Un lince ibérico encuentra refugio en el santuario de animales de Chucena

El animal, aparentemente joven y sin collar, convive estos días con asnos, erizos y aves en el Santuario Wendy Clements, gestionado por El burrito Feliz

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El lince, estos días, en el santuario Wendy Clements ebf
María Carmona

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Conviviendo con los asnos de la asociación El burrito feliz y el resto de animales que habitan el santuario Wendy Clements, que la organización gestiona en Chucena. Así lleva varios días un lince ibérico, que ha abandonado su hábitat habitual -se entiende que la Doñana más profunda- para explorar otros lugares cercanos.

«Suponemos que proviene del cercano arroyo Algarve, un espacio natural protegido pero que está sufriendo una sistemática destrucción de su riqueza natural producida por talas ilegales de madera, el uso indiscriminado de glifosatos y otros herbicidas tóxicos, así como fiestas de música rave en pleno bosque«, ha explicado el presidente de El burrito feliz, Luis Bejarano, que ha detallado que al lince estos días se le está facilitando agua y comida en el santuario.

«Le estamos dejando allí a su alcance tanto pienso blando como agua, porque se le veía que venía debilitado, pero tampoco queremos desnaturalizarlo. La idea es que, aunque nos visite, siga viviendo libre y sepa proveerse él mismo de alimentos«, ha considerado Bejarano.

El lince que ha encontrado refugio en el santuario Wendy Clements ebf

El Santuario Wendy Clements de Chucena cuenta con 100.000 metros cuadrados y se ha convertido en un espacio dinamizador de avifauna, contando con colonias de mochuelo, erizos e incluso tritones gallipato.

Estos días, además, convive con todas esas especies y los asnos que habitan libres el terreno este lince -«muy dócil, parece además bastante joven»- que no lleva collar de identificación y cuya presencia allí se puso en conocimiento del Seprona de la Guardia Civil desde el primer día.

«Esperamos que pronto esté lo suficientemente fuerte y vuelva a su hábitat, pero por ahora viene de visita por aquí a diario, lo que también nos indica que estamos haciendo las cosas bien en el santuario», señala el presidente de El burrito feliz, «manteniendo un entorno natural para que los animales vivan protegidos pero en libertad, con la menor intervención«.

No es la primera vez que un animal salvaje encuentra refugio en el Santuario Wendy Clements. El caso más conocido es el de Jetín, un zorro que, durante muchos meses estuvo visitando regularmente el recinto.

Las voluntarias del grupo ecologista Mujeres por Doñana lo bautizaron así al observar su comportamiento: cada mañana, Jetín se adentraba en el santuario para alimentarse de restos de pienso para gatos o cazar ratones en las pacas de paja y heno de los almacenes de alimentación. Tras saciar su apetito, regresaba tranquilamente a su entorno natural, sin mostrar miedo hacia los cuidadores humanos.

Para El burrito feliz, este tipo de interacciones subrayan la importancia de mantener espacios donde la fauna salvaje pueda encontrar apoyo sin perder su esencia, como ocurre en el santuario localizado en término municipal de Chucena.

El santuario Wendy Clements, con sus 100.000 metros cuadrados, se ha convertido en un refugio para diversas especies, desde erizos hasta tritones -un anfibio insectívoro indicador de salud medioambiental, que había desaparecido de Doñana-, gracias a prácticas sostenibles como la eliminación del uso de herbicidas.

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