VIDA SOSTENIBLE
Qué es la permacultura y qué incidencia tiene en el día a día de nuestra alimentación
18.50 h. Huertos sostenibles que se cultivan en Aljaraque y Aracena buscan “mejorar la vida” con un aumento de la oferta agrícola local y de temporada.


La permacultura es un estilo de vida que busca construir un sistema comunitario que revolucione el paradigma del consumo alimentario y la producción agrícola, ofreciendo una alternativa al desarrollo de monocultivos que están favoreciendo el cambio climático.
El concepto de permacultura, aunque nació en Australia en los años 80 copiando un modelo de producción agrícola que ya estaba presente en la era pre-industrial, ha conseguido introducirse tanto en la terraza de algún apartamento en la desértica y calurosa Dubai, como en campos de refugiados o en pequeños pueblos y comunidades del sur de Europa.
El proyecto Permanatural en Aljaraque, desarrollado por Valentín Gandasegui, nació como un campo de experimentación natural donde cada día se demuestra que cultivar y alimentarse de manera sostenible es posible.
Lo que ha creado en su finca familiar es un espacio donde los tomates lindan con los pepinos, con las calabazas o el kale; donde pájaros, insectos y microorganismos mantienen las plagas a raya con el objetivo de producir alimentos libres de tóxicos, llenos de vida que alimenten y sean medicina para su familia y otras personas de su comunidad que apuestan por una alimentación sana y consciente de cercanía.

La permacultura es “una filosofía de aprovechamiento de la tierra” que “acompaña a la naturaleza y respeta sus tiempos, así que “no encaja en un sistema donde se produce forzando la naturaleza para satisfacer la demanda de productos fuera de temporada exportados de otros países como ocurre con la demanda de frutos del bosque en invierno por parte de países del norte de Europa”, señala Gandasegui, ingeniero técnico agrícola por la Universidad de Huelva.
Asegura que “los sistemas productivos actuales están acabando con todos los recursos, destrozando el suelo, quitándole vida a la Tierra.
De hecho, un informe presentado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), mantiene que la producción agrícola es “causante del cambio climático, aunque este documento también la presenta como solución.
En este sentido, el ingeniero onubense tiene claro que el futuro se encuentra en la permacultura, que intenta crear un ecosistema, generar biodiversidad y traer vida al suelo”. La propuesta concreta es diseñar un huerto donde no se usan pesticidas, se cultivan hortalizas locales y de temporada sin ningún tipo de forzado para la naturaleza con el fin de regenerar la vida en el suelo, ayudando a combatir el cambio climático y respondiendo a una demanda cada vez más amplia de alimentación saludable.

