HISTORIA

El combate naval de Saltés

La segunda mitad del siglo XIV albergó una serie de guerras entre la Corona portuguesa y la castellana en base a la sucesión regia de Castilla, siendo una de ellas, la tercera de las llamadas por la historiografía medieval Guerras Fernandinas, la que tendría una especial repercusión en el territorio onubense o, mejor dicho, en su litoral.

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El monarca portugués Fernando I (1345-1383) alegaba tener derechos legítimos sobre el trono castellano tras la muerte de Pedro I de Castilla, por lo que inició acciones de guerra contra el rey Juan I de Castilla (1358-1390), para conseguir sus propósitos en lo referente a derechos sucesorios. De tal forma, y en lo que nos incumbe, rompería el Tratado de Santarem de 1373, que sería el que trajo la paz a la segunda guerra entre ambos reinos hispánicos, contando en esta ocasión con el apoyo de Inglaterra, el siempre fiel aliado de Portugal, manifestado en el envío de unos dos mil hombres a Lisboa, al mando del Conde de Cambridge, con la intención de penetrar desde allí con un poderoso ejército (formado en gran parte por los temidos arqueros ingleses) en las fronteras castellanas.

El combate naval de Saltés

De otro lado se encontraba la Armada castellana, compuesta por unas diecisiete galeras, y fondeada en Sevilla al mando del Almirante Mayor Don Fernando Sánchez de Tovar, quien era un experimentado marino, curtido en multitud de batallas navales anteriores contra los reinos de Francia, Portugal e Inglaterra, al igual que contra navíos flamencos y otros pertenecientes a los piratas beréberes. Así, su mayor logro fue la captura de tres navíos mercantes ingleses en el estuario del Támesis durante la Guerra de los Cien Años, cuando la Corona castellana prestó su apoyo al Reino de Francia.

La táctica del monarca luso durante este conflicto bélico fue enviar la flota de su Reino hacia el sur, hasta penetrar en aguas castellanas, mientras que otra flota formada exclusivamente por navíos ingleses, al mando del Duque de Lancaster, debía unirse a la portuguesa aunque, en principio, operaría contra Castilla desde el Norte; sin embargo, Sánchez de Tovar tenía orden de dirigirse a las costas del Algarve y, tras tomar contacto visual con la flota portuguesa, decidió efectuar una retirada táctica, previendo una posible derrota ante la superioridad numérica de la flota lusa.

De tal forma, el almirante castellano decidió poner rumbo a la ría de Huelva, tramando una estrategia de desgaste primero, sabedor de que los remeros enemigos se cansarían ante una persecución sin cuartel hacia su flota y, segundo, confiaba en que las naos portuguesas quedarían embarrancadas e inmovilizadas ante la escasa profundidad de las aguas de la ría onubense, pudiendo ser entonces fácilmente atacadas una tras otra.

El combate naval de Saltés

El combate naval dio comienzo el día 17 de Julio del 1381 frente a la isla de Saltés, cuando la vanguardia de la flota del Reino de Portugal, compuesta por doce galeras y una galeota, penetró por la ría, donde la esperaban los buques castellanos en formación de combate. Así, en una posición ventajosa por parte de la flota de Castilla, los navíos portugueses cayeron al abordaje uno tras otro, siendo irremediablemente capturados por la mejor preparación militar de los infantes castellanos, pues cuentan las crónicas que gran parte de la marinería portuguesa fue reclutada forzosamente y poseía una escasa preparación en el arte de la guerra.

Posteriormente, llegarían las ocho galeras portuguesas que quedaron rezagadas y el duro combate naval obtuvo los mismos resultados que el efectuado con la primera avanzadilla, esto es, una aplastante victoria del bando castellano sobre el portugués, con grandes pérdidas humanas para los lusos y escasas por parte de la marinería castellana.

El combate naval de Saltés

Los resultados finales de la batalla fueron una completa victoria para la Armada castellana, que sufrió unas trescientas cincuenta pérdidas, mientras que los portugueses padecieron unas tres mil doscientas, así como la pérdida de sus navíos que, para mayor deshonra, fueron exhibidos para disfrute del pueblo en localidades castellanas cercanas  arrastrando sus pendones bajo el agua, en señal de rendición. También, los marineros onubenses de la victoriosa flota de Castilla, en represalia por las atrocidades cometidas por los lusos contra los barcos de pesca de Huelva, ajusticiaron a cuatrocientos marinos portugueses cautivos por la “moja de pies”, pena ésta que era consistente en arrojar al mar al preso atado de pies y manos.

Ante tal victoria naval, las repercusiones inmediatas no se hicieron esperar por parte de los castellanos, siendo el propio Sánchez de Tovar el encargado de bloquear el puerto de Lisboa durante un mes, en Noviembre de 1381 y, ya al año siguiente, una flota de navíos vizcaínos y cántabros asolaría la desembocadura del Tajo durante seis meses, causando graves pérdidas de buques al Reino de Portugal.

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