Mari Carmen Mora, cincuenta Rocíos y una manola
Fue pionera con Las niñas de la Manola, el grupo de sevillanas formado solo por mujeres. Hoy, con el mismo fervor, sigue esperando a la Virgen como entonces
Los Millán, una saga de hermanos mayores de la Hermandad del Rocío de Huelva
Estas son las calles que se incorporan al callejero de la ciudad de Huelva

Junto a la casa hermandad de Huelva, donde las calles respiran Rocío y los ecos del tamboril resuenan cada año, una placa brilla con luz propia desde el pasado mes de enero: «Calle Las niñas de la Manola». Este homenaje, que le concedió el Ayuntamiento de Huelva, rinde tributo a un grupo que, con su arte y pasión, dejó una huella imborrable en la tradición rociera y en el alma de su ciudad natal.

Mari Carmen Mora es una de las voces que dieron vida a este emblemático conjunto. A sus 79 años, su vínculo con El Rocío permanece intacto. «Yo hago el camino con Huelva desde hace 50 años, no he faltado uno». Su testimonio es un viaje por la memoria de una romería que ha evolucionado con el tiempo.
«Muchísimo. Yo echo muchísimo de menos los caminos antiguos, sobre todo, porque las convivencias que teníamos antes ya no se dan«, sentencia Mari Carmen, que recuerda con nostalgia aquellos años en los que el camino hasta la aldea se desarrollaba en un ambiente más íntimo, más familiar. «Antes nos conocíamos casi toda la gente en el camino. Yo fui hermana mayor en el 96, y llevaba 26 carros. Ahora van sesenta y tantos carros, más charrés, más jardineras, más... Es un desfase total, y eso que ya no se hace lo de los tractores, que han llegado a ir ciento y pico: estábamos en la suelta ya comiendo y todavía había tractores por Huelva, eso era una burrada», rememora.
«Todo el mundo tenemos derecho, eso es así, pero ya no es igual, y cuando en la hermandad íbamos poquita gente se daban unas vivencias muy bonitas. A ti te faltaba algo y siempre había quien te lo ofrecía, con mucha cercanía, mucha familiaridad».
Las niñas de la Manola
Las niñas de la Manola surgieron precisamente en este contexto de camaradería y devoción. El grupo, formado por cinco mujeres onubenses —Cinta, Isabel, Manoli, Ana y la propia Mari Carmen—, nació en la casa de la plaza Menor que la reunión de amigos de la que formaban parte alquilaba anualmente.



«Éramos nosotras las que arreglábamos la casa, la pintábamos,… Y estando en esas allí, de cara a la siguiente romería, un día llegó Juanini, el de Los Marismeños, y nos pusimos a cantar. Nos dijo que por qué no grabábamos», recuerda Mari Carmen, que cuenta como así, casi de casualidad, se inició una trayectoria musical que las llevó a grabar nueve discos entre 1984 y 1991, convirtiéndose en el primer grupo de sevillanas compuesto únicamente por mujeres.
El nombre lo puso él mismo. «Nosotras éramos Las niñas de la Manola, porque empezamos yendo en una manola al Rocío. Éramos muy amigas también, por ejemplo, de los Millán, y en esa manola no se paraba de cantar. Todo el mundo comía y bebía allí, y éramos muy queridas».
«Fuimos el primer grupo de mujeres, tuvimos unos años muy bonitos… Aunque también nos agobiábamos porque trabajábamos todas. Las actuaciones eran los fines de semana o cuando nos íbamos cogiendo el mes de vacaciones que teníamos para todo el año, partiéndolo cuando teníamos que ir más lejos y hacían falta dos o tres días. A Madrid, a Málaga, que íbamos todos los días de feria, por ejemplo. Hicimos muchas amistades en esa época, y tengo recuerdos muy bonitos», relata a Huelva24 Mari Carmen Mora.
Durante años, sus voces se convirtieron en banda sonora del camino y de la hermandad. «En el barrio de las Gallinas, quien cantaba todos los años a la entrada éramos nosotras, montadas en la manola. Nos volvían todos los hermanos mayores el simpecado para que le cantáramos. Y luego en los gazpachos, o en todas las fiestas de la hermandad, estábamos nosotras para actuar».
Parte activa de la hermandad
Algo que no ha cambiado a lo largo de estas décadas, ya que desde que se hizo hermana, esta rociera de alma y corazón no ha dejado de participar en la hermandad «para todo lo que hace falta. Estoy ahora en el voluntariado, y cuando me llaman allí que voy. Yo mi hermandad no la dejo».

La devoción nunca se ha apagado en ella, y ha acudido a su encuentro con la Blanca Paloma siempre y de todas las formas posibles. «Fui dos años en la manola y después a caballo siempre, aunque lo he dejado hace unos seis o siete años, porque las piernas ya no me respondían. También lo he vivido andando, porque el año de la peste equina no podíamos llevar caballos. Lo he hecho de todas las maneras, por lo que tengo muchísimas vivencias que contar».
Vivencias acumuladas a lo largo de medio siglo, un tiempo en el que la Virgen le ha concedido alguna que otra petición – aunque «somos muchos pidiéndole cosas, así que no siempre puede atender a todos» -, pero el deseo principal, este año también, siempre se repite.
«Que estemos bien y que la Virgen nos toque con su mano», pide Mari Carmen Mora en una nueva romería en la que ella es testimonio vivo de esa Huelva que canta, camina y reza.