Casi diez horas de procesión para recibir las gracias de la Virgen del Rocío
Almonte saltó la reja a las 2.42 horas de la madrugada para iniciar una multitudinaria procesión con su patrona por las calles de la aldea
El Rocío 2025: Así ha sido el salto de la reja a las 2.42 horas de la mañana
La noche más especial en la aldea del Rocío, en imágenes

Llegó lo que todos los rocieros llevaban un año esperando. El objetivo de tantos meses de preparativos y reuniones. El fin por el que cientos de miles de personas recorren de punta a punta la península ibérica para venir a parar a una pequeña aldea de Almonte. La Blanca Paloma agitó su vuelo y todos los que en este privilegiado rincón de Doñana tenían la dicha de estar recibieron las gracias de la madre de Dios y su divino pastorcito.
Amaneció un nuevo lunes de Pentecostés y en esta tierra lo hizo como es tradición acompañando a la Virgen del Rocío por las calles de la aldea. Una procesión histórica enmarcada en este Año Santo Jubilar de 2025 que venía con distintas novedades y que ha resultado multitudinaria en todos los tramos de la noche. Una procesión también algo más corta que la del pasado año, temeroso quizás el pueblo de Almonte de que se repitiera en el mediodía del lunes las altísimas temperaturas que padecieron en la jornada del domingo.
Se rezaba por las calles de la aldea el rosario de hermandades cuando el interior del santuario comenzaba a llenarse de los leones almonteños que portarían durante toda la madrugá a su patrona. Tras varios conatos de salto cuando las hermandades más antiguas pasaban ante la gran concha peregrina que corona la puerta del templo, el momento más esperado llegaba a las 2.42 horas. Un cuarto de hora más temprano que el del pasado año. Con el Simpecado de la Matriz de Almonte abandonando la calle Moguer, los primeros almonteños saltaban la reja y en cuestión de segundos, los bancos del paso de la Virgen se llenaban de hombros dispuestos a elevarla al cielo marismeño.
La noche de la Virgen comenzaba tras llegar el Simpecado de la Matriz al altar mayor del santuario. A hombros de Almonte la Blanca Paloma abandonaba su nido en tan solo cuatro minutos. Una salida limpia, con la Virgen del Rocío siempre en pie para salir a una explanada en la que la multitud no dejaba ver ni un centímetro de la arena de su suelo. El santuario se quedaba vacío, algunos romeros recogían como recuerdo la tierra por la que la Virgen había pasado y en las casas de hermandad, los nervios comenzaban a aflorar sabiendo que era cuestión de horas de que la Virgen del Rocío devolviera la visita a cada una de las filiales.
La primera parte de la procesión resultó bastante fluida. La gran cantidad de personas que se concentraba en torno al paso no suponía dificultad para portar las andas, siendo pocas las veces que la Virgen pisaba el suelo de la aldea. Así continuaría buena parte de la procesión, si bien es verdad que con el paso de las horas y el cansancio acumulado sí provocó que en la segunda parte de la procesión la Virgen estuviera más veces en el suelo.
Los campaniles de las casas de hermandad comenzaban a sonar impacientes y por todas las calles de la aldea los simpecados de aquellas hermandades cuyas casas no están en el recorrido comenzaban a aflorar, buscando su lugar de encuentro con la Virgen del Rocío.
Tras abandonar el Real y enfilar la estrecha calle de las camaristas llegaba la principal novedad de esta romería. Con las primeras luces de la mañana la Virgen del Rocío estrenaba itinerario buscando un mayor lucimiento, seguridad y rapidez pese a recorrer algunos metros más. La patrona de Almonte recorría el interior de la plaza de Doñana visitando por vez primera con este itinerario a la hermandad de Sevilla, que en este año celebra su 75º camino. Uno de los momentos de la noche, por lo histórico y por el significado para los rocieros de la hermandad de Sevilla-El Salvador.
Huelva y Emigrantes recibieron a la Virgen del Rocío
Tras su parada ante la casa de las camaristas llegaba el momento más esperado por los rocieros de Huelva. Pasadas las siete de la mañana el Simpecado verde que engloba la devoción de todos los onubenses se alzaba cuando los almonteños decidían acercar a su Virgen del Rocío.

Los vivas a la Virgen resonaron en toda la plaza cuando una lluvia de pétalos alfombraba las arenas por las que la Blanca Paloma tenía que pasar. Caras de emoción, momentos en el que los sentimientos rebozan a flor de piel. Un instante en el que cobra sentido todo el trabajo que los hermanos, la junta de gobierno y el hermano mayor de este Rocío ha venido realizando durante todo un año. Un momento que queda guardado en el corazón de cada rociero y que se renueva año tras año. Casi sin quererse despedir de sus hijos onubenses la Virgen puso camino hacia la plaza de Doñana, por donde pasaría por vez primera por las puertas de la casa del patio de los carros de la Hermandad de Huelva.
Estrenaba ubicación en esta romería la Hermandad de Emigrantes, aunque no muy lejos de donde era su lugar hasta el pasado año. Allí llegaría con el sol haciendo brillar su nacarado rostro la Virgen del Rocío pasados unos minutos de las nueve de la mañana. Las escenas que se vivían en Huelva se repetían junto la Concha de Plata. Las emociones se desataban y los vivas a la Virgen llevaban consigo el amor y las gracias de todos los hijos rocieros que no pueden compartir con la Blanca Paloma estos momentos de su procesión por encontrarse fuera de su tierra.
La nota de la jornada llegó casi al comienzo de la noche. Tras detenerse para rezar la salve ante los Simpecados de Huévar y Lebrija y recibir las primeras ofrendas en forma de petaladas, la siguiente parada debería haber sido Villamanrique. Así lo anunciaba la campanilla de su espadaña y así lo pedía el sacerdote que, junto al Simpecado, se alzaba sobre las cabezas de los miles de rocieros allí concentrados. Sin embargo Almonte decidió no parar ante la primera de sus hermandades filiales, haciendo patente el malestar que sentía el pueblo tras los hechos acontecidos durante la peregrinación extraordinaria protagonizada por la Hermandad filial de Villamanrique.
La rotura del protocolo para las peregrinaciones por parte de la filial de la provincia sevillana y el enfrentamiento vivido con los colaboradores de la Matriz en el interior del Santuario ha tenido como respuesta por parte del pueblo que portaba a su Virgen el no girarse para rezar la salve junto a su Simpecado.
Una recogida más temprana
No cabía un alfiler en la Plaza de Doñana ni por la calle Almonte, pero la Virgen seguía transitando con cierta fluidez por las arenas. Llovían flores desde los tejados de las casas de hermandad, se entonaban cantes a pie de porches de las casas y cientos de niños volaban sobre las manos de los almonteños para recibir la protección de la Virgen para toda su vida. Una estampa habitual durante la procesión que, si bien en los últimos días se había solicitado desde ciertos sectores del pueblo de que no se realizara, sí ha podido seguir viéndose este año.

Tras recorrer la calle Moguer llegaba el turno de visitar a la última de las filiales que tiene el honor de despedir a la Virgen, la Hermandad de Moguer. La Virgen del Rocío cruzaba el dintel del templo a las 12.25 horas del mediodía, casi dos horas más temprano que el pasado año. Mirando a su pueblo que la arropaba en la explanada del santuario la Virgen entraba por el pasillo central del templo antes de ser colocada de nuevo en su altar, casi diez horas después de abandonarlo. Tras los vivas a la Virgen y el rezo de la Salve, comienza una nueva cuenta atrás. Solo faltan 350 días para que la Virgen vuelva a pisar la aldea.