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Pedro Rodríguez, exalcalde de Huelva: «Me hicieron responsable de los fosfoyesos pese a que fue durante mi mandato cuando se consiguieron parar aquellos vertidos»
Tras dos décadas como primer edil, Pedro Rodríguez mantiene intacto su amor por esta ciudad, que ahora plasma en el libro 'Huelva al amanecer'
El exalcalde analiza en esta entrevista los cambios que ha experimentado la capital, elogia a su sucesora y denuncia la indiferencia del gobierno nacional hacia esta tierra
Pedro Rodríguez apela al onubensismo y el orgullo de Huelva en un emotivo pregón de San Sebastián

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Iniciar sesiónEs su sexto libro y todos ellos tienen una palabra en común: Huelva. Pedro Rodríguez González (Badajoz, 1944) se acerca con esta nueva entrega a su familia y a sus incontables amigos, pero también a aquellos que no han tenido la oportunidad de conocerle en las distancias cortas. Huelva al amanecer (Niebla ed. 2025) recoge algunas de las muchas entregas que el que fuera alcalde durante veinte años, regala cada mañana y a diario a sus seguidores. Dividido en bloques según la intención de los artículos que bajo el epígrafe de Buenos Días relata a modo de cuaderno de bitácora los aconteceres de una ciudad que él continúa escrutando y analizando con el mismo objetivo que tuvo antes, durante y ahora, después de esas dos décadas que estuvo al frente de la Alcaldía, el de ver crecer y progresar a Huelva, a su amada ciudad.
-Las páginas de tu 'Huelva al amanecer' demuestran que sigues en la brecha, lo tuyo con la ciudad es una relación que va más allá de la amistad.
-Es pura pasión. Sigo queriendo a mi Huelva, a nuestra Huelva, y por eso me interesa conocerla mejor. Del conocimiento surge el amor más puro y no es cursilería, es algo que todos sabemos, se ama lo que se conoce, obviamente. Mis mañanas suelen ser recorrer la ciudad, acercarme a la ría que es acercarme a la mar atlántica, o subir a los cabezos y admirar desde allí el tranquilo discurrir del río Odiel que incansable busca encontrarse con el Tinto, para juntos abrazar la ciudad.
-Además de una visión lírica, tienes capacidad para ver e intentar entender los problemas de la ciudad.
-Siempre. Eso es absolutamente necesario. Conocer para amar, como te decía, para así querer la ciudad y consecuentemente cuidarla, mimarla. Huelva necesita muchos mimos. Ver, entender y diagnosticar sus problemas son la clave para hacer una ciudad mejor. Se trata de buscar la ciudad que queremos.

-Ahora que estás fuera de la política, haces uso de las redes sociales para que tu voz se oiga.
-Para conectar con mis vecinos y con todo aquel que sienta esta ciudad como suya. Mi voz afortunadamente se sigue oyendo porque sigo teniendo muy buenos amigos hoy, entre el común de los onubenses y por supuesto en el Ayuntamiento, donde hoy están quienes fueron mis colaboradores. Sigo manteniendo las mismas relaciones con ellos que cuando era alcalde. Esto de andar libre por la ciudad me sirve para verla con más precisión, más de cerca, y eso siempre ayuda a realizar un buen diagnóstico de su estado de salud.
-¿Y cómo la ves?
-Mucho mejor. Huelva avanza. De nuevo toma impulso y está cambiando su perfil de forma notable. El problema de la acción política es que los resultados no se suelen ver al instante, es como sembrar para recoger más adelante. Desde mis años como alcalde hasta ahora ha habido una continuidad, interrumpida durante ocho años de gobernanza socialista, pero ahora Pilar Miranda está llevando a cabo todos aquellos proyectos que no se pudieron llevar a cabo por las muchas trabas que entonces nos imponían las distintas administraciones.
-Una de tus obsesiones era acercar la ciudad al río, que es algo así como llevarla a su mar.
-Exactamente. Huelva es una ciudad ligada a la mar, lo lleva grabado en su escudo, pero sobre todo escrito en su historia. Acercarla es un deber que tuve y siempre procuré dejar los principios establecidos para ello en muchos plenos donde no se me entendió bien lo que pretendía, y que no era otra cosa que devolver el margen izquierdo del Odiel a la ciudad, a una ciudad que se bañaba en ese río, que tuvo allí un lugar de expansión importante. Huelva necesariamente debe acercarse a su ría, a su lugar natural. Lo que empezamos con todo en contra, ya se está visibilizando en el paseo de la Ría, en la ambiciosa construcción de los nuevos muelles del puerto interior, con zonas de amarre para embarcaciones deportivas o de recreo, con restaurantes, hoteles… todo eso lo vamos a ver más pronto que tarde. Alguno podría dudar de ello, pero Huelva, esta Huelva de hoy, se pone a trabajar y no hay quien la pare.
