ENTREVISTA
Lorenzo Silva: «A mí me han llegado a asegurar premios comerciales y me he negado a presentarme»
El escritor súperventas asegura que se ha presentado «siempre bajo el principio de incertidumbre», pero también entiende que quien organiza un certamen quiera «recuperar la inversión»
«A diferencia de otros héroes del género, Bevilacqua y Chamorro no pretenden apabullar a nadie», dice sobre los protagonistas de su exitosa saga, «inesperados» pero que han creado un «vínculo afectivo» con los lectores
Opina que «lamentablemente la sociedad española no sólo no tiene erradicada la esclavitud sexual o laboral, sino normalizada» y eso es lo que más le «asquea»
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Iniciar sesiónLa Feria del Libro de Huelva ha contado este año con uno de los escritores más reconocidos del panorama literario actual en castellano, Lorenzo Silva (Madrid, 1966). Es un autor con un amplio bagaje, con decenas de publicaciones y destacados premios, que también se expresa en medios de comunicación. Su prosa culta y entretenida ha insuflado mucha vida a la novela negra, especialmente a sus personajes Bevilacqua y Chamorro, protagonistas de una saga de 14 entregas que el público ha hecho suyos. La última es 'Las fuerzas contrarias' (2025, Destino), que se desarrolla en un ambiente tan cercano en el recuerdo, aunque tratemos de distanciarnos de él, como el de la pandemia de Covid-19. Después de este doloroso acontecimiento estuvo en Huelva para hablar de literatura y este viernes volvió a usar este vehículo que conduce a tantos lugares desde la capital onubense. En las siguientes líneas charla con Huelva24 de variados temas con sinceridad, como sus motivaciones como escritor y sus variadas facetas, los premios literarios, las redes sociales y preocupantes problemas como la vivienda, la corrupción o la esclavitud en pleno siglo XXI.
-En la Feria del Libro de Huelva ha tenido la ocasión de encontrarse con sus lectores ¿Qué es lo que más le gusta de este contacto directo?
-Creo que es muy difícil para un escritor no disfrutar del encuentro con la gente que te lee. Tienes que ser una persona muy huraña o antisocial, que los hay. Creo que hay pocas cosas que te gratifiquen tanto de este trabajo, que además es bastante solitario, que comprobar que hay alguien al otro lado, que esos ratos largos de soledad tienen un fin, un destinatario. Ya llevo muchos años publicando y yendo a ferias. La primera fue en la Feria de Madrid hace 30 años. Es una experiencia muy larga y de hablar con mucha gente. La vida me ha hecho el regalo de ver que lo que tú has escrito le ha enriquecido y mejorado la vida a otro. Eso es lo que más me recompensa, que venga alguien y te diga «me has hecho pasar buenos ratos» o al revés «me has hecho pasar mejor ratos malísimos» y lo segundo me impacta y me gratifica todavía más. Es curioso, mucha gente me ha dicho cómo mis libros les han ayudado durante periodos largos de enfermedad, con adversidades familiares… uno a veces se pregunta ¿para qué demonios hago esto? y mira, sí sirve de algo. Ahí tienes la clara conciencia de que sirve. Eso te proporciona una certidumbre de que merece la pena el esfuerzo.
-¿Entiende a las personas que dicen que no tienen tiempo para leer? ¿Le daría algún truco para motivarles?
-Pues las entiendo porque hay gente para todo, como decía el torero. Desde mi experiencia lo entiendo poco porque para mí la lectura ha sido una gratificación permanente desde que la descubrí en mi niñez y también ha sido lo que me dicen algunos lectores, un paliativo para las adversidades de la vida. Renunciar a eso, cuando además es uno de los pocos bienes que en la sociedad que vivimos podemos disfrutar de manera gratuita, porque existen las bibliotecas públicas y porque existe el dominio público, porque hay muchísimos autores que murieron hace más de ocho décadas y puedes disfrutar ya gratuitamente de sus obras. Entonces renunciar a una medicina tan eficaz y tan económica, pues no lo consigo entender. Pero lo digo desde el punto de vista personal. Cada uno tiene sus inquietudes y hay que respetarlas.