El mayor beneficio de los cultivos basados en la permacultura “es que cada día puedes recolectar productos de primera calidad, que sabes cómo han sido producidos, frescos, locales y consumirlos día a día”, apunta Gasandegui.
La permacultura es un estilo de vida que busca construir un sistema comunitario que revolucione el paradigma del consumo alimentario y la producción agrícola, ofreciendo una alternativa al desarrollo de monocultivos que están favoreciendo el cambio climático. El concepto de permacultura, aunque nació en Australia en los años 80 copiando un modelo de producción agrícola que ya estaba presente en la era pre-industrial, ha conseguido introducirse tanto en la terraza de algún apartamento en la desértica y calurosa Dubai, como en campos de refugiados o en pequeños pueblos y comunidades del sur de Europa. El proyecto Permanatural en Aljaraque, desarrollado por Valentín Gandasegui, nació como un campo de experimentación natural donde cada día se demuestra que cultivar y alimentarse de manera sostenible es posible. Lo que ha creado en su finca familiar es un espacio donde los tomates lindan con los pepinos, con las calabazas o el kale; donde pájaros, insectos y microorganismos mantienen las plagas a raya con el objetivo de producir alimentos libres de tóxicos, llenos de vida que alimenten y sean medicina para su familia y otras personas de su comunidad que apuestan por una alimentación sana y consciente de cercanía. La permacultura es “una filosofía de aprovechamiento de la tierra” que “acompaña a la naturaleza y respeta sus tiempos, así que “no encaja en un sistema donde se produce forzando la naturaleza para satisfacer la demanda de productos fuera de temporada exportados de otros países como ocurre con la demanda de frutos del bosque en invierno por parte de países del norte de Europa”, señala Gandasegui, ingeniero técnico agrícola por la Universidad de Huelva. Asegura que “los sistemas productivos actuales están acabando con todos los recursos, destrozando el suelo, quitándole vida a la Tierra. De hecho, un informe presentado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), mantiene que la producción agrícola es “causante del cambio climático, aunque este documento también la presenta como solución. En este sentido, el ingeniero onubense tiene claro que el futuro se encuentra en la permacultura, que intenta crear un ecosistema, generar biodiversidad y traer vida al suelo”. La propuesta concreta es diseñar un huerto donde no se usan pesticidas, se cultivan hortalizas locales y de temporada sin ningún tipo de forzado para la naturaleza con el fin de regenerar la vida en el suelo, ayudando a combatir el cambio climático y respondiendo a una demanda cada vez más amplia de alimentación saludable. El mayor beneficio de los cultivos basados en la permacultura “es que cada día puedes recolectar productos de primera calidad, que sabes cómo han sido producidos, frescos, locales y consumirlos día a día”, apunta Gasandegui. Por su parte, el doctor en Biología Vegetal por la Universidad de Sevilla Dani Trigueros asegura que “se puede tener un huerto en cualquier sitio, siempre que se puedan cubrir las necesidades básicas de sus cultivos; sustrato adecuado, nutrientes, luz y agua”. Además, apunta que, si el huerto es manejado de acuerdo con los principios que rigen los huertos sostenibles, “mejorará nuestra vida y las condiciones de habitabilidad de nuestro planeta”. Según Trigueros, que está desarrollando su proyecto de vida sostenible ‘La ecoHuerta del Tito’ en la Sierra de Aracena y Picos de Aroche, el éxito que tendrá la huerta dependerá de “nuestro interés y de otros factores como pueden ser el uso el cuidado del suelo y el uso de elementos auxiliares para aumentar y fijar la biodiversidad”. Trigueros subraya que en un huerto las plagas “no son el verdadero problema; estas son consecuencia de desequilibrios originados por un manejo incorrecto. Un proyecto educativoEl biólogo, natural de Paradas (Sevilla), ha llevado su modelo a otro nivel creando el proyecto educativo educaHuertos, que pretende introducirse en los colegios como apoyo al profesorado en la labor docente generada en torno a los huertos escolares. “No solo nos dedicamos a producir alimentos sanos para abastecer a familiares y hacer trueque con los excedentes, sino que estamos creando un arma de concienciación masiva”, argumenta. Este proyecto cuenta con un videojuego con el que el alumnado puede divertirse mientras aprende y se conciencia de la importancia de ciertos aspectos que suelen pasar desapercibidos en esta sociedad materialista gobernada por un consumismo atroz.
Según Trigueros, que está desarrollando su proyecto de vida sostenible ‘La ecoHuerta del Tito’ en la Sierra de Aracena y Picos de Aroche, el éxito que tendrá la huerta dependerá de “nuestro interés y de otros factores como pueden ser el uso el cuidado del suelo y el uso de elementos auxiliares para aumentar y fijar la biodiversidad”.
Trigueros subraya que en un huerto las plagas “no son el verdadero problema; estas son consecuencia de desequilibrios originados por un manejo incorrecto.
El biólogo, natural de Paradas (Sevilla), ha llevado su modelo a otro nivel creando el proyecto educativo educaHuertos, que pretende introducirse en los colegios como apoyo al profesorado en la labor docente generada en torno a los huertos escolares.

“No solo nos dedicamos a producir alimentos sanos para abastecer a familiares y hacer trueque con los excedentes, sino que estamos creando un arma de concienciación masiva”, argumenta.
Este proyecto cuenta con un videojuego con el que el alumnado puede divertirse mientras aprende y se conciencia de la importancia de ciertos aspectos que suelen pasar desapercibidos en esta sociedad materialista gobernada por un consumismo atroz.