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Las hermanas Sauci, bodegueras del Condado: «Hay que romper con los tópicos de que ciertos vinos son cosa de hombres»

Se criaron respirando el olor de los cofres de roble en los que envejecen vinos de alta calidad y ahora dirigen una prestigiosa bodega donde también tienen cabida las exposiciones artísticas

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Las hermanas Begoña y Montserrat Sauci, en la bodega H24
Bernardo Romero

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Montserrat y Begoña Sauci no estaban destinadas a gobernar una bodega y además una bodega señera en el Condado de Huelva, donde se guardan no pocos tesoros en sus botas. Ellas marcharon a Sevilla para estudiar Derecho en la antigua fábrica de tabacos de la calle San Fernando, y tras finalizar de forma brillante sus estudios ejercieron la abogacía en empresas y despachos de referencia en la capital andaluza, hasta que decidieron regresar a Bollullos para dedicarse a la gestión de una bodega que no les era extraña, toda vez que se habían criado entre cepas y botas, en un entorno perfumado por la fragancia de la uva zalema, estandarte de los vinos de Huelva.

Las hermanas Sauci se criaron respirando el olor de los cofres de roble en los que se crían vinos de alta calidad. Heredaron de su padre el amor al vino y con ese tan esencial fundamente lo siguen haciendo en la bodega familiar, combinando con maestría la tradición con las últimas tecnologías para elaborar, o para seguir elaborando, esos vinos que tan merecida fama le han dado a la bodega. Y lo hacen con la misma pasión y amor que lo han venido haciendo desde que hace trescientos años se instalara en el Condado un ilustrado francés llamado Jean Saussí. El apellido, como la propia bodega, ha ido evolucionando, arrimando el ceceo andaluz a su pronunciación y cambiando el lugar de la acentuación, de modo y manera que del Saussí se ha pasado al actual Sauci. Lo que no ha cambiado han sido las maneras, la tradición de cuidar los vinos que desde aquél pionero francés ha derivado en hasta tres bodegas distintas, todas en Bollullos, la del Convento de Morañina, y la de Díaz, más estas de Sauci que dirigen Montserrat y Begoña, empeñadas en hacer las cosas bien hechas, que dicen quienes de eso entienden que no otra definición merece la obra de arte, lo bien hecho, como los vinos del Condado de Huelva. Con ellas hemos estado charlando de vinos y de arte en el patio de la hermosa bodega. No dudan en explicar las características de cada vino que estamos catando, ni aspectos de la elaboración. Igual habla una que la otra, como en la empresa, donde todo es fruto de esa colaboración que desde pequeña tienen las dos hermanas Sauci, Montserrat y Begoña.

Dos hermanas y una misma pasión H24

-Bollulleras del mismo Cádiz.

-Sí, las dos nacimos en Cádiz, ya que nuestra madre era de allí, aunque mis padres vivían en Bollullos. En nuestra infancia íbamos continuamente a Cádiz, muchos fines de semana, y todas las vacaciones de verano, en Semana Santa, en Navidades…. Luego lógicamente vas creciendo y quieres estar donde están tus amigos y ya no íbamos con tanta frecuencia. No obstante, siempre hemos seguido teniendo una gran vinculación y seguimos teniendo allí familia.

«Aún no sabíamos andar y ya nos ponía una copa de vinos en la nariz»

-Corazón dividido.

-Más o menos. Pero es evidente que nuestro carácter, nuestras vivencias están más aquí que allí. Nuestros recuerdos de la infancia aquí en Bollullos están siempre en la bodega, la viña, los vinos, nos hemos criado en esta bodega. Recuerdo perfectamente cuando nos recogían del colegio y nos traían a la bodega, aquí jugábamos e incluso nos encantaba ayudar en lo que podíamos. Nuestro padre siempre nos explicó y nos enseñó de todo sobre los vinos. Aún no sabíamos andar y ya nos ponía una copa de vinos en la nariz.

-¿Vuestros padres querían que os dedicarais a otra cosa o tenían claro que el futuro os esperaba en la bodega?

-A ver, nos hemos criado en la bodega y siempre nos hemos sentido parte de ella. Es todo algo que siempre marchó por el mismo sendero, es algo indivisible. No ha existido nunca algo que provocara en nosotras el despertar repentino de un interés en este sector, estamos dentro de él desde niñas. Ten en cuenta que esto nos viene de sangre, somos la tercera generación de una familia de larga tradición vinícola.

