La práctica habitual para favorecer la población de conejo en Doñana, que está en declive
Se trata de la principal presa de de dos emblemáticos depredadores de la zona: el lince ibérico y el águila imperial
Los jabalíes, grandes enemigos en Doñana para la cría de aves acuáticas en peligro de extinción
El chotacabras, en riesgo de desaparición en Doñana

La Reserva Biológica de Doñana ha sido escenario de unas quemas prescritas con el objetivo de mejorar el hábitat mediante la eliminación del matorral senescente --el ya envejecido--. Esta es la práctica adecuada para que pueda crecer pasto de calidad y, de esta forma, favorecer a las poblaciones de conejo, una especie en declive en Doñana que, sin embargo, es la principal presa de dos emblemáticos depredadores de la zona: el lince ibérico y el águila imperial.
Las quemas han sido desarrolladas en la Infraestructura Científico-Técnica Singular de Doñana (ICTSDoñana) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el marco del proyecto de investigación del Plan Nacional Ecofire.
El investigador científico del CSIC en la Estación Biológica de Doñana (EBD) Xim Cerdá explica que, aunque el objetivo final es la conservación del conejo, estos fuegos técnicos se utilizan para «aprender más» sobre la respuesta de los ecosistemas a ellos.
«Usamos las parcelas como zonas experimentales en las que cuantificamos cómo varía la biodiversidad comparando con otras no quemadas: se muestrean artrópodos con trampas de suelo, mamíferos con cámaras trampa y micromamíferos con trampas Sherman, conejos mediante conteo de excrementos y murciélagos con grabadoras de ultrasonidos», señala.

Estas quemas programadas se realizan en Doñana todos los años entre finales de octubre y principios de diciembre, ya que tienen dos limitaciones «determinantes». Por un lado, la conservación de las distintas especies de aves, como el águila imperial y el milano real, que desde que inician el periodo de cría cuentan con una zona de exclusión en el entorno de los nidos al que no se puede acceder. Y, por otro lado, las de carácter administrativo, que conllevan la finalización del periodo de riesgo alto de incendio.
En este sentido, la meteorología es determinante, ya que la quema debe realizarse dentro de una ventana de prescripción, bajo unas determinadas condiciones, para evitar que se propague y se convierta en un incendio.
Reducción de combustible
Cerdá comenta que «esta ventana la determinan la temperatura, el viento y la humedad, cuyos valores deben encontrarse dentro de cierto rango». Con la quema de las zonas de matorral, lo que se conoce localmente como monte blanco o intermedio, las parcelas quemadas tienen una enorme reducción de combustible, es decir, suponen una ayuda «determinante» para evitar la propagación de fuego en el Parque Nacional de Doñana.
De hecho, el Plan de Emergencia por Incendios Forestales de Andalucía de la Junta de Andalucía (Infoca) ha marcado como escenario «ideal» un mosaico de parcelas quemadas y no quemadas «que sirviera de cortafuegos en este entorno natural». Respecto a los beneficios generales para el parque de las quemas prescritas, Xim Cerdá señala que «aunque en estos momentos aún se están analizando los datos de las quemas anteriores», creen que «hay un beneficio para la conservación de la fauna». Respecto a la flora, ha indicado que esperaban «una mejora más evidente de los pastos pero la respuesta ha sido menor de la esperada, posiblemente debido a que estos últimos cuatro años han sido extremadamente secos».