romería 2025
Carmen Limón, primera mujer al frente de la Hermandad del Rocío de Punta Umbría: «Lo más bonito de mi vida ha sido dar a luz a mis cinco hijos y ser hermana mayor»
romería del rocío 2025
A sus 78 años recuerda nítidamente cómo hizo historia al ser la primera mujer en ostentar el cargo en su localidad en 1987 dentro de una gran colección de emotivos recuerdos
Su marido sembró en ella una semilla rociera que ha continuado en sus cinco hijos, ocho nietos y tres bisnietos
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Carmen Limón Gutiérrez tiene 78 años y un gran número de romerías del Rocío conservadas como un tesoro en el corazón. Esta devoción que vive con tanta intensidad cada primavera la llevó a hacer historia al ser en 1987 la primera mujer que ostentó el cargo de hermana mayor de la Hermandad del Rocío de Punta Umbría. Tan profundamente sentido fue lo vivido que tiene muy claro que en su vida «lo más bonito de mi vida ha sido dar a luz a mis cinco hijos y ser hermana mayor de la Hermandad del Rocío de Punta Umbría. Fue una maravilla».
Su paso en contra de la tendencia, como relata a Huelva24.com, fue «una revolución» que contó con el respaldo de otros muchos hermanos que la ayudaron incondicionalmente para completar con éxito la misión de llevar a todo un pueblo a la aldea almonteña, en unas condiciones muy diferentes a las actuales.

Ese año fue la candidata junto a otros tres hombres y resultó ser la elegida. «Yo no estaba muy convencida de presentarme, pero a mi marido -Antonio López Andreu-era muy rociero, le encantaba, y me achuchó», recuerda. A partir de su elección estaba «encantada» porque «se portaron muy bien conmigo y me sentí arropada en todo momento». Se rodeó de gente de confianza para formar una directiva con la que fue realizando todas las tareas propias del cargo. «Siendo una mujer tenía que ir a buscar el tamborilero a un pueblo de la provincia, ver los caminos, arreglar el carretón… y no iba con mi marido porque era patrón de pesca y siempre estaba en la mar, por lo que me tuve que echar para adelante», asegura.
Tenía entonces ya cinco hijos y los cuidaba su madre para ir «donde hacía falta» en el Land Rover de su marido, que conducía otro hombre de su directiva. También vendió papeletas para una rifa, organizaron un viaje a Jerez y lo que hizo falta para costear lo que implicaba la romería. «Había que buscarse las habichuelas», recalca con arte.
«Fíjate si apreciaba al carretero que lo tengo en una foto en el salón de mi casa del Rocío»
«Fue año inolvidable, maravilloso. Me gustó mucho», subraya Carmen Limón, que nombra a Manuel Sevidane Bustillo, un presidente «estupendo, educado y maravilloso» y que la ayudó mucho. Rafael de la Corte fue el alcalde de carreta, muy amigo de su marido y que también se portó genial. Sobre el carretero de la hermandad, que ejerció muchos años, dice que «fíjate si apreciaba a ese señor que lo tengo en una foto en el salón de mi casa del Rocío. Le decíamos el Danone porque los repartía». También estaba el tesorero, Paco Pepe, «un chiquillo maravilloso».
Los pelos de punta al recordar
Reconoce también sobre el cargo que desempeñó que una hermana mayor «disfruta mucho, pero tiene muchas cosas que hacer. Es mucho trabajo pero me ayudaron en todo y me orientaron». Pero ese trabajo tiene una recompensa de un valor incalculable. «El camino fue lo más grande y la entrada en el Rocío… ¡qué bonito!. Lo nombro y se me ponen los pelos de punta!», exclama feliz.



