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La impresionante piscina natural de agua cristalina que se encuentra a sólo una hora de Huelva
Lejos de las playas abarrotadas del Algarve y del turismo masivo, este enclave ofrece un oasis de paz y naturaleza salvaje que parece sacado de un cuento
La pequeña y desconocida cala de Portugal que te dejará con la boca abierta por su belleza: se encuentra a una hora de Huelva

A poco más de una hora en coche desde Huelva y a solo 34 minutos de Ayamonte se encuentra uno de los rincones más sorprendentes y mágicos del sur de Portugal. Desde Infobae la definen como «La increíble piscina natural del Algarve a media hora de la frontera con España: con cascada y de aguas turquesas». Lejos de las playas abarrotadas del Algarve y del turismo masivo, Pego do Inferno ofrece un oasis de paz y naturaleza salvaje que parece sacado de un cuento.
Ubicada a tan solo siete kilómetros del casco histórico de Tavira, esta cascada forma una impresionante piscina natural de aguas verdosas que invita al baño y a la desconexión. Rodeada de bosque mediterráneo y envuelta en leyendas, es uno de esos lugares que no necesita filtros ni decorado: su belleza es absolutamente real.
La leyenda del «pozo del infierno»
Su nombre no deja indiferente: Pego do Inferno significa «Pozo del Infierno». La leyenda cuenta que, en tiempos antiguos, un carruaje cayó al vacío desde los riscos que rodean la cascada. Ni los cuerpos ni los caballos que tiraban del vehículo fueron encontrados jamás, lo que alimentó la creencia popular de que el agua conducía directamente al inframundo. Aunque la historia no deja de ser una narración mítica transmitida de generación en generación, añade un aire misterioso a un entorno ya de por sí mágico.

Hoy, lejos de inspirar miedo, este pequeño paraíso natural es un lugar perfecto para disfrutar del verano, alejado de las grandes aglomeraciones.
La cascada de Pego do Inferno es uno de los saltos de agua del río Asseca, enclavado en la parroquia de Santo Estêvão. El acceso no es complicado: se puede dejar el coche en un aparcamiento cercano y caminar unos 500 metros por un sendero rodeado de vegetación. Al llegar, la imagen lo dice todo: una poza natural de aguas verdosas que reflejan el sol y el verde del bosque, rodeada de riscos, árboles y el sonido constante del agua cayendo.
En verano, muchos se acercan a disfrutar de un baño refrescante, saltar desde las rocas o simplemente relajarse en la orilla mientras escuchan el canto de los pájaros. La zona no está masificada y conserva una atmósfera casi salvaje, lo que aumenta aún más su encanto.
¿Cómo se llega?
Desde Huelva, se puede llegar en algo más de una hora tomando la A-49 hasta Ayamonte y cruzando la frontera hacia la A22 portuguesa. Una vez en Tavira, basta con seguir las indicaciones hacia Santo Estêvão y continuar hasta el aparcamiento de Pego do Inferno. El último tramo se hace a pie, por una ruta sencilla y apta para toda la familia.
Pego do Inferno es uno de esos tesoros que aún se conservan fuera del radar del turismo masivo. Ideal para una escapada de un día desde Huelva, combina aventura, baño en plena naturaleza, historia y un entorno digno de postal. Si este verano buscas lugares auténticos, alejados del bullicio y donde conectar con lo esencial, apunta este nombre: Pego do Inferno. Te sorprenderá.
Pego do Inferno está muy cerca de Tavira, una de las ciudades más encantadoras del sur de Portugal. Recorrer sus callejuelas estrechas y empedradas, salpicadas de casas tradicionales con fachadas de azulejos, es como viajar en el tiempo. Tavira conserva restos de una antigua fortaleza, un castillo del siglo XIII y nada menos que 36 iglesias, testigos de un pasado rico en historia y mestizaje.

La ciudad se extiende a lo largo del río Gilão y cuenta con una línea de costa de siete kilómetros donde destacan playas como Praia de Tavira, Praia da Terra Estreita o la peculiar Praia do Barril, famosa por su cementerio de anclas. Sin embargo, para quienes buscan rincones más íntimos y naturales, Pego do Inferno es una parada obligatoria.
En el año 2000, este espacio fue acondicionado para el baño, con pasarelas, papeleras e incluso una pequeña cafetería. Sin embargo, un incendio en 2012 obligó al cierre del lugar y el abandono de sus instalaciones. Aunque nunca volvió a ser acondicionado oficialmente, la naturaleza ha seguido su curso y, hoy en día, el enclave continúa recibiendo visitantes que lo descubren, lo cuidan y lo disfrutan con respeto.