PEDRO RODRÍGUEZ EXPONE EN LA CASA COLÓN
Naturalezas cercanas
'vendimia'
Recorren la muestra de la Casa Colón los paisajes vividos, la iglesia, y el río, allá a lo lejos, la mar, los paisajes abiertos o la cotidianeidad, porque en todos lados la belleza se puede encontrar
El OCIb trae a Huelva una exposición del pintor moguereño Pedro Rodríguez

A veces una muestra de pinturas es algo más que una serie de cuadros, puede ser que esas pinturas estén expuestas para disfrute del espectador, de las almas sensibles que gustan de las bellas artes, del trabajo meditado y sabiamente expresado mediante técnicas que no sólo la experiencia sabe ejecutar, sino también el corazón, trasunto del alma, de la inspiración. Sensibilidad.

De la mano del Otoño Cultural Iberoamericano, Pedro Rodriguez ha tenido la oportunidad de reencontrarse con sus admiradores, que somos legión, pero también con la vida de artista que ha querido relegar en los últimos años a un segundo plano. Tiempo para la reflexión. El pintor de Moguer se alejó momentáneamente de la paleta, de los pinceles y de un estudio en el que ha continuado estudiando y aprendiendo de la belleza que le rodea, de lo que sabe ver, sean los objetos comunes que tiene a su alcance o los paisajes por los que transita, los de su pueblo, «Moguer, fuente de vino que, como la sangre, acude a cada herida suya, sin término; manantial de triste alegría que, igual al sol de abril, sube a la primavera cada año, pero cayendo cada día» (1), los del río y las playas. De ahí que el pintor no haya detenido su quehacer, ha sido solo eso, un descanso que aprovecha para nutrirse de la belleza que ha buscado, y encontrado, en su larga trayectoria. Parada transitoria para regresar al olor a trementina, a la docilidad del acrílico, a la paleta, la espátula y el pincel, porque siempre quiso de su pueblo «pintar su esplendor, rojo frente al ocaso de otoño, doblado con sus pinetes en la charca de cristal que socava la arena…» (2), dibujar el río porque «es para mí una fiesta ver el río desde la colina de los pinos, evocadora, con su bosquecillo alto, de parajes clásicos» (3) y en el horizonte desde la atalaya moguereña «la alegría del viento de mar en la maraña de los eucaliptos» (4). Celebra la nueva búsqueda de la belleza Pedro Rodríguez con esta retrospectiva breve, lo realizado en los últimos años, que nos ofrece en la Casa Grande de la Casa Colón hasta el próximo 6 de octubre.
Celebra el autor la nueva búsqueda de la belleza con esta retrospectiva breve, lo realizado en los últimos años, que nos ofrece en la Casa Grande de la Casa Colón hasta el próximo 6 de octubre
Naturalezas en los paisajes que «entre desgarrones de nubes, se ven malvas y rosas tristes» (5), o bodegones de vidrio (1) que son «como una caña de cristal grueso y claro, que espera todo el año, bajo el redondo cielo azul, su vino de oro». y granadas la «aurora hecha breve rubí, de los granos que vienen pegados a la piel» (6) y que inexplicablemente Pedro reproduce de manera que los puedes sentir, como los vasos o las botellas que están a punto de caer, queriéndose hacer abstracciones que no lo llegan a ser porque el artista no busca solo una composición exacta o el ritmo cromático más adecuado, sino que lleva al espectador a sentir aquellas impresiones que a él le han cautivado y que narra de forma precisa y clara.

También recorre la muestra de la Casa Colón los paisajes vividos, la iglesia que «ya en la cuesta, la torre del pueblo, coronada de refulgentes azulejos, cobraba, en el levantamiento de la hora pura, un aspecto monumental» (7), y el río, allá a lo lejos, la mar, los paisajes abiertos o la cotidianeidad, porque en todos lados la belleza se puede encontrar, en «un árbol cualquiera que por primera vez acariciamos, nos llena, Platero, de sentido el corazón» (8). De todo esto trata 'Vendimia', la muestra de un referente de la pintura más actual que se hace en Andalucía, de un artista en el que se
Rodríguez es un referente de la pintura más actual que se hace en Andalucía, un artista en el que se conjugan una depurada técnica y una honda reflexión para establecer una liturgia profana que se hace fiesta como en la vendimia del moguereño universal
conjugan una depurada técnica y una honda reflexión para establecer una liturgia profana que se hace fiesta como en la vendimia del moguereño universal: «¡Qué alegres en aquel tiempo las bodegas, Platero, la bodega del Diezmo! Bajo el gran nogal que cayó el tejado, los bodegueros lavaban, cantando, las botas con un fresco, sonoro y pesado cadeneo; pasaban los trasegadores, desnuda la pierna, con las jarras de mosto o de sangre de toro, vivas y espumeantes; y allá en el fondo, bajo el alpende, los toneleros daban redondos golpes huecos, metidos en la limpia viruta olorosa…» (9). Esto es la 'Vendimia' de Pedro Rodríguez, un recorrido por sus sentimientos, por lo más amado. Naturalezas cercanas.
(1) El vino. CXXIV. Platero y yo. Juan Ramón Jiménez.
(2) El molino de viento CXXVIII. Ibid.
(3) Amistad XLIII. Ibid.
(4) La arrulladora XLIV. Ibid.
(5) Tormenta LXXI. Ibid.
(6) La granada. XCVI. Ibid.
(7) La iglesia. XXII. Ibid.
(8) El árbol del corral XLV. Ibid.
(9) Vendimia LXXII. Ibid.
Aviso al lector. El autor es admirador y amigo del pintor, luego toda objetividad es imposible. Coinciden ambos, crítico y pintor, en una visión interior del arte que se transmite como discurso filosófico. También en las decenas de veces que han disfrutado de 'Platero y yo', que Espacio aparte es una reflexión esencial para entender todas las cosas hermosas que nos rodean.