«Las ferias del libro, en los últimos años, me las tomo como una celebración de la supervivencia de ese objeto cuya acta de defunción han extendido tantas veces tantos agoreros»
-¿Qué cree que hace que los libros no se conviertan en objetos obsoletos en una era tan tecnológica y por qué son necesarias las ferias del libro?
-Creo que están muy bien pensados. La lectura, decía Proust, es una comunicación en el seno de la soledad. El que escribe está solo y el que lee también. El libro, que se inventó hace ya bastante tiempo, es un objeto que realiza muy bien esa mediación entre esos dos solitarios que se encuentran en la lectura. Soluciones tecnológicas también realizan esa mediación, pero lo hacen peor, porque no tienen la tangibilidad, la corporeidad y la belleza que tiene un libro bien impreso. Cuando tienes el libro en las manos, en cierto modo tienes al autor encarnado en ese objeto que sostienes. En cuanto a las ferias del libro, en los últimos años, me las tomo como una celebración de la supervivencia de ese objeto cuya acta de defunción han extendido tantas veces tantos agoreros.
-Recuerdo que en su última visita a Huelva, en el Muelle de la Compañía Rio Tinto, habló de la importancia de la suerte que tuvo en su caso para poder dedicarse a la literatura. ¿Qué es más complicado entrar en el circuito literario de élite o mantenerse en él tantos años?
-Creo que las dos cosas son difíciles, pero que la primera sí que depende más de la suerte. Esto es muy evidente, porque algunos de los escritores más importantes de la historia no entraron en ese circuito en vida y lo hicieron después. No fue por falta de talento, sino que la fortuna no les acompañó. Yo creo que ahí la suerte es más determinante que en mantenerse. Para eso creo que depende mucho de no relajarse, de mantener el esfuerzo, la devoción por el oficio y el respeto al lector. Creo que mantenerte está más en tu mano que entrar, aunque también estás al albur de que cambien los gustos o de que la moda imponga algo distinto de lo que tú haces y esto tampoco lo puedes controlar. Pero sí estás activo y has conseguido mantener una conversación con los lectores, digamos que puedes cuidarla y que depende de ti parte para que esa conversación se mantenga. Entrar es más azaroso.
«Para mí la primera mitad del libro siempre es mucho más difícil de escribir que la segunda. Esa parte es cuesta abajo»
-¿En qué momento de la creación de una novela siente más placer o satisfacción? ¿Cuándo la acaba o en otro paso del proceso?
-A mí me resulta muy gratificante cuando descubro una idea y veo que esa idea encierra un libro y a veces faltan muchos meses e incluso años para empezar a escribirla. Ves que tiene una potencialidad para crecer. Ideas tienes muchas, pero la mayoría se te deshacen entre los dedos y cuando tienes eso, tienes algo a lo que vas a poder dedicar fructíferamente muchos meses de tu vida y es gratificante, pero también lo es durante todo el libro cuando llego al momento de que lo que he ideado, puedo ejecutarlo, darle forma y convertirlo en texto. Lo difícil es empezar a hacer existir algo que no existe. Siempre hay algo de parto. Para mí la primera mitad del libro siempre es mucho más difícil de escribir que la segunda. Esa parte es cuesta abajo. Los libros son como una colina que coronas y desciendes y hasta la mitad estás intentando coronarla y a partir de ahí ya el libro tiene que suceder, porque lo hace en función de lo que has hecho en la primera parte.

-Hablando de ideas que se convierten en libro, ha dado para 14 entregas la relación entre sus ya famosos guardia civiles Rubén Bevilacqua y Virginia Chamorro. ¿Por qué cree que ha tenido tanto éxito la serie y qué le ha motivado para que haya tenido esta continuidad?
-Se ha dado una conjunción de varias circunstancias. Primero que el género en el que se pueden insertar las novelas, con todas sus peculiaridades y todas las excepcionalidades que le quieras buscar, la novela policiaca o negra, la ficción criminal o como cada uno lo quiera llamar, es un género que tiene un potencial de llegar a muchos lectores. Ese potencial estaba ahí y siempre lo he identificado. Cuando te acercas a él buscas tu manera de acceder a ese potencial. Otra cosa que les ha ayudado a estos personajes es que eran inesperados, no consabidos, incluso con los que a priori no se contaba.
