Platero, Mortadelo y otros héroes con orejas largas a las puertas de Doñana

Burritos rescatados, gallinas y cabras reciben a niños y adultos en un santuario que enseña a cuidar con amor y dignidad

Más de 1.800 personas al año visitan en Hinojos este espacio único donde la asociación El burrito feliz organiza actividades cada fin de semana

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El burrito Platero, en las actividades del pasado fin de semana m.c.
María Carmona

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La gallina Pascualina, señor Conejo, la cabra Dora la exploradora y, por supuesto, los burritos Platero, Mortadelo, Joaquín o Ainhoa. Todos ellos son los protagonistas del recibimiento excepcional con el que se encuentran quienes acuden, cada fin de semana, a participar en las actividades que organiza la asociación El burrito feliz, en Hinojos, a las puertas de Doñana.

Actividades que se desarrollan en un marco incomparable, en pleno preparque, con lo que durante el sendero que se incluye en la jornada los participantes pueden disfrutar de un entorno privilegiado. En él los más pequeños -aunque también cualquier mayor que se quiera animar- ejercen de arrieros, conduciendo a los burritos de la asociación en un paseo en el que los animales se paran tranquilamente a pastar y guían a los visitantes bajo la sombra de árboles centenarios.

Pero las actividades que ofrecen desde la asociación cada fin de semana van más allá de este paseo junto a los asnos: un taller de alimentación para los burritos -tal vez la actividad preferida de los más pequeños-, un taller de cepillado, otro de dibujo, sesión de tiro con arco, y todo ello rematado con un picnic, compuesto de lo que cada uno quiera llevar, a la sombra de los pinos, en las mesas y sillas que no faltan para poder descansar y echar un buen rato después de la interacción con los animales.

Imagen principal - En las actividades pequeños y mayores interactúan con los animales que conviven en las instalaciones de El burrito feliz
Imagen secundaria 1 - En las actividades pequeños y mayores interactúan con los animales que conviven en las instalaciones de El burrito feliz
Imagen secundaria 2 - En las actividades pequeños y mayores interactúan con los animales que conviven en las instalaciones de El burrito feliz
educación ambiental En las actividades pequeños y mayores interactúan con los animales que conviven en las instalaciones de El burrito feliz m.c.

«Lo que buscamos es dar a conocer el mundo del asno a todos, y que los más pequeños vean que el animal tiene otra forma de vivir que no es trabajando, o al menos no trabajando duro», explica Cristina Mariño, coordinadora de la asociación y encargada junto a Luis Bejarano, su presidente, de desarrollar todas estas actividades junto a los visitantes.

Son ellos, por ejemplo, quienes los acompañan en el paseo o quienes indican a los niños y niñas cómo cortar las zanahorias y manzanas que cada uno de los asistentes lleva para alimentar a los burritos.

Burritos ilustres

Burritos que forman parte de la asociación tras haber sido rescatados de situaciones penosas o que ya han nacido en el seno de la organización, y que en muchos casos son ilustres con historias sorprendentes.

Es el caso de la burrita Leonor, por cuya historia de ayuda a los demás se interesó hace poco la mismísima reina Sofía; o de Magallanes, imprescindible en las terapias que se ofrecen desde la asociación para personas con Alzheimer.

Burritos bombero que ayudan en la prevención contra el fuego, terapeutas para las personas con enfermedades cognitivas, o refugio para profesionales de la sanidad saturados, como sucedió en el Covid. En El burrito feliz los burros también tienen un cometido, pero lo cumplen desde la dignidad, la empatía, el amor y los cuidados.

Todos ellos residen habitualmente, junto a multitud de animales de distintas especies -perros, gatos, gansos,...- en el santuario de animales Wendy Clements, que también gestiona la asociación pero que, en este caso, no se puede visitar.

«Allí los animales están tranquilos, cuidados y viviendo en libertad, digamos, así que intentamos que haya la menor afección posible. Solo entras las personas voluntarias que se encargan de su cuidado», explica Mariño, «para ofrecer los cuidados que necesitan y llevarles la comida».

Comida que, en buena medida, se obtiene gracias a estas actividades que se llevan a cabo los fines de semana, para cuya reserva cada persona tiene que aportar siete euros, con los que se paga una paca de heno para los burritos. Además, quienes lo deseen -que suele ser la mayoría- puede llevar pienso para gatos y perros. «Además, con las zanahorias y las manzanas que suelen traer los participantes nos da para casi toda la semana. Así que de este modo vamos manteniendo el santuario».

Visitantes de fuera de la provincia

Las actividades que organiza El burrito feliz son un atractivo dentro y fuera de la provincia de Huelva. De hecho, según los datos que maneja la asociación, el año pasado, 2024, fueron un total de 1850 personas las que participaron en estos fines de semana de educación ambiental, y el 76% de las mismas venían de fuera de la provincia de Huelva.

Desde El burrito feliz trabajan «para que los burros sigan formando parte de la cultura mediterránea. Queremos que continúen realizando labores y trabajos, dentro de la dignidad de esta especie, para asegurar su presencia en nuestra civilización».

«Por ello llevamos a cabo proyectos que permiten que los burritos participen, activa y eficazmente, en labores de protección de la naturaleza y mejora del desarrollo sostenible». Y que grandes y pequeños puedan conocer estas labores, de primera mano, cada fin de semana.

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