Sobre El Fary y el arte blandengue

El arte contemporáneo tiene que ponerse en su sitio, deshacerse de todos aquellos que juegan a ser artistas

Sobre los especuladores del mercado del arte

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Sobre la obligatoriedad de pasar por Madrid

¿Tú también congelabas las esponjitas? H24

Jennifer Rodríguez-López

Punta Umbría

En 1984, en un programa de televisión, José Luis Cantero Rada, más conocido como El Fary, afirmaba que siempre había detestado al hombre blandengue. En esa entrevista sin desperdicio de TVE1, y que debemos analizar en su contexto (ojo, años ochenta en España) sin caer en el presentismo histórico, quizás lo mejor son sus caras guiñadas y su corte de pelo. Lejos de frivolizar, pues el cantante de éxitos como 'Carabirubí' soltó unas cuantas perlas que a día de hoy nos hacen echarnos las manos a la cabeza, quiero quedarme con el momento en el que sostenía que el hombre, y cito textualmente, «debe estar en su sitio».

Ahora cojo ese concepto; me lo apropio (esto, junto a la estética coquette, está muy de moda); me quedo solo con el sentido de valorarse, de ser fuerte; elimino con quitagrasas la capa repugnante que huele a rancio, desfasado y casposo; y aplico el término «blandengue» al ámbito artístico. Entonces, ¿qué nos quedaría? ¿Qué os quiero contar con todo esto? Pues podría estar refiriéndome a esas obras mulliditas y suavecitas como nubes, que las hay, como demuestran las esculturas de Claes Oldenburg, o a algunas instalaciones textiles en las que apetece echarse la siesta con la baba caída.

Arte textil, ideal para la siesta H24

Pero no. Me refiero a esas piezas que ni fu ni fa, a esas que ves en una feria internacional, en un museo contemporáneo de una gran ciudad y te quedas igual que ante un muestrario de grifos. Las has visto muchas veces. No tienen ni chicha ni limoná. No las entiendes y no entiendes cómo ni por qué han llegado a una sala expositiva. En ellas, se ha perdido el misterio, no hay esencia y te preguntas dónde quedó el aura que tanto defendió Walter Benjamin. Ya te lo digo yo: se ha perdido en la cadena de producción que supone el mercado artístico actual.

El ARTE tiene que desprenderse de todo ese autobombo, suprimir todas esas obras que se te deshacen en las manos, curarse de tanta flacidez

El arte contemporáneo tiene que ponerse en su sitio, deshacerse de todos aquellos que juegan a ser artistas, de esos que autoeditan catálogos y publican en las redes carteles de exposiciones inexistentes (sí, sabemos quiénes sois...). El ARTE tiene que desprenderse de todo ese autobombo, suprimir todas esas obras que se te deshacen en las manos, curarse de tanta flacidez, dejar de mirar para otro lado (como cuando te cruzas por la calle con tu ex) y plantar cara a los discursos sin contenido ni técnica.

Como el 'eructopota'

Lo blandengue nos acecha. Es viscoso, es pegajoso, es asqueroso. Te deja un regusto ácido en la garganta (exacto, como el 'eructopota'). ¡Pero tengo el remedio! Una dosis de autenticidad, con su poquito de 'stendhalazo'. Es gloria bendita contra la mediocridad, contra la creación promiscua y manoseada. Aunque cuidado con el efecto rebote y con la perseverancia de los débiles, pues, como dijo Mario Benedetti, ellos nunca se rinden.

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