«Como me dijo una vez una lectora, son dos tipos -Bevilacqua y Chamorro-que sientes que podrías estar en el mismo coche con ellos»
En España en 1990 postular a un par de guardias civiles como héroes literarios era algo muy poco verosímil, muy poco acorde a lo predecible. Creo que a la literatura le beneficia no ser predecible. Y en tercer lugar, meditando a partir de lo que me dice la gente, que al final es la única información en la que te puedes basar, no en tu intuición personal, la forma en la que están construido estos dos personajes. A diferencia de otros héroes del género, no pretenden apabullar a nadie. Como me dijo una vez una lectora, son dos tipos que sientes que podrías estar en el mismo coche con ellos y creo que eso les ha ayudado a construir un vínculo afectivo con los lectores. Al final la lectura se basa en vínculos afectivos. Creo más en eso que en el deslumbramiento intelectual o de cualquier otra índole. Al final el vínculo a largo plazo se basa en cuestiones afectivas.
-En su última entrega estos personajes se adentran en la pandemia.
-Es una historia a la que tenía que llegar. Me preguntaban que por qué ambientar una novela en la pandemia, que todo el mundo la quiere olvidar. También es igualmente cierto que yo con Bevilacqua y Chamorro no puedo rehuir nada de lo que ha sido relevante en la realidad española de su tiempo. Para cosas relevantes, la conmoción que supuso la pandemia. He intentado explorar, a través de la herramienta que me da la ficción criminal, e ir un poco a las capas profundas del impacto que produjo esto en la sociedad y las personas. Era el momento de ahondar un poco en el relato de esa situación tan excepcional y también con una vocación de apartarte de las reacciones más inmediatas y de las más elementales. A los cinco años ha empezado a surgir una pulsión en muchos de a ver cómo utilizo esto para mi beneficio. Creo que una experiencia en la que vimos nuestra vida tan alterada, que perdimos a 150.000 conciudadanos, actuó en detrimento de todos y no puede operar en beneficio de nadie.
-Ha ganado el Premio Nadal y el Premio Planeta, entre otros. ¿Qué le parece las opiniones que siempre proyectan sombras de sospecha sobre los certámenes literarios más conocidos? Ha pasado ahora con Juan del Val.
-Creo a veces pecamos de una cierta ingenuidad o más bien incoherencia. Los premios siempre los da alguien y son de tres tipos: completamente altruistas, gubernamentales o comerciales. Los completamente altruistas, que existen, yo he sido jurado y hasta impulsor de alguno de ellos, tienen un código, el intentar buscar la calidad literaria. Además suelen tener una vocación de apostar por lo desconocido. Ese es un modelo válido y muy loable. Los premios comerciales intentan también buscar la calidad literaria, pero también intentan que la inversión que va a hacer quien organiza ese premio se recupere. Es una aspiración legítima de quien arriesga su dinero. A partir de ahí, ése es el marco de referencia y yo no puedo reprender a nadie por cómo gasta su dinero. Lo que sí es verdad es que cuando me he presentado a un premio comercial, lo he hecho con mis condiciones. A mí me han llegado a asegurar premios comerciales y me he negado a presentarme. Me he presentado a los que en alguna ocasión me han indicado que había interés en que lo hiciera, cosa que es muy comprensible que alguien que se va a jugar una cantidad importante de dinero, pues intente estimular la participación de autores que crea que le pueden ayudar a recuperar esa inversión. A mí eso no me parece nada reprobable. Yo siempre me he presentado bajo el principio de incertidumbre y también en alguna ocasión sí he dicho que me interesaba presentarme si ganaba el premio, pero que si quedaba finalista no concurría.