-Una historia larga y supongo que apasionante.

-Claro, los Sauci, o los Saussí, estamos aquí desde finales del siglo XVIII, cuando unos vinateros franceses se asentaron en la zona, dedicándose al cultivo de la vid y a la elaboración de vinos. Fue transmitiéndose de generación en generación hasta que en 1925 nuestro abuelo Fernando Sauci, fundó Bodegas Sauci, pasando luego a su hijo Manuel, nuestro padre y actualmente a nosotras. Realmente siempre hemos estado en la bodega, aunque tomamos las riendas de la misma a principio de 2003.

-Pero hubo un momento en que os vais a Sevilla para formaros en otros espacios laborales.

-Sí, las dos estudiamos Derecho en Sevilla. Nuestro padre siempre decía que la bodega no era un trabajo para nosotras y daba por hecho que cuando él no pudiera continuar, la bodega no seguiría, siempre decía que nos dedicásemos a otra cosa. Sin embargo, su actitud era contradictoria con lo que nos decía de trabajar en otra profesión, o quizás la pasión tan tremenda que el sentía por la bodega y la crianza de los vinos le llevaba a explicarnos y enseñarnos a hacer de todo en la bodega. Siempre nos ha hablado de la bodega como si formáramos parte de ella, desde niñas, y nos ha enseñado de todo y lo hemos ayudado desde muy niñas –una deja de hablar y la otra toma el testigo-. Cuando vives esto desde pequeña es imposible apartarte de este mundo, y mucho menos por el hecho de ser mujer. Empecé a trabajar con mi padre en la bodega siendo una cría y procuraba ayudarle en todo lo que podía. Creo que, aunque no viera continuidad, igual pensaba que era algo inevitable. Por nuestra cuenta hicimos cursos de enología y nos preparamos cuánto pudimos. Pero las enseñanzas más importantes siempre venían de él.

Dos trabajadoras de las tierras del Condado H24

-Pero estuvisteis trabajando como abogadas.

-Sí, en mi caso estuve quince años en un despacho de Sevilla, pero llegó el momento en que había que tomar una decisión. Así que sin pensarlo me vine a Bollullos, primero estuve compaginando la bodega con un despacho que puse en marcha en el pueblo, pero al poco me di cuenta de que no podía ser las dos cosas. La bodega implica una dedicación constante –Una mira a su hermana, que continúa-, Nos vinimos las dos porque es imposible llevar todo adelante. Esto fue en 2011, desde entonces estamos con exclusividad en la bodega. Esto es pura pasión.

«Al principio pensó que estábamos locas y que no sabíamos dónde nos metíamos. Pero sí que lo sabíamos»

-Y vuestro padre, ¿cómo vio este desembarco de las dos en la bodega?

-Como algo inevitable. No le dimos opción alguna. Queríamos esto –y la otra reafirma-. Las dos queríamos lo mismo. Bodega. Cuando volvimos fue como algo ya hecho, sin discusión –turno para la otra-. Al principio pensó que estábamos locas y que no sabíamos dónde nos metíamos. Pero sí que lo sabíamos.

-¿Hay relevo?

-A saber. Al menos hay una que estudia ingeniería agrónoma. Esperemos que se dedique a la rama vitivinícola. Ya te digo, a saber.

Desde pequeñas en la viña H24

-Fuisteis pioneras de alguna manera. Al ser mujeres, digo.

-Así es, cuando empezamos, hace un par de décadas, no había ninguna mujer al frente de una bodega. Obviamente había mujeres en el sector vitivinícola, había muchas trabajadoras en todos los oficios que conforman el sector, pero regentando una bodega, no –hay otro cambio en el turno de palabra-, hay que decir que nuestra madre siempre nos apoyó y nos ayudó sobremanera para que pudiéramos seguir y llevar adelante la bodega.

-¿Y cómo encajasteis en un negocio que estaba en marcha?

-Muy fácil, tenemos que remontarnos a 2002, cuando creamos una sociedad nosotras dos y nuestros padres, los cuatro. Entonces nos repartimos las funciones. De hecho –continúa la otra- la dirección y la gestión de la empresa la llevamