este sábado

Niebla rinde cultos a su patrón, San Walabonso

11.57 h. Al llegar estas fechas la ciudad de Niebla rinde cultos a su paisano San Walabonso, patrón de la ciudad, unos festejos que según acuerdo municipal, datan del año 1624. Se conmemora por los iliplenses el martirio de este joven, hijo de padre cristiano y madre musulmana, allá en el año 851, desde entonces pertenecede al conocido como 'martires de Córdoba'.

Niebla rinde cultos a su patrón, San Walabonso

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La Ilustre Hermandad de la Santísima Virgen del Pino y de los Santos Mártires Walabonso y María es la encargada de organizar los cultos anuales en su honor. El programa de actos litúrgicos de este año se inició a las 20.30 horas del 3 de junio con una misa en la capilla de los Santos Mártires de Niebla y posteriormente se traslado a la imagen hasta la parroquia mayor de Santa María de la Granada donde durante tres días se celebró el tradicional triduo en su honor.

El sábado 7 de junio es una fecha importante en el calendario iliplense, ya que Walabonso fue martirizado en tierras de Córdoba por defender la fe cristiana. Así, para las 11.30 horas ha programado la Función Principal presidida por el sacerdote Modesto Munimi, esta ceremonia contará con la actuación de la coral Santa María de la Rábida.

Ya por la noche, los iliplenses sacarán en procesión la imagen del Santo por las calles de la amurallada ciudad, durante el recorrido acompañará la Banda Municipal de Música y al llegar la solemnene procesión a la zona de la puerta del Buey una vistosa colección de fuegos artificiales llenará de colorido las incomparables murallas y las aguas del rojizo Tinto se teñirán momentáneamente de un sin fin de colores.

Una de las notas más peculiares de la procesión es el lucimiento de las brevas del Santo, que tras la procesión son repartidas entre los jóvenes costaleros que le portan por las calles de la población, también se entregan a enfermos e imposibilitados. Una tradición con la que se recuerda el momento del caminar hacia el martirio de este cristiano, allá en tierras de Córdoba, cuando una joven le ofreció una breva madura de las que llevaba en su canasto para que aminorara su sed y aliviara un poco su dolor.  

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