Sobre el secreto del nabo dulce amarillo

Si ha sido así, si no has podido evitarlo, presa de la curiosidad y del peso de las palabras del título, tengo una mala noticia para ti: acabas de ser víctima del clickbait.

«¿Eso qué es, Jenn?». Parece que os estoy oyendo. Pues es una técnica que han inventado unos tipos para que piques y entres en determinadas páginas web o contenidos online, y que se reduce básicamente a generar titulares muy atrayentes y golosones. Así de sencillo. El tema está en que a veces lo que encuentras no es del todo lo que te habían prometido. El clásico «lo que pedí vs lo que recibí», pero en versión digital.

Es como ese chico musculado, guapito de cara, con la barba perfectamente perfilada y morritos a lo Johnny Bravo que tiene poca conversación, no le gusta el cine, no lee ni es amante de los animales. Que sí, que llama la atención, que gusta, pero que, una vez que lo conoces un poco, no te satisface, no es lo que esperabas. Es un sí pero no. Pues eso mismo pasa con los ciberanzuelos. Es todo fachada, una engañifa de la red para curiosos y cotillas cuyo objetivo es conseguir más visitas y reproducciones, aumentar el tráfico web, mejorar el posicionamiento SEO...

¿Existe el clickbait cultural? Seguro que sí, porque a estas alturas ya está todo inventado. Hasta crearon un montadito de anchoas con leche condensada, que hay que tener ganas... Supongo que podemos extrapolarlo desde internet a la cultura. ¿No funcionan los títulos de algunos libros y sus portadas como señuelos? ¿No son fulleros algunos carteles de exposiciones de arte? Cuando una banda anuncia que se separa para siempre, ¿no es un cebo para que se agoten en horas las entradas de su última gira?

La triquiñuela está en las artes como el cilantro en la cocina portuguesa. Por todas partes. Simón Bolívar dijo que «más que por la fuerza, nos dominan por el engaño». El clickbait, las fake news y otras estrategias pretenden hacernos caer en la trampa, confundirnos, manipularnos, al fin y al cabo, para que sigamos siendo obedientes, para que sigamos estando ciegos. Tropa, sed fuertes, no entréis en su juego. Ahora ya sabéis cómo funciona. Por cierto, el secreto del nabo dulce amarillo me lo llevo a la tumba.