EL AMOR NO ERA PARA TANTO

Cocletas antifascistas

¿De verdad pensaba que he montado un bar para ganar dinero? Por favor, ni se le pase por la cabeza tal ocurrencia, solo nos faltaba eso

¡Más madera, es la democracia!

Alegoría del sabotaje

La mochila

Jesús González Francisco

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Permítanme contarles algo de mí que hasta ahora no les había confesado: he montado un bar. Bueno, un bar no es, al menos no exactamente; podríamos denominarlo una gastro-taberna-antifascista. Se llama 'Taberna Gramsci', en honor al filósofo italiano más citado y menos leído de la historia reciente, y nos permite combatir a la ultraderecha a través de las tapas y raciones y las cañas fresquitas que le servimos a nuestra selecta clientela. Porque ya sabe usted que defender la pureza y la virtud frente a la inmoralidad y la vileza cuesta un dinerillo curioso, no se vaya a creer que la lucha obrera sale gratis.

La cosa se me ocurrió como suele pasar en estas ocasiones, mediante una especie de alucinación catártica en la que me veía combatiendo al nazismo mientras repartía croquetas, lagrimitas de pollo y tortillas de patata, bajo el manto protector de mi indiscutible moral de clase obrera. Allí estaba yo, rodeado de votantes de derechas, ¡acosado! por una turbamulta dispuesta a convertir nuestra Arcadia en un lodazal del neocapitalismo, mientras que yo les lanzaba platos de boquerones en vinagre y tintos con casera blanca para bloquear su amenaza. De aquella epifanía surgió nuestro negocio (hombre, decir negocio queda feo, usted sabe que yo esto no lo hago por dinero, pero de alguna manera tenemos que entendernos).

Hasta ahora, el proyecto va más o menos bien. Más mal que bien, la verdad, pues hay que darle de alta a los empleados, pagar a los proveedores, cumplir con el alquiler y los mil asuntos más que supone mantener un bar, perdón, una gastro-taberna-antifascista abierta. Y, claro, tantos gastos me tienen un poco aturdido y no me permiten dedicarle a su salvación y a la del resto del país (que es lo que yo de verdad deseo) todo el tiempo que quisiera. A mí no me importa el exceso de trabajo, ya me conoce usted: por luchar contra la ultraderecha hago los turnos dobles que hagan falta, pero la única manera de continuar la batalla contra el mal es ganar pasta, cuanta más mejor (de nuevo, discúlpeme por la terminología ultra capitalista que estoy usando hoy, así y todo, le repito que el dinero no será para mí, sino que irá íntegramente destinado a la guerra ideológica contra el fascismo internacional).

El caso es que tengo algo que pedirle: necesito más dinero. No, no, por favor, ni lo piense, no es que YO precise de más dinero, usted ya me conoce, es que para combatir a la ultraderecha necesitamos cambiarnos a un local más grande, de tal manera que el margen de beneficio se incremente y podamos organizar nuestra lucha de manera más eficiente. Lo sé señora, lo sé, claro que podría pedir un crédito al banco y arriesgar mi casa y mi patrimonio, pero piénselo un momento: ¿no se sentiría usted mucho más realizada y parte de algo más grande que usted misma si entre todos pusiéramos el dinero necesario para ello y yo no tuviera que realizar sacrificios económicos que pusieran en peligro mi capacidad de liderazgo? ¿A que ahora lo entiende mejor? ¿De verdad pensaba que he montado un bar para ganar dinero? Por favor, ni se le pase por la cabeza tal ocurrencia, solo nos faltaba eso.

Crowfunding. Esa es la palabra. Yo le explico, un crowfunding es una forma de financiación colectiva a través de una plataforma online para generar, mediante pequeñas aportaciones de muchas personas, la cantidad necesaria para desarrollar un proyecto como el nuestro. Verá, como ya le he dicho, salvar al mundo de la amenaza del fascismo depende exclusivamente de nuestra capacidad para montar un tingladito donde usted, a través un sencillo clic, pueda mandarnos su dinerito (es poco, señora, no se me soliviante) junto a los dineritos de otros miles y así conseguir el parné preciso para llevarnos la Taberna Gramsci a la localización deseada. No, no le vamos a dar cuenta del uso que haga del dinero, solo pedirme tal cosa me ofende, me hace sentirme vigilado, como si no se fiara usted de mí… no será usted de ultraderecha, ¿verdad?

Además, señora, que la noto muy quisquillosa, piense en las recompensas que recibirá por colaborar con nosotros, fíjese, porque si deposita 25 euros, le mandaremos un correo electrónico sentido desde lo más profundo de nuestros corazones para agradecerle su participación; si nos da 50, le enviamos una foto donde podrá usted solazarse en la contemplación de mi ser (formato digital, no sea usted avariciosa); con 150 le remitimos a su correo electrónico un vídeo de agradecimiento; y la bomba es si nos ingresa usted 250 pavos, porque le enlazaremos un vídeo de nosotros ¡CANTANDO! Yo, de verdad, es que no sé qué más podemos hacer para convencerla.

Me despido sin más, señora, deseando que reflexione sobre la importancia de nuestra empresa (esta vez utilizo la acepción de empresa que aparece en el diccionario y que describe el término como «acción y tarea que entraña dificultad y cuya ejecución requiere decisión y esfuerzo», no sea usted tan escrupulosa, que ya empiezo a cansarme de tanta fiscalización, oiga) y entienda la trascendencia que posee el dinero que usted quiera donar (espero que sean los 250, la canción nos ha quedado preciosa). Yo sigo a lo mío, ya me conoce, la lucha contra el nazismo y la ultraderecha me mantiene tan ocupado que apenas puedo dedicar el día a otra cosa. Ojalá dispusiera yo de tanto tiempo libre como usted y gozar del anonimato de la ciudadanía para poder ser una persona normal, pero el destino me eligió para liberar el mundo de la hidra fascista desde los fogones de mi gastrotaberna y a ello me pondré… cuando aparezcan los de la tele, claro, no me voy a poner a repartir croquetas por gusto, como usted comprenderá.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación