el solar nº 10 de la calle Puerto. Las estructuras detectadas en este solar se interpretaron como almacenes en conexión con el comercio marítimo, asociados a un importante conjunto de cerámicas griegas procedentes del Ática, de Corinto, Quíos y Samos, de Laconia y Focea.

El análisis de restos de fauna marina presentes documentó la existencia de actividades intensas y complejas, encaminadas, entre otras a la captura de fauna marina de gran tamaño: atunes, escualos, corvinas y otras especies. Esta vinculación, entre otras, ha llevado a relacionar estrechamente el rico material griego del siglo V a. C. hallado en Huelva con el comercio de salazones, conectando así con las referencias literarias de los comediógrafos áticos sobre las conservas del área gaditana, en la que entraría Huelva.

Estas asociaciones se enmarcan en la hipótesis según la cual, tras la crisis del siglo VI a.C., los metales peninsulares, inmersos en los circuitos económicos mediterráneos, son paulatinamente sustituidos, como bienes de intercambio, por productos transformados de origen agrícola y marino, entre ellos las salazones de pescado, cuya distribución también alcanzaría desde momentos tempranos la mayor parte de las costas atlánticas peninsulares.

Desde estas perspectivas se puede esbozar la situación de la explotación de los recursos marinos en la región durante época romana. En la ciudad actual se conocen dos factorías salazoneras que fueron excavadas: una en antigua calle Millán Astray (hoy calle 3 de Agosto) y otra en la calle Palos.

En la antigua calle Millán Astray (calle 3 de Agosto) se excavó parte de una factoría, de medianas dimensiones, que comprendía siete depósitos para el tratamiento del pescado. La industria conoció dos momentos constructivos, en el segundo de los cuales se reorganizaron las piletas y se construyó un aljibe. En su interior se hallaron ánforas y vajilla fina que permiten confirmar su uso los siglos IV- V d. C.

Otra factoría se excavó en la calle Palos, de medianas dimensiones, bien estructurada, con muestras de reparaciones diversas y transformación tardía. La fundación del asentamiento se dató a mediados del siglo I d.C., su abandono a fines del II o principios del III.  El conocimiento de estas estructuras permitió a su excavador considerar estas actividades como básicas en la economía de Onuba romana, que habría sido un centro importante de tratamiento de recursos marinos.

El poblamiento del territorio onubense, fundamentalmente el que se extiende entre el Guadiana y el estuario del Tinto y el Odiel, parece conservar una clara funcionalidad pesquera durante todo el período. Varios núcleos han sido identificados como poblados costeros, circunstancia que indicaría la existencia de una actividad pesquera muy desarrollada. Así pues comprobamos que se trataba de una industria muy prolífica de la cual no sólo se abastecía a la población de la zona, sino que también se comerciaba con ella, y que a día de hoy se sigue manteniendo.

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