«Los premios gubernamentales que se supone que deberían responder al interés general pero que todos sabemos que acaban mediatizados»
Eso son cosas que puedes hacer y algunos los he ganado y otros premios comerciales a los que me han invitado a presentarme no los he ganado. Esto es algo que casi nadie suele contar, pero es así. En su momento no lo hice porque no quería perjudicar a esa novela que después pude vender a otra editorial y que ha tenido una trayectoria bastante exitosa. Me he presentado a premios comerciales que no he ganado con novelas que luego han tenido reconocimiento de crítica y público. Esto puede pasar. Forma parte de las reglas del negocio. Luego están los premios gubernamentales que se supone que deberían responder al interés general pero que todos sabemos que acaban mediatizados, en mayor o menor medida, por intereses de quien en ese momento ostentan responsabilidades gubernamentales. A mí eso sí que me parece censurable, porque está jugando el dinero de todos. Que se dé un premio gubernalmental que no sea por la estricta calidad literaria es lo que me parece realmente censurable. Y por cierto, contra esto se protesta poco.
-No es muy activo en redes sociales ¿Es porque ha encontrado mucho 'hater'?
-Sólo tengo una que abrí hace 15 años, cuando se llamaba Twitter y la he mantenido pese a mis muchas tentaciones de cerrarla. En su día abrí un Facebook, porque me lo recomendaron, y eso sí que murió rápido porque esa red social sí que me parece un despropósito. Salí de ahí como alma que lleva el diablo. En esta he permanecido porque de entrada me requería poco desgaste. Luego cuando tuve más audiencia me pidió más y comenzó a generar consecuencias que no me interesan. He tenido mucho 'hater' y gente que busca reyerta contigo y a mi no me interesa eso. Para dejarlo claro, en mi perfil de 'X' hay una frase de Curro Romero, que, aunque no soy nada taurino, me pareció muy buena y es que cuando le regañaban porque o se arrimaba a algunos toros, él decía que miraba al toro y que cuando venía torcido en reyerta no entraba jamás y es lo que tengo en mi Twitter: «en reyerta no entro jamás». Y como es así, pues mi presencia cada vez es más limitada. No respondo a las provocaciones ni a los insultos ni a las impertinencias. Lo utilizo básicamente para hacer anuncios y dar las gracias. Ya no tengo interés en relacionarme con la gente que no es amable.
«Tienes que pagar ese peaje, que a lo mejor personas maleducadas intenten ofenderte»
-Un compañero de profesión como Pérez Reverte entra a todo en las redes. La última polémica ha sido por criticar al Instituto Cervantes y acusar al Gobierno de querer controlar la RAE. ¿Estamos en un momento difícil para que los escritores expresen abiertamente su opinión y hagan crítica política?
-Es su decisión y a él le compensará. A mí no me compensa. Yo sigo expresando mis ideas y sigo haciendo crítica política. Como intento mantener la independencia, he hecho crítica política con este gobierno, con el anterior y con los autonómicos. Te cuesta que sus partidarios, que cada vez son menos tolerantes, arremetan contra ti, pero no siento que haya podido de dejar de hacerlo. Tienes que pagar ese peaje, que a lo mejor personas maleducadas intenten ofenderte de palabra y algunos que se ven criticados cuenten menos contigo, pero yo es que los cuartos me los llevo jugando desde hace 30 años con los lectores, no con los políticos.
-Al hilo de esto. Es un gran analista de la actualidad. ¿Cuáles de los temas que son candentes ahora mismo le interesa más y cuáles le asquean?
-Hay muchos temas que te pueden interpelar de conflictos, de injusticias y desigualdades, de atropellos, cosas que no son como deberían ser. La oferta es infinita y elegir uno sería como hacer de menos a los demás. Por elegirlo por algún criterio, tengo cuatro hijos y a mí me preocupa mucho que España no tenga resuelto el problema de la vivienda y de un proyecto digno de vida para nuestros jóvenes. Me parece un gravísimo problema y que tengo muy cerca. Hay muchísimos más y muy graves, pero este tengo la impresión de que quienes nos gobiernan, en cualquier ámbito y de cualquier ideología, pese a sus protestas de lo terrible que es este problema, no tienen una verdadera voluntad de arreglarlo, porque si lo tuvieran, algún avance habríamos visto y sólo estamos retrocediendo. Cada uno toma medidas orientadas a su dirección ideológica y que contentan a su parroquia, pero no con la esperanza de que solucionen nada, porque no parece importarles tanto. La eficacia que estamos viendo es cero de unos y de otro. Aquí hay un gran problema que los que deberían afrontarlo no se están tomando en serio.