Sus cinco hijos hicieron el camino en un carro a cargo de su marido y ella, que nunca había montado a caballo, lo hizo por primera vez como hermana mayor y a lomos de un animal muy especial, Marqués, que era «de lo más lindo». «Teníamos caballos y los niños también, pero no monté nunca hasta entonces. Mi marido me insistía que lo hiciera para preparar la romería, pero ese tiempo lo necesitaba para solucionar otras cosas y no me monté a la salida en el caballo de la mujer de Pedro Parra, que fue hermano mayor de la Hermandad de Huelva, con la que hicimos el camino». Tan a gusto iba con Marqués que sólo se bajó en la parada para comer y en la de la noche para dormir. «Mi marido me decía, ¿no estás cansada?, vente al charré, pero yo iba muy bien. No me lo estaba creyendo», rememora.
«Me encantó todo. La presentación de hermandades fue muy bonita y la misa. Recomiendo a todo el mundo que sea hermano mayor y a los que no lo ha sido aún los achucho. Mi nieto José Antonio González lo fue», señala.
Todos los detalles están en su memoria, como que hacía calor y que en el camino de vuelta se levantó «un viento tan grande que los animales se asfixiaban» y pasaron «un trecho malo» a la altura del paraje de Gato. Al respecto afirma convencida de que «a mí me gusta El Rocío con calor, no con frío.
Otros Rocíos que marcaron su vida
Carmen Limón ha ido a la aldea almonteña embarazada, «con la barriga en la arena», con niños pequeños y más grandes y pasando las noches de muchas maneras. «¡Ahora pienso que qué valor tenía yo!», expresa con un mensaje a su yo de entonces. En su primera vez en El Rocío tenía 18 años y fue de visita. Entonces el Simpecado iba en autobús y se estaba construyendo la casa hermandad de Punta Umbría, que se fundó en 1966.
Ni sus padres ni su hermana eran rocieros y ella tampoco, pero «me arreglé con mi marido y a él le gustaba mucho el Rocío y la Peña Flamenca». Juntos se quedaron en una tienda de campaña con unos amigos a la espalda de la casa hermandad y pasaron la romería «estupendamente, allí tirados en las arenas». Al año siguiente volvieron «más preparados» y con un hijo que nació en septiembre, ya en mayo en un cestón. «Que la Virgen me perdone», decía, porque no quería ir al Roció con el niño así, ya que no tenían «circunstancias para alquilar una casa». La solución la aportó su cuñado con una tienda de campaña de unos amigos militares que supuestamente era muy grande. «Ahí no cabía una hormiga y me puse a llorar. Me quería volver. Pero en el eucaliptal con coches y sábanas lo montamos todo y pasamos un Rocío que no te digo más».
«Los Rocíos de ahora no son los de antes. Ahora son demasiado cómodos. Ya hay hasta un cátering para el camino. Los de antes eran más auténticos»
Años más adelante iban con las niñas vestidas de gitana y con un carro realizado con sus cuñados para que toda la familia fuera dentro y alquilaron una casa. «Ya íbamos mejor», apunta. Después su marido compró una casa y reconoce que «como tirada en las arenas… Los Rocíos de ahora no son los de antes. Ahora son demasiado cómodos. Ya hay hasta un cátering para el camino. Los de antes eran más auténticos». Insiste en la idea y afirma que «me gusta el Rocío con los niños llenos de churretes y llegar con todo el polvo del camino. Es lo bonito».


El paso del tiempo elabora recuerdos felices y también una poderosa nostalgia. «Ahora que ya se fue mi marido, me da sentimiento», admite. Vendieron la casa en la que él «quería recoger a todo el mundo» y pensaron en comprar otra, pero «no le dio tiempo». Sus hijos la volvieron a poner en el camino de volver a tener una y un día que dio un paseo con una amiga por El Ajolí lo consultó con la Virgen del Rocío.
«Vi un letrero en una casita y llamé al dueño sin decirle nada a mis hijos. Fui a ver también a Juan Camisa, que tenía un bar en El Rocío y era muy amigo de mi marido, y me dijo 'la casa es preciosa y barata y si no la compras tú, la compro yo'. Así que me animé y mis hijos se volvieron loquitos», relata.
Tenía sólo dos habitaciones pero mucho patio, por lo que le hicieron obras para ganar más dormitorios. El primer año durmieron allí «con la casa apuntalada», pero la obra se acabó y este lugar, en la calle Águila Imperial número 170, sigue reuniéndose toda la familia. Sus cinco hijos le han dado ocho nietos y tres bisnietos. «A todos les gusta El Rocío», destaca satisfecha. Los dos nietos más pequeños no han hecho el camino y la abuela Carmen quiere hacerlo con ellos, como ha ocurrido con todos los mayores.
«Cansa mucho, pero le he pedido a la Virgen que me deje hacer el camino con ellos, el último»
«Cansa mucho, pero le he pedido a la Virgen que me deje hacer el camino con ellos, el último», comenta.
Y es que en esta familia, en la de la primera mujer que fue hermana mayor de la Hermandad del Rocío de Punta Umbría, «no hemos ido de viaje, pero El Rocío no ha faltado nunca», subraya Carmen. Y así seguirá siendo.