el séptimo de comisaría

Sobre lo que te legitima como artista

Que no es cosa mía, que hasta Winston Churchill lo sabía: «Esfuérzate por mantener las apariencias que el mundo te abrirá crédito para todo lo demás»

Sobre El Fary y el arte blandengue

Sobre los especuladores del mercado del arte

Sobre la trampa mortal del entusiasmo laboral

La importancia de apellidarse Koplowitz H24

Jennifer Rodríguez-López

Huelva

Ser artista es un estatus social. Aporta cierto nivel y prestigio. Creará una pequeña ovación en cualquier cena de amigos cuando comentes tu profesión. «Soy artista». Suena bien, eso es innegable. Pero ya no es suficiente. Ahora todos lo son gracias a las redes sociales y a la Inteligencia Artificial (IA para los amigos), así que hay que legitimarse a través de distintas herramientas y estrategias que harán que el abrimiento de boca sea aún mayor.

La más sencilla es tener un buen apellido. No es lo mismo llamarse Rodríguez-López (por mucho guion que yo le quiera poner) que Thyssen-Bornemisza. Hasta ahí estamos de acuerdo, ¿no? Una denominación de tal calibre, con toda la onomástica, la genealogía y el poderío económico que conlleva, te abre muchas puertas: las normales, las automáticas y hasta las giratorias. Pero no entres en pánico; si no has tenido la suerte de caer en una buena familia de gran realengo y abolengo, hay más opciones.

Una muy facilita es el name-dropping. Es ese chorreo de nombres que te suelta tu interlocutor para que seas muy consciente de todo lo que conoce y todo lo que ha leído. Puedes usar frases del tipo: «¿Has visto lo último del artista instalativo neerlandés Albert Heijn?». En realidad es una cadena de supermercados, pero seguro que sabe quién es... Esto, junto a lo de comprar seguidores en Instagram para ser un influencer del arte (algo que ya hemos normalizado al parecer), son buenas soluciones para los perezosos.

Hacer un doctorado

Otras vías cuestan un poquito más y conllevan más tiempo como, por ejemplo, hacer un doctorado. Si en tu CV aparece la palabra doctor/a, serás más respetado tanto en tu gremio como fuera de él. Le dedicas cinco años de tu vida a investigar sobre el uso emocional del goteo pictórico en la obra de Jackson Pollock (qué temazo) y luego a triunfar. También puedes esperar a que te hagan honoris causa, pero ese título suele venir con canas y arrugas de regalo.

Estudia un doctorado y sigue siendo mileurista H24

Una vez que estás medio legitimado, puedes tirar de otros para confirmar tu valía. Me refiero a agentes externos como galeristas, comisarios y críticos de arte (vamos, los tres de siempre). Que una buena galería te haga una expo individual o te lleve a una feria, te legitima; que un comisario potente cuente contigo para un proyecto, te legitima; que un crítico buenecito escriba el texto para tu catálogo, venga, decidlo vosotros: sí, te legitima.

Puedes vestirte con un look extravagante y colorido, e irte to jirocho a las ferias de arte contemporáneo a hacer contactos

Si nada de esto funciona, nos queda un as en la manga: puedes vestirte con un look extravagante y colorido, e irte to jirocho a las ferias de arte contemporáneo a hacer contactos. Usa tu red para darte a conocer y deja caer que eres el vecino de un primo de Ana Barriga. La gente asentirá, dando por hecho que posees cierta posición y que te mueves como pez (o tiburón) en el agua dentro del mundillo artístico. Que no es cosa mía, que hasta Winston Churchill lo sabía: «Esfuérzate por mantener las apariencias que el mundo te abrirá crédito para todo lo demás».

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación