EL TESORO DE LA COCINA ANDALUZA

Ensalada de restos (o de conservas) para invitados

Si no somos adictos a la horrorosa comida procesada, podemos comer con toda confianza esa lechuga que cortamos hace dos días y de paso acabar con una lata de filetes de caballa que están empezando a secarse: la consigna es no tirar comida

Olla de coles

Una lata de atún B.R.

bernardo romero

Andalucía, una inabarcable despensa

Restos y latas. Yo no sé vosotros, pero en mi casa no se tira nada. Generalmente los domingos por la noche y los lunes en función de comida y cena, se procede a limpiar del frigorífico todos los restos que haya de la semana. Desde una fiambrera con garbanzos con bacalao, que si no dan para cuatro, pues se ponen cuatro tapitas, una para cada uno y arreglao, hasta el trozo de queso que tiene pinta de que se va a poner duro. También las latas, de atún, de melva o de lo que sea, son muy apropiadas para acabar con los restos de verdura que se nos va a echar a perder, como es el caso de esta ensalada que os presento en la entrega de hoy.

Restos y latas, si todo lo que compramos es bueno y no somos adictos a la comida procesada (que es un horror), podemos comer el lunes con toda confianza lo que nos quedó de la lechuga que cortamos el viernes, o de acabar con una lata de filetes de caballa estupendos que están empezando a coger ese tono oscuro y aspecto seco que desaparecerá con el aliño y la alegría de la huerta que le ponemos por encima. Es lo que hay.

La ensalada en el plato B.R.

Elaboración

Ingredientes: Restos de pollo a la plancha, o de calamares fritos, o de lo que tengáis por ahí, y en todo caso una lata de caballa, de melva, de atún o de lo que más coraje os dé, lechuga o brotes tiernos, pimientos, tomate, rabanitos, manzana, uvas, pepino, cebolla, zanahoria, aceite, limón, soja, miel, sal y una aceituna.

1. En el fondo de un bol ponemos los restos que tengamos en la nevera: unos boquerones fritos de ayer, unos calamares a la plancha que no pudisteis terminar, los restos de un besugo que se quedaron en el horno (desmenuzado y cuidadito con las espinas) o una lata de lo que tengáis en la despensa: melva, caballa, atún…

2. Encima pondremos lechuga picada más o menos fina, o una ensalada de esas de lechugas o de brotes tiernos que venden ya preparadas y dicen en el envase que limpias (yo siempre las pongo debajo del grifo, porque soy un antiguo y por si las moscas).

3. Encima y de manera artística (ver foto), para epatar, ponéis pepino, cebolla, pimiento, tomatitos, manzana, zanahoria, rabanitos y una aceituna en todo lo alto.

4. Haremos una vinagreta con limón (es esencial el toque cítrico en este invento), miel, soja, aceite (yo hasta aprovecho el de la lata) y sal. A batir y en un momento está todo emulsionado y homogéneo.

5. Se coloca la ensalada en su bol y en todo el medio de la mesa, para que los invitados digan o, u oh, a continuación, se echa por encima la salsa recién emulsionada y se mezcla todo para servir o para que cada cual se sirva lo que quiera.

Es de buen tono permitir a los invitados que estén distendidos, por ejemplo, que se sirvan la ensalada ellos mismos, que se coman el pescado con los dedos, que mojen pan en la salsa, o llegado el caso que rebañen a gusto el hueso de un chuletón, con las manos, of course. Comer en compañía no tiene nada que ver con la nutrición, ni siquiera con la alimentación. Es un acto social en el que hay que pasarlo bien, e incluso a partir de la segunda botella, quiere decirse una vez descorchada la tercera, se puede cantar en la mesa. Qué más dará.

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