Veinte años del giro que cambió para siempre la industria naval de Huelva

La compra de los astilleros hispalenses en 2006 marcó el inicio del fin para la antigua compañía y hoy, liberada de aquel lastre, la planta onubense consolida su recuperación apostando por la tecnología y la eficiencia energética

Las obras de modernización del astillero suponen una inversión de más de 13 millones de euros

Instalaciones de los astilleros de Huelva m. meridional
H. Corpa

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En la historia reciente de la industria naval onubense hay una fecha que sirve de bisagra entre dos épocas. El 18 de julio de 2006, hace ahora casi veinte años, Astilleros de Huelva formalizaba una operación que, vista con la perspectiva del tiempo, significó el principio del fin de un modelo agotado. Aquel día, el consorcio onubense firmó la compra de la factoría de Izar en Sevilla por 14 millones de euros, creyéndose capaz de pilotar un gigante industrial regional. Pese a las buenas perspectivas, lo que entonces se vendió como una expansión estratégica acabó siendo el lastre definitivo que aceleró el colapso financiero de la compañía apenas cuatro años después, arrastrada por las deudas y una plantilla inasumible.

Casi dos décadas después de aquella firma, el escenario en los astilleros de Huelva es radicalmente distinto: lo que entonces fue una ruinosa huida hacia adelante hoy es una estrategia industrial medida al milímetro. La conmemoración en 2026 de estos 20 años servirá como recordatorio de cuánto ha cambiado la realidad de los astilleros onubenses desde el cierre traumático y el concurso de acreedores de 2010 a la actual estabilidad bajo la gestión del grupo Marina Meridional. La planta naval de la capital ha dejado de ser un problema crónico para convertirse en una solución industrial de alta tecnología, integrada en una red que conecta Vigo, Ceuta y Turquía, pero donde Huelva juega un papel crucial.

De la supervivencia a la especialización

La transformación de los astilleros de Huelva no ha sido solo financiera, sino de concepto. Durante años, la antigua gestión trató de competir en un mercado global saturado, aceptando encargos de grandes buques con márgenes ajustados que a menudo acababan en pérdidas. El Nuevo Astillero de Huelva, en manos de Marina Meridional desde 2020, ha roto con esa lógica de volumen a cualquier precio para centrarse en la especialización y el valor añadido.

El cambio más evidente es la orientación hacia la tecnología y la sostenibilidad. Lejos quedan los tiempos en los que la única preocupación era entregar toneladas de acero. Hoy, la factoría onubense se posiciona como una referencia en la construcción de embarcaciones de aluminio y fibra, materiales clave para la nueva generación de ferris rápidos y catamaranes, barcos más ligeros, eficientes y adaptados a las exigencias medioambientales del siglo XXI.

Esta apuesta por la innovación se refuerza con la reciente adjudicación de seis buques híbridos e-CTV (Crew Transfer Vessels) para la armadora británica Tidal Transit. Este proyecto no es un encargo más; coloca a Huelva en el mapa de la logística para la energía eólica marina, un sector en plena expansión que demanda unidades altamente especializadas para el transporte de técnicos a los parques offshore. La capacidad de Huelva para asumir el ensamblaje de estas unidades, en colaboración con el astillero de San Enrique en Vigo, demuestra que la factoría está lista para competir en el mercado internacional.

Huelva, pieza clave

Para entender la relevancia actual de los astilleros de Huelva hay que mirar más allá de la ría del Odiel. La estrategia de Marina Meridional, pilotada por José Alberto Barreras, no concibe sus astilleros como islas independientes, sino como nodos de una red interconectada. En este esquema, Huelva ha asumido el rol de hub industrial y tecnológico del sur de Europa.

Mientras que Vigo mantiene su hegemonía técnica en el norte y Ceuta se especializa en reparaciones rápidas de paso por el Estrecho, Huelva ofrece algo que sus hermanos no tienen: espacio y versatilidad. Con 114.900 metros cuadrados de concesión, el astillero onubense actúa como el pulmón del grupo. Sus instalaciones permiten acomodar proyectos de gran envergadura física, como el ensamblaje de grandes estructuras para la industria offshore o la construcción de series largas de buques que saturarían las gradas gallegas. Resumiendo, que Huelva más que competir con Vigo, lo complementa. El astillero onubense absorbe picos de carga de trabajo, permite diversificar la tipología de buques (centrándose más en multicascos y nuevos materiales) y sirve de plataforma logística para el mercado del norte de África y Canarias. La reciente construcción y entrega de la rampa ro-ro para el Puerto de Huelva ejemplifica esta capacidad industrial: una estructura de más de 1.000 toneladas que mejora la conectividad con las islas y que solo podía ejecutarse en unas instalaciones de estas dimensiones.

La estabilidad actual no es fruto de la casualidad, sino de la inversión. El plan de modernización en marcha, dotado con más de 13 millones de euros hasta 2030, está rehabilitando unas instalaciones que sufrieron una década de abandono. La renovación de la fachada hacia la ría no es solo estética; simboliza la reintegración del astillero en la ciudad y en la operativa del Puerto de Huelva.

Además, la creación de una división de energía dentro del astillero abre una vía de ingresos más allá de la construcción naval pura. Aprovechando el potente polo industrial químico y energético de la provincia, el astillero ofrece servicios de calderería pesada y mantenimiento industrial, diversificando y garantizando carga de trabajo estable para la plantilla auxiliar.

Hoy podemos decir, a sólo unos meses de que se cumplan dos décadas de aquella fallida expansión a Sevilla que precipitó la crisis, que los astilleros de Huelva han aprendido la lección de la mano de una hoja de ruta clara ligada a la economía azul y la transición energética.

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