Huelva muestra su devoción a la Virgen del Rocío en el Año Jubilar de la Esperanza
La capital reunió a la gran mayoría de hermandades rocieras de la Diócesis de Huelva para rezar juntos el santo rosario en una jornada en la que las altas temperaturas fueron protagonistas
La memoria del papa Francisco protagoniza el rosario jubilar rociero en la aldea almonteña
El rosario jubilar rociero, en imágenes
Nueva jornada para la historia de la devoción rociera de la provincia de Huelva. Con la Santa Iglesia Catedral como testigo, las calles de la capital sirvieron de escenario para que todos los devotos de la Virgen del Rocío de la diócesis onubense se unieran en oración con motivo del Año Santo de 2025. Un rezo, el del Santo Rosario, tan enraizado en la fe rociera.
Celebrado a iniciativa de la Hermandad de Emigrantes y organizado junto a la Matriz de Almonte y la propia Diócesis de Huelva, a este acto extraordinario acudieron todas las hermandades filiales de la provincia de Huelva, a excepción de Hinojos. La casa hermandad de la más joven de las filiales de la capital sirvió de punto de encuentro de todos los simpecados, llegados tanto en la jornada del viernes como en la del sábado. Con todos colocados en el interior de la capilla, las puertas se abrían en la mañana de este caluroso sábado para contemplar tan peculiar estampa.
Pasadas las ocho y diez de la tarde iniciaba su caminar el cortejo procesional que llevaría a las hermandades hasta la plaza de la Merced. Con el sol cayendo sobre la ría de Huelva y las altas temperaturas protagonizando la agobiante tarde, los sones de flauta y tamboril inundaban el barrio del Molino de la Vega, acompañados de sevillanas y vivas a la Virgen del Rocío. Una a una fueron abandonando la capilla de la casa hermandad de Emigrantes las distintas hermandades por orden inverso de antigüedad, siendo la primera Cartaya y cerrando el cortejo la Hermandad Matriz de Almonte.

Cada simpecado iba precedido de un pequeño cortejo de hermanos iniciado con tamborileros y seguido del guión de camino y las distintas insignias marianas y el bacalao de cada hermandad. En una media hora estaba el cortejo en la calle, con las primeras hermandades ya colocadas en el porche de la catedral mientras aun faltaban por salir las hermandades con más solera. La Hermandad de Emigrantes era la única en variar su posición en el cortejo, antecediendo a la Matriz como organizadora del rezo.
El Simpecado de Almonte era acompañado por las diferentes autoridades civiles y militares de la provincia, siendo presidido por el presidente de la Matriz, Santiago Padilla; la hermana mayor de 2025, Isa Díaz; los presidentes de Huelva y Emigrantes, Antonio Sánchez de Piña y José Francisco Garrrido respectivamente; la alcaldesa de Huelva, Pilar Miranda; y el presidente de la Diputación, David Toscano. Entre vivas a la patrona de Almonte y el rezo de la Salve en diferentes momentos del breve itinerario avanzaba el último de los Simpecados que entraría en la plaza de la Merced.
Pasadas las nueve de la noche llegaba el Simpecado de Almonte ante la Catedral de la Merced. A las puertas del templo aguardaban ya colocados los 25 simpecados de las hermandades participantes en el Rosario Jubilar. El templo mercedario lucía engalanado para la ocasión con diferentes colgaduras y unos grandes centros de flores amarillas y blancas, colores de la bandera del Vaticano. El Simpecado de Almonte quedó entronizado bajo el dintel de la Catedral, escoltado por los de Huelva y Emigrantes. Al porche accedieron los presidentes y hermanos mayores de las hermandades, mientras que el resto de hermanos pudieron seguir el rezo del santo rosario en las sillas dispuestas para la ocasión en la plaza.

Junto a ellos fueron muchos los onubenses que llenaban en gran medida la plaza de la Merced para seguir este culto, a pesar de las altas temperaturas. Santiago Gómez, obispo de Huelva, presidió el rezo del santo rosario acompañado por miembros del Cabildo Catedral. El obispo invitó a los asistentes a vivir este rezo «con el corazón dispuesto y la mirada puesta en María», ofreciendo el mismo de forma especial «por la paz en el mundo y la paz también en nuestras familias». El rezo estuvo acompañado por los cantes del Coro de la Hermandad de Emigrantes, que puso la nota final al rosario con el canto de la Salve de la hermandad filial onubense.

Nada más culminar el rezo daba comienzo el traslado de los Simpecados por las calles del centro de regreso a la casa hermandad de Emigrantes. Un traslado que se iniciaba a los sones de las tradicionales sevillanas que escribiera Muñoz y Pabón y que llevaría al cortejo hasta la iglesia de la Purísima Concepción. Las calles de este traslado lucían bellamente exornadas por los hermanos de Emigrantes, luciendo cadenetas de bombillas y numerosas colgaduras con los colores de la bandera española y diferentes lemas y proclamas en honor a la Virgen del Rocío. La noche dio paso a las luces de colores de las bengalas que escoltaban a los Simpecados en su discurrir por las calles de la ciudad.