CONFIDENCIAL

El runrún: Excusas muy de pandemia

La pandemia de Covid-19 ha significado sin duda un antes y un después. Nada será como antes, aunque nuestra lógica tendencia sea la de recuperar nuestro universo previo. La irrupción del virus ha generado una nueva realidad, con restricciones, medidas de precaución y también excusas nuevas. 

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Y es que del mismo modo que el Covid-19 ha sido justificadamente un motivo de peso para que se suspendiera todo tipo de eventos, fiestas tradicionales, actividades comerciales, espectáculos, etc… también se ha convertido en el recurso más utilizado a la hora de poner excusas de mayor o menor credibilidad. Sin entrar a juzgar cuánto hay de real o no, pues lo dejamos a la interpretación de cada uno, nos llama la atención la que nos ha llegado por parte de un grupo de investigación que esperaba un pago no satisfecho y que se estaba retrasando. En muchas empresas, muchos trabajadores habrán sufrido los impagos por la situación de crisis previa a la entrada en escena del coronavirus y sus consecuencias económicas, que han generado una catástrofe de una dimensiones considerables. Entonces el responsable de turno prometía fechas sin parar y aducía problemas entre una y otra para seguir alargando el argumento de su justificación. “Será el día 10.., el 15…, el próximo mes dos meses juntos…, ya nos ponemos al día…, no preocupaos…, ha habido un retraso en las transferencias, falta el ‘confirming’, el Banco de España…”, son algunos ejemplos típicos. Pues a este grupo les han dicho que las personas encargadas de realizar el pago tenían Covid-19 y que por eso no había nadie para realizar la transferencia y se han quedado sin cobrar. Se supone que todas las personas del departamento se han visto afectadas por el virus y no había quien pudiera realizar esa gestión que tenía en vilo a estas personas para recibir la compensación a su trabajo. ¿Se la creen? Los afectados sí, porque ya han recibido el pago y han visto solucionado el problema. Pero mientras tanto andaban enfadados, como es lógico, y amenazaban con airear en la prensa lo que estaba ocurriendo. Concretamente los investigadores eran beneficiarios de una ayuda nacional de investigación 'Margarita Salas' obtenida en la Universidad de Huelva y no habían recibido por parte de ésta el pago de las ayudas del mes de enero y los gastos de traslado. “Esta ayuda tiene como objetivo que los beneficiarios se trasladen a una Universidad distinta a la de Huelva para estar 12 meses investigando con un nuevo grupo de investigación puntero en su área, de manera que luego retornen a la Universidad de Huelva con un currículum más brillante y excelente”, explican. Todos fueron a sus destinos el día 1 de enero, pero en el caso de éstos que denuncian su situación, tuvieron que desplazarse sin contar con el apoyo económico previo de nuestra universidad de origen. Es por ello que reclamaban “un trato digno”, pues eran los únicos Margarita Salas de todo el estado” que no habían cobrado, algo que lograron este martes. En su opinión, estas ayudas impulsadas por los fondos NextGeneration de la Unión Europea “no están siendo gestionadas de la mejor forma, tanto por el Ministerio de Universidades como por las propias universidades españolas”, puesto que en todas la universidades los beneficiarios están “protestando por sus condiciones económicas y laborales”. Afortunadamente parece que todo ha quedado solucionado y no hay más que decir, por el momento. Para comienzos de marzo, fecha de pago del mes de febrero, esperamos que haya salud para todo y el sueldo estipulado. Sin excusas.

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El banco herido. Ya sabrán a estas alturas que entre las virtudes del onubense medio no destaca precisamente su respeto a los bienes ajenos, sobre todo cuando esos bienes son públicos y deberían estar en perfecto estado y a disposición del resto de ciudadanos. Periódicamente les traemos a esta sección ejemplos que corroboran esta triste realidad y hoy volvemos sobre el asunto para mostrar cómo un inofensivo banco –no, de esos no, de los buenos– puede convertirse en objeto de las iras de quienes se divierten, al parecer, destrozando lo que encuentran a mano. En este caso, este banco situado en la calle Rico tiene un amplio historial que podría hacernos pensar que alguien tiene algo personal contra él. Hace menos de un mes, en una noche de fin de semana, consiguieron arrancarlo de sus anclajes y lo dejaron tirado en la calle y hace menos de una semana rompieron algunos de sus gruesos tablones dejándolo en el estado que pueden ver. Esta misma mañana operarios municipales lo retiraban para repararlo de nuevo y dejarlo listo, quién sabe, si para la próxima salvajada.

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