Dichas muestras se han localizado en la zona de la Barriada de Pescadores, concretamente, en La Antilla, dentro del término municipal de Lepe. Asimismo, los servicios de Protección Civil y Policía Local se han desplazado a la zona para informar a los usuarios y acotar la zona afectada.
Fruto de esta situación, el Ayuntamiento de Lepe ha aconseja no tocar a las medusas, debido a que son extremadamente peligrosas; seguir las recomendaciones y advertencias de Policía Local y Protección Civil; si ocurre algún contacto accidental, acudir rápidamente a los servicios de urgencias médicas, y no bañarse en el mar ni realizar actividades náutico-deportivas hasta nuevo aviso.
Por su parte, el alcalde del municipio, Juan Manuel González, ha informado a Europa Press de que unas 200 medusas han llegado a la costa a causa de la subida de la marea, por lo que la playa ha sido precintada por motivos de seguridad.
Una falsa medusa
Con apariencia de medusa, la carabela es en realidad un organismo colonial cuyos individuos se especializan para mantener viva la colonia. Se trata de una agrupación de hidroides que se dividen el trabajo: el neumatóforo (parte que flota o vela), los gastrozoides (digestión), dactilozoides (detección y captura de presas, y defensa) y los gonozoides (se ocupan de la reproducción). Está formada por una vela gelatinosa de entre 15 y 30 cm que le permite recorrer los océanos impulsada por los vientos, las mareas y las corrientes marinas, mientras que del cuerpo central cuelgan numerosos tentáculos que le sirven para atrapar a sus presas y que extendidos puede llegar a medir hasta 50 metros, aunque normalmente tienen una extensión de unos 10 metros.
Estos tentáculos están provistos de cápsulas urticantes denominadas cnidocitos que pueden paralizar a un pez grande y afectar seriamente al ser humano. Estas cápsulas, ante el estímulo apropiado, liberan un filamento hueco espiralado de un único uso llamado nematocisto, que puede ser de distintos tipos: simples ventosas, prolongaciones largas de los tentáculos que se enrollan alrededor de la presa, y púas o espinas que pueden inyectar una toxina proteínica que paraliza a la presa.
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