Sobre los numerosos beneficios de estar aburrido
'Pues cómprate un burro'. Esa era la respuesta de mi madre cuando de pequeña le decía que estaba aburrida. Nunca entendí cómo pretendía ella que adquiriese yo un animalito o una yeguada sin paga ni feria ganadera cercana.

Pero debí de quejarme mucho porque poco después me trajeron una hermana y la verdad es que el tedio disminuyó (y los celos fraternales aumentaron). Los días que no podía salir a la calle con mi elástico, mi comba o mis tazos, los juegos tenían que ser indoor, lo que me obligaba a tirar de imaginación.

Ahora, para entretener a un niño se le da un móvil o una tablet, se le enchufan dibujos en YouTube y a seguir mirando Facebook tranquilamente. Los chiquillos de hoy no saben lo que es estar aburridos, no se lo permitimos, y esto, que se plantea como una ventaja, es en realidad una condena. Tampoco los adultos lo hacen, inmersos en una sociedad en la que todos tenemos prisa, todo es urgente y parece que llegamos tarde hasta a nuestra propia vida.
A lo mejor ignoráis esto, milicia de mi corazón, pero el aburrimiento y la creatividad son novios. Se conocieron en Bumble. Él es un poco dejado y ella, un pelín alocada, pero la mayor parte del tiempo, si él pasa un rato a solas sin nada que hacer, acaba mandándole un whatsapp para ver una película en su casa de la playa y lo que surja. No seáis mal pensados, que lo que surge es la creación, la invención, la innovación.
Pero la cosa no acaba aquí, porque estos dos tienen una pareja abierta (creen en el poliamor, que ahora está muy de moda, que lo veo yo en First dates) y a veces quedan también con la reflexión. Así, la aburrición se convierte en germen del arte, en motor de ese impulso primigenio necesario para que, junto a la intuición, las ideas fluyan, se concreten y se materialicen en una obra artística: un relato corto, un poema, una pintura, una escultura, una novela, un cortometraje...

Hemos generado a nuestro alrededor un complejo sistema de pantallas para evitar el aburrimiento, al que tememos desde tiempos ancestrales (son muchos los refranes que lo relacionan con el demonio). Plataformas de contenidos a la carta, redes sociales y otras apps al servicio de la industria del entretenimiento. Ese no es el camino. Debemos abrazar al tedio, mimarlo para que quiera seguir siempre a nuestro lado y valorarlo en toda su dimensión para que nos permita potenciarnos.
Como afirmó Clifton Fadiman aburrirse en el momento adecuado es signo de inteligencia. Yo hace tiempo que me siento un poco tonta y por eso quiero hacer una petición popular: venid a contarme vuestras últimas vacaciones en Cuenca, lo bien que come vuestro bebé de siete meses o cómo va la instalación de las placas solares de vuestro edificio. Si bostezo es que vais bien.