«Me asquea que a la gestión del interés general accedan una y otra vez personas cuya única pulsión es satisfacer su interés particular y a veces además de manera tan mugrienta»
Con el mismo criterio de cercanía, en cuanto a lo que me asquea, y el asco creo que es un grado extremo de desagrado, a mí tengo que decir que me asquea que a la gestión del interés general accedan una y otra vez personas cuya única pulsión es satisfacer su interés particular y a veces además de manera tan mugrienta. Es una lacra que no conseguimos erradicar. Otra cosa que me asquea que en nuestro país, en pleno siglo XXI, convivamos con la esclavitud que representa la explotación de personas, ya sea con fines de utilización sexual o laboral y eso lamentablemente la sociedad española no sólo no lo tiene erradicado, sino normalizado.
-También le quería preguntar sobre sus escritos en prensa. Este año ha ganado el Premio Ciudad de Cáceres por el artículo 'Los secretos de Cáceres' en ABC. ¿Qué le aporta este medio? ¿Se atrevería a escribir sobre los secretos de Huelva?
-(Risas). Me aporta muchas cosas. Le estoy muy agradecido a la prensa, porque realmente conmigo ha sido muy generosa. No soy periodista, soy licenciado en Derecho y no tengo ninguna cualificación para ejercer el periodismo y se me ha dado una oportunidad de hacerlo de manera para mí muy interesante y enriquecedora. Quizás lo que menos es la opinión, que puede interesar más o menos, pero he podido hacer mucho reportaje y mucha crónica e incluso alguna labor peculiar, como la que hago en el XL Semanal, que es como tener una especie de antena puesta para lo que late en la sociedad. Eso me ha dado una información muy valiosa para mí como escritor. Al margen de eso, escribir regularmente, aunque lo hago, y probar algo como la pieza periodística de vez en cuando está bien, ya sea en forma de reportaje o artículo.
«A veces pienso que el periodismo da mejores oportunidades a quien no es periodista»
Yo he reducido ya bastante mi trabajo ahí, entre otras, porque tengo labor literaria y me he procurado concentrar en lo que más me enriquece. Pero lo sigo haciendo con gusto. Escribo cada 15 días para vosotros en Vocento, básicamente de libros que es lo que más me interesa y es una labor enriquecedora y en la que he tenido muy buenas oportunidades. A veces pienso que el periodismo da mejores oportunidades a quien no es periodista, lo que me hace sentir un poco culpable.
-Otra faceta que ha tenido es la puesta en marcha del sello editorial Playa de Akaba con Noemí Trujillo ¿Cómo fue esa experiencia?
-La mantuvimos abierta durante una década, más o menos. Mantener abierta una pequeña editorial en condiciones de supervivencia requiere mucho trabajo por parte de los editores. Durante un tiempo Noemí le pudo dedicar su tiempo completo, pero ella empezó a tener otras responsabilidades y labores, entre ellas su propia creación literaria. A partir de ahí entramos en una crisis y pensamos en la opción de contratar a gente para mantenerla o cerrarla y decidimos no continuar. Creíamos que en esos 10 años había cumplido su función y algunos autores que nosotros descubrimos han acabado publicando en grandes sellos y han ganado premios como el Biblioteca Breve. Para eso sirve una editorial pequeña, para sacar esa antena al talento. No sirve para ganar dinero y nunca me lo planteé como una inversión lucrativa. La editorial la abrimos cuando gané el Premio Planeta y una parte de esos recursos los aposté ahí y durante esos años hicimos algo muy gratificante. Recuerdo con mucho cariño una de las primeras novelas que publicamos, 'Enemigo Innumero', una obra muy peculiar de Carlos Soto, que pienso que a lo mejor no existiría de no estar nosotros ahí. Se vendió bien, aunque no fue un éxito de ventas, y tuvo críticas muy buenas de reseñistas tan exigentes como Andrés Ibáñez. Así que algo aportamos y esa era la finalidad. Fue una experiencia buena y ahí quedó.
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