tribunales
El acusado por el atropello múltiple de Gibraleón acepta 18 años de cárcel y esquiva el jurado popular
El acuerdo alcanzado por las partes evita la celebración del juicio, cuya primera sesión estaba programada para este lunes
Juicio por el atropello mortal en Gibraleón: ¿sufría un trastorno mental el acusado cuando embistió a ocho personas?


Huelva
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Iniciar sesiónMiguel Ángel D. M., de 40 años, autor del atropello múltiple ocurrido el 9 de octubre de 2022, ha aceptado una pena de 18 años de cárcel y la prohibición de estar en Gibraleón desde este lunes y durante los próximos 20 años. Tampoco podrá acercarse a menos de 200 metros de sus víctimas. Es el acuerdo al que han llegado la defensa, acusación particular y Fiscalía y que ha evitado la celebración del juicio, cuya primera sesión estaba programada para este lunes en la Audiencia Provincial de Huelva.
A las diez de la mañana se iba a iniciar la constitución del jurado que iba a deliberar sobre la culpabilidad del acusado. Pero desde días antes ya se barruntaba una posible conformidad que acelerara el cierre de un caso que conmocionó a Gibraleón hace tres años, cuando el ya condenado cogió su coche y de manera decidida embistió la terraza de dos bares de la localidad onubense, arrollando a ocho personas. Murió un hombre y el resto resultó heridos.
La Fiscalía solicitaba una pena de 35 años de cárcel y 15 de libertad vigilada por un delito de asesinato con alevosía y otros siete en grado de tentativa; una pena que ha quedado finalmente rebajada a cambio de que el acusado se declarara culpable y su abogado no continuara manteniendo que debía ingresar en un psiquiátrico y que se le aplicara una eximente completa por trastorno mental. Finalmente ha sido condenado por un delito de asesinato consumado y dos tentativas. La eliminación de cinco delitos es lo que ha permitido la rebaja de la condena.
«El perdón no sirve de nada»
La familia de la víctima mortal del atropello, antes del acuerdo y a su llegada a los juzgados, expresaban su deseo de que el responsable fuera condenado con la «pena máxima», ya que el «perdón no es consuelo». Por su parte, el abogado de la familia, José Luis Orta, aseguraba que «no cabe la atenuante del trastorno psicológico», ya que «lo que hay es maldad». Tras sellarse el acuerdo, el letrado mostraba su satisfacción. «Hemos sido muy intransigentes desde el minuto uno. Ellos querían rebajar, pero nosotros no estábamos dispuestos a hacerlo a cualquier precio. Es una pena muy alta la que se impone finalmente».



El estado mental del acusado era la clave de este caso y la cuestión más compleja sobre la que habrían tenido que deliberar los miembros del tribunal, en caso de haberse celebrado juicio, ya que no se cuestionaba la autoría de los hechos. Miguel Ángel D. M. lo había reconocido durante la instrucción. En el acuerdo se admite como circunstancia atenuante un trastorno influenciado por el consumo de cocaína. Así, además de la pena de cárcel y alejamiento, se le impone una medida de deshabituación a las drogas. «Desde el momento que él no consume drogas, está mejor. De hecho, hoy ha aparecido con un aspecto mucho más saludable que hace tres años porque en la cárcel lleva una vida un poco más ordenada«, señala el abogado de la acusación particular.
Uno de los hermanos del fallecido indicaba antes de conocerse la sentencia por conformidad que no perdían «la esperanza» de que el acusado fuera condenado a la «pena máxima», que «su 25 ó 30 años esté en la cárcel» y «por lo menos no se lo vuelva a hacer a nadie más». Si bien al final, la condena se ha quedado algo lejos de esa pretensión inicial. José Luis Orta reconocía que ellos solicitaban una pena de partida muy severa porque habían calificado todos los delitos cometidos sobre las personas que habían sobrevivido al atropello con la misma gravedad, como delitos de asesinato en tentativa. «Y cierto es que no es lo mismo la persona que sigue sufriendo a día de hoy secuelas físicas, que quien tuvo la suerte de salir prácticamente ileso».
Otra de las hermanas de la víctima remarcaba que el perdón «no sirve de nada». «A mí el perdón no me consuela. Mi hermano está ahí metido en una tumba hace tres años y es por culpa de él. Aquí no hay más. Él estaba suelto en la calle con un tercer grado. Tiene antecedentes. Se va a defender como cualquiera. Pero para nosotros no nos sirve de nada«, insistía en su alegato.
Sobre las doce de la mañana, Miguel Ángel D. M. salía de la Audiencia fuertemente escoltado por agentes de la Policía y tratando de ocultar su rostro con una capucha. Un grupo de familiares de las víctimas lo aguardaban en el exterior y le increparon. El ya condenado ha sido devuelto a la prisión de Sevilla II.
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