-En el libro citas muchas veces a la actual alcaldesa.
-Claro, fueron veinte años trabajando juntos y ella siempre estuvo a mi lado, incluso
«Pilar Miranda, incluso cuando me vinieron mal dadas, permaneció a mi lado. Lo que hicimos entonces y no pudimos acabar, ella lo está haciendo ahora»
cuando me vinieron mal dadas ella permaneció a mi lado. Lo que hicimos entonces y no pudimos acabar, ella lo está haciendo ahora. Todos lo vamos a ver. Y volvemos a lo mismo, Huelva, nuestra Huelva, solo necesita cariño y mimos. Pilar Miranda es también una enamorada de su ciudad, va destilando onubensismo en cada uno de sus medidos y cautos pasos. No te quepa la menor duda de que con ella, la ciudad va a cambiar, a mejor, a mucho mejor. Dale tiempo, porque se ha encontrado con todo por hacer. Todo va a cambiar, o por mejor decir, todo está cambiando. Los cambios ya se van notando. Es una alcaldesa fenomenal y tiene un equipo muy bien preparado.

-En los veinte años que estuviste de alcalde no pararon de querellarse contra ti, a pesar de que no prosperó ni una sola de las casi treinta querellas que tuviste que soportar, el desgaste fue notorio.
-Ocupé muchas portadas de periódicos e informativos de todo tipo con anuncios de querellas, que si esto que si lo otro, pero después, cuando se resolvían favorablemente en un juzgado, apenas tenían espacio en las páginas interiores de los mismos diarios que me sacaban en portada, con lo cual lo que se va quedando en el imaginario colectivo es la sospecha, eso de que cuando el río suena, agua lleva. Todo aquello supuso un desgaste político importante, pero nunca me afectó personalmente porque tenía la conciencia tranquila.
-Y después vino lo de la encerrona con el asunto de los fosfoyesos.
-Sí, es curioso que me hicieran responsable de los fosfoyesos cuando fue durante mi mandato como alcalde cuando aquellos vertidos se consiguieron parar. Ahí no anduve muy listo y me enfadé, que era realmente lo que buscaban quienes me prepararon aquella encerrona. Te citan para una cosa y de pronto te sueltan el asunto de los fosfoyesos sin venir a cuento, una y otra vez, hasta tres veces. En aquellos momentos la ciudad se estaba enfrentando a un grave problema medioambiental, aún no resuelto, por cierto, y se sirvieron de ello para grabar el momento en que yo me levanto para protestar porque me sentía engañado. La entrevista acabó de forma abrupta y consiguieron lo que querían, grabar a un alcalde enfadado cuando le preguntaban por los fosfoyesos, todo ello fuera de contexto y algo sobre lo que no tenía competencia alguna y a lo que yo estaba y sigo estando en contra. Pero iban a lo que iban, a sacarme de mis casillas y tengo que reconocer que lo consiguieron. Entre tanta querella y aquella mala imagen que procuraron que no parara ni un momento en las redes sociales, perdimos las elecciones. De todo aquello hay que sacar lo más positivo, al margen de que yo perdiera las elecciones, y es que aquella Huelva, ya universitaria y con gente más capaz, dejó claro que no es un vertedero. Eso es lo importante, no lo que a uno le pueda pasar, sino lo que está ocurriendo con esta Huelva de hoy, intelectualmente muchísimo más preparada.
«Para enfrentarse a los responsables del desaguisado de los fosfoyesos hay un Ministerio y un fiscal general, pero ni a la ministra ni al fiscal se les espera por aquí. Huelva para el Gobierno actual, no existe»
-¿Hay solución?
-Sí. Rotundamente sí. A nadie escapa que es el Gobierno de la nación el único que puede hacer frente a los altos costes que supondría llevarse esa masa enorme, esa inmensa montaña blanca, de las marismas del Tinto; y también es evidente que debería haber sido el encargado de enfrentarse a los responsables de semejante desaguisado medioambiental, para eso hay un Ministerio de Transición Ecológica y un fiscal general, para tomar partido por los ciudadanos de a pie y no para proteger a quienes cometen todo tipo de tropelías y chanchullos. Pero ni a la ministra ni al fiscal se les espera por aquí. Huelva para el gobierno actual, no existe.

-Volvamos al libro, que es una suerte de paisaje urbano resuelto con pinceladas muy sueltas y sobre todo muy libres.
Lo he ido pintando cada mañana con aquello que me pueda llamar la atención, que igual pueden ser un par de chicas fotografiando una rosa en el jardín de la Casa Colón, que un señor tocando el saxofón por la calle o un afilador apostado en las cercanías del mercado del Carmen, o como el encuentro con un amigo, una celebración en la ciudad… cualquier cosa, no tengo nunca nada previsto, voy navegando al pairo, dejándome llevar por las corrientes y siempre sale algo, de ahí que con la ayuda de mi nieta Belén hayamos podido entresacar unas ciento veinte entregas y agruparlas en distintas secciones según distintas temáticas. Pero esto de encuadrarlas aquí o allá, ha sido a posteriori, con motivo de la publicación de estos amaneceres. Al ir escribiéndolas, no había planificación alguna. Ni siquiera sabía que surgiría esto de publicarlas. Esto vino después.
-Tienes una cantidad enorme de seguidores en redes sociales, y sobre todo tienes sobradas muestras de cariño de los ciudadanos de a pie, ¿es una correspondencia al amor que tú le tienes a tu ciudad?
-Pues se puede considerar que es así. Me paran muchas veces para darme cuenta de cualquier contingencia que pueda ocurrir en este barrio o en aquel. Es como si siguiera siendo alcalde. De hecho, me suelen llamar alcalde cuando me vienen a saludar.
-¿Y qué haces con esas quejas o esas sugerencias?
-Las transmito a quien corresponda. Ya te dije que sigo teniendo unas relaciones inmejorables con quienes fueron mis compañeros en los veinte años que tuve el honor de ser alcalde de Huelva. Pero mi trabajo real ahora es observar, escrutar, tomar el pulso a la ciudad y transmitirlo a través de estos Buenos Días que son el germen de este nuevo libro.
-Sabes que la sala habilitada para presentaciones se va a quedar pequeña, muy pequeña, para la cantidad de amigos que van a venir a arroparte...
-Ojalá que sea así, pero de eso ya se ha ocupado el editor, que no sólo ha hecho un trabajo fenomenal con el libro, sino que tiene previsto utilizar la propia plaza de las Monjas, el escenario al aire libre, para la presentación. Los responsables de esta feria del libro también están al tanto de lo que pueda ocurrir este próximo lunes y ojalá sea como dices, que esté bien arropado por mis amigos y por quienes quieran conocer los desvelos de este vecino por ver mejorar su tierra, su ciudad.
-Seguro que estarás bien acompañado.
-Como no podía ser de otra manera. Estarán a mi lado la alcaldesa, recién operada y con muletas, pero estará, como amiga más que como alcaldesa, y mi nieta Belén, que se ha ocupado de tenerlo todo a punto y ha sido responsable de la selección y ordenación de las entregas que componen este Amanecer en Huelva.
En el tiempo en que hemos estado charlando se le ha acercado para saludarle un personal de lo más variopinto. Unos le llaman alcalde, otros Pedro y muchos más Perico, el nombre que supo unir a un apellido que ya estaba registrado en el imaginario onubense junto a una cámara de fotos. Foto Rodri, la empresa que con muchas dificultades empezó en el hueco de una escalera, como le gusta recordar a este Pedro Rodríguez González, y que su padre levantó con esfuerzo, constancia y muchos sacrificios, como hizo a continuación su luchadora madre, la misma empresa que él heredó y supo ampliar, la que ha procurado que tenga continuidad en la figura de su hijo Javier, tercera generación de fotógrafos. Han pasado diez años desde que dejó de ser alcalde y ahí está el hombre, viviendo en el mismo piso y dedicado a labores sociales, como pocos saben que eso era lo que hacía antes de dedicarse a la política. Ahí está, con su sonrisa de siempre y sin parar de saludar a unos y a otros. Don Pedro Rodríguez, el alcalde cercano; Pedro para sus amigos y Perico Rodri para la ciudad con la que mantiene un apasionado idilio. Ahora se coloca la gorra y procede a dar su paseo matinal por la ciudad, por la ría aspirando el aire salobre de las marismas, por los cabezos dejándose acariciar por la brisa que le llega de poniente y alcanzando a ver más abajo de las laderas de margas y arcillas cómo ha cambiado aquella barriada de la Navidad en la que pasó una noche entera achicando agua en una inundación que asoló la barriada recién llegado él a la Alcaldía de su ciudad. Sí, la ciudad, esa ciudad que ayudó a cambiar. En cambio, su sonrisa no, esa sigue siendo la misma.
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