Queríamos tanto a Carlos
Aquella tarde de otoño, ahora recuerdo, Carlos Cano —'tan bueno, tan grandote', como le definió una vez María Dolores Pradera—, aparecía en el bar Las Lapas, en el centro de Sevilla, ataviado de la mejor manera contra el frío: bufanda al cuello, diario El País bajo el brazo, y una sonrisa natural parecida a la que dibuja en el cine mi admirado Ricardo Darín.

Quedamos esa tarde, corrían los años 80, porque el entonces director de El Correo de Andalucia, Ramón Gómez, había tenido la feliz idea de cerrar el periódico un 28F, Dia de Andalucia, con una entrevista a Carlos Cano. Una contraportada que aún guardo en mi memoria, pasado el tiempo de mis primeros años en el decano de la prensa sevillana. Un espléndido cierre porque, como decía el maestro Francisco Umbral de los artículos de opinión, los periódicos, como las morcillas, deben quedar bien atados al principio y al final.
En esa entrevista, a cuatro columnas, Carlos Cano, ahora recuerdo, me hablaba de su experiencia lejos de Andalucia: en Barcelona escribió su primera canción, 'Miseria'; en Suiza fabricó farolillos para féretros, y en Holanda trabajó como marinero en el puerto de Rotterdam. Tenía devoción por la copla y sus más fieles exponentes, Juanita Reina, Concha Márquez Piquer, Marifé de Triana o Miguel de Molina… También me confesaba durante la entrevista que le dolía el retraso económico, social y cultural de Andalucia como una herida abierta en el tiempo.
Nunca más volvimos a hablar, nunca estuvimos tan cerca, pero siempre me reconfortaban sus éxitos y triunfos. Su muerte —un 19 de diciembre del año 2000—, con 54 años, víctima de una dolencia cardiaca —tres veces sufrió rotura de aorta—, confirmaba el verso del poeta Miguel Hernández cuando exclamó: ¡Cuánto penar para morirse uno!.
En Granada, ciudad para vivir y morir como decía en una de sus canciones, me invitan a un concierto-homenaje que, bajo el título de 'Carlos Cano cumple 70 años', quiere reivindicar su mensaje insobornable, un mensaje que continúa todavia vigente, actual, como una carta abierta de promesas incumplidas a lo largo de los años. La cita será en el Palacio de los Deportes el próximo 12 de marzo y allí estaremos todos, familiares, amigos y admiradores para rendir pleitesía al cantautor granadino. Están detrás del homenaje, me cuentan, su viuda, Alicia Sánchez y su hija Amaranta. En el cartel, entre otros, artistas de la talla de Estrella Morente, Miguel Ríos, Kiko Veneno o Pasión Vega, que, por cierto, ha sacado un CD titulado 'Pasión por Cano', un trabajo muy digno de esta malagueña que canta la copla de una manera muy personal.
Los participantes en el concierto interpretarán temas de Carlos Cano donde se fusionan la poesía, el compromiso y el andalucismo. Canciones como las 'Habaneras de Cádiz', cuyo estribillo, ¿recuerdan?, decía: La Habana es Cádiz con más negritos / y Cádiz es La Habana con más salero”. En la voz de Cano, ¿recuerdan?, 'María la portuguesa' sonaba peculiar, una canción entrañable: Ay, Maria la portuguesa / desde Ayamonte hasta Faro / se oye este fado por las tabernas / donde se bebe vinho amargo / porque canta con tristeza / porque esos ojos cerrados / por un amor desgraciado / por eso canta, por eso pena.
Este 28 de enero, Carlos Cano hubiera cumplido 70 años. Un aniversario que no podemos pasar por alto. Ni, ya sigo, su mensaje reivindicativo. Su canción 'La Murga de los Currelantes' —desde aquí propongo la idea— puede servir como contraportada al concierto de Granada: Esta es la Murga los currelantes / qu´al respetable güenamente va´xplicar / el mecanismo tira palante / de la manera más bonita y popular / s´acabe el paro y haiga trabajo, / escuela gratis, medicina y hospital / pan y alegría nunca nos falten. / Que güervan pronto los emigrantes haiga cultura y prosperiá. Lo decía Carlos: pan, trabajo, escuelas gratis, medicina… Nos conformamos con muy poquito y quedan muchas cuentas pendientes con destinatarios que todos conocemos. Sí, sí, oiga, mire, chssss, chssss, le digo a usted…
Me cuentan...
Siete años lleva desaparecida Marta del Castillo, la joven sevillana de 17 años cuyo rastro se perdió un 24 de enero de 2009. El 14 de febrero de ese mismo año, ahora recuerdo, fue detenido como principal responsable de los hechos su exnovio, Miguel Carcaño, que vivía en la calle León XIII, una calle que conozco porque en ella residen algunos amigos que ofrecen café y conversación las tardes de domingo.
Uno de esos amigos, que me pide que no le identifique, conoció la infancia de Miguel Carcaño, un niño con la mirada triste cargada de bondad”, me explica mientras apuramos una cerveza y arreglamos el mundo. ¿Te esperabas que Miguel fuera capaz de tal atrocidad?, le pregunto.No, la verdad. Le tuvimos cerca durante su infancia y todavía me sorprendo de lo que cuentan los periódicos de él. Era callado. Muchos días se dedicaba a hacerle la compra a su madre y no iba al colegio. Sonreía mucho y en sus ojos aparecia un punto de tristeza. ”Hablamos de la madre, los periódicos le han dedicado poco espacio”: Se llamaba Felisa, murió hace años. Era posesiva, maleducada y con muy malas maneras. La última vez que la vi iba en una silla de ruedas con un individuo muy, muy desaliñado”.
Tras morir su madre, Miguel Carcaño, 'Er Migue', como le llamaban en el barrio, trabajó en un bingo, como chico de la limpieza, como portero en una comunidad de vecinos, como repartidor de pizzas… Y después vino lo demás: la desaparición de Marta; el juicio —19 sesiones—; la condena —20 años de prisión por un delito de asesinato—, y muchas, muchas preguntas.
Si el padre de Marta, Antonio del Castillo, relató en televisión que la relación de su hija con Carcaño iba mal… ¿no sabía esto la Policia?; ¿nadie vigiló ni pinchó el teléfono de Carcaño los días posteriores a la desaparición?; en este país de asesores oportunistas, cotillas y soplones, ¿nadie ha dado eso… una respuesta, un soplo para dar de una pu… vez carpetazo a este caso?; ¿es posible que cuatro niñatos de barrio, sin estudios, sin formación, hayan tenido/tengan la chulería de reírse de políticos, jueces, abogados, policía y la madre que los parió?
El padre de Marta, Antonio del Castillo, ha lanzado un tuit del que extraigo una frase significativa: Cuatro niñatos os han toreado”. Pues eso: o aquí alguien no ha hecho bien su trabajo o más de uno —al grano: cuatro subalternos— creen que la vida es una corrida y ellos los toreros-protagonistas. Blanco y en botella. La faena dura 7 años. ¿No es ya demasiado tiempo?