Preysler y el escribidor

A mi admirada Maria Dolores Pradera, con su voz melódica y sus maneras elegantes, le gustaba cantar por los escenarios de medio mundo 'Amarraditos', una de las joyas de su discografía, una deliciosa canción que acompañada por las guitarras de Los Gemelos quitaba el hipo a las parejitas de enamorados.

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El comienzo es puro azúcar: “ Vamos amarraditos los dos / Espumas y terciopelo / Yo con un recrujir de almidón / Y tú serio y altanero”.

La canción podría servir de fondo para contar la historia de amor de la socialité Isabel Preysler (71 años) y el intelectual Vargas Llosa (86), una pareja que hizo suya también la frase de Isabel Pantoja –la humildad es la marca de la casa– cuando, al advertir la presencia de un grupo de periodistas, le dijo a su queridísimo Julián Muñoz  aquello de “dientes, dientes, que eso es lo que les jode”. Pradera lo canta de otra manera, con otras palabras, para explicitar que el orgullo es un pecado: La gente nos mira con envidia por la  calle / Murmuran los vecinos / Los amigos y el alcalde.

Preysler y Vargas Llosa han protagonizado durante 8 años una historia sentimental que hubiera firmado en sus mejores tiempos Corín Tellado, ahí están las revistas del colorín con el ¡Hola! a la cabeza, las mismas revistas ¡oh, sorpresa! que coinciden en señalar que Isabel y Mario pertenecían a mundos distintos, una versión que se apresura  difundir, sobre todo, el entorno del Nobel peruano.

La biografia sentimental de Vargas Llosa es, si me apuran, cuando menos peculiar. El escritor se casó cuando tenía 19 años con su tía, la escritora boliviana Julia Urquidi, diez años mayor que nuestro protagonista. Ocho duró la relación, contada en el libro 'La tía Julia y el escribidor', obra que se convirtió en telenovela de éxito en los años 80.

Urquidi le devolvió la pelota –las mejores bofetadas se dan sin mano– en su novela 'Lo que Varguitas no dijo'. La buena señora –como toda hija de vecina– no comprendía las razones del escritor para llevar el romance a un libro. Vargas Llosa se casó más tarde con su prima, Patricia Llosa, con la que compartió 50 años de matrimonio hasta que ¡Hola! publicó unas fotos del escritor con Isabel Preysler para reivindicar que el matrimonio es la principal causa de divorcio, como argumentaba Groucho Marx.

Isabel también ha tenido una vida sentimental azarosa, variopinta, donde se incluyen un cantante, Julio Iglesias; un marqués, Carlos Falcó; un economista, Miguel Boyer; y hasta un escritor de éxito, Vargas Llosa, el único con el que no se ha casado y con el que tampoco ha tenido descendencia.

Tras su penúltima ruptura amorosa, dicen las malas lenguas –que en España aciertan casi siempre– que la 'Reina de Corazones' tendría una nueva ilusión, como dicen ahora los cursis: ya veremos si la revista de los Sánchez Junco, esa que ella maneja con la desgana de una diva, no nos regala una portada –previo paso por caja– donde Isabel anuncie que otra vez está feliz y enamorada.

Vargas Llosa es un escritor dueño de una prosa profunda, densa, aderezada por una imaginación desbordante. La obra 'La ciudad y los perros' (1963) –galardonada con varios premios– le lanzó a la fama y junto a Garcia Márquez, Borges, Rulfo y Fuentes le colocó en una posición privilegiada dentro del denominado 'boom' de la novela hispanoamericana de los 60 y 70. Ha cultivado el periodismo y la política. Ha obtenido numerosos galardones internacionales, entre ellos el Nobel de Literatura en 2010, el decimoprimer autor en lengua hispana en ganar tal distinción.

En España su obra se ha hecho popular, una fama incrementada, en los últimos años, todo hay que decirlo, por su relación sentimental con Isabel Preysler que le ha deparado mayor venta de libros y situaciones incómodas que el Nobel –como persona inteligente que es– tenia que haber previsto.

Tanto trabajo, tanto esfuerzo, tanto estudio, concluye servidor de ustedes, para que el prestigio de toda una vida quede dañado por las revistas de la farándula que nada tienen que ver con la literatura. Tanto luchá pa ná, como dijo camino de la enfermeria el torero ecijano Pepe Luis Vargas cuando un toro de Barral le infligió en la Maestranza un cornalón de caballo que a punto estuvo de mandarle al otro barrio.

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