Sobre la conclusión de que 'emosido engañado'
Mi abuela era un poco pesimista, una mijita negativa. Decía que la vida era un desengaño, que el tiempo pasaba muy deprisa y que cuando echabas la vista atrás sentías que no habías hecho ni la mitad de lo propuesto. A mí me parecía un planteamiento bastante triste y pensaba que estaba equivocada.
Ahora que me encuentro cerca de cumplir los cuarenta, siendo autónoma, pobre y con una familia monomarental con dos gatas a mi cargo me doy cuenta de que mi abuela tenía mucha razón.
La pintada «Emosido engañado» aparecía un día de 2016 en la fachada de un barrio de Alcalá de Guadaíra (Sevilla). Con ella, su autor quería denunciar el incumplimiento de la promesa de alquiler social para unas familias que habían ocupado estas casas, vacías desde hacía años. Poco después, se hacía viral en las redes sociales, llegando su mensaje inmaculado hasta la actualidad. Con la vivienda y los pimientos subiendo por momentos es fácil sentirse identificado con esta afirmación, por muy mal escrita que esté.
Dicen que somos la generación de cristal, que somos unos sensibleros, unos ofendiditos que pretendemos acabar con todas las problemáticas mundiales escribiendo tweets y publicando stories. Más bien somos la generación de los estafados, porque a mí desde pequeña me han dicho que estudiase mucho y que trabajase mucho más para tener un puesto bien pagado, comprarme una casa en una urbanización con piscina y pocos vecinos, casarme con un marido guapetón, ser madre, adoptar a un perro de anuncio, adquirir el último modelo de Thermomix...
¿Está ahí la felicidad? ¿Es ese el camino que todos debemos seguir para realizarnos como personas? ¿Es ese el objetivo de nuestras existencias antes del game over? ¿Habría que actualizar lo de plantar un árbol, escribir un libro y tener un hijo? ¿Y los artistas? ¿Han sido engañados también? ¿Esperaban oropeles y laureles al salir de la facultad de Bellas Artes? ¿Tomar champán del caro en un yate de su propiedad? ¿Tener un ejército de ayudantes a lo Jeff Koons? ¿Disfrutar de sus quince minutos de fama a lo Andy Warhol? ¿Gozar de un harén de amantes/modelos a lo Pablo Picasso?
La engañifa está por todas partes, nos rodea, pero quizás hemos elegido vivir en ella. Somos zombis aletargados por la luz azul de nuestros teléfonos móviles, hartos (pero encantados) de pan y circo, sin ganas de salir de la zona de confort que nos han construido a golpe de Black Friday. Ya lo dijo Paulo Coelho, gurú de los gurúes: El engaño es una elección, no un error. Hemos decidido continuar con la farsa mientras podamos seguir comiendo mantecados de limón estas navidades. Pero cuidado con los engollipamientos, que dicen que los de conciencia son los peores.
¡Feliz Navidad, tropa! Volveré en 2023 con más artículos y más ilusión. ¡Os deseo unas muy felices fiestas rodeados de familiares, amigos y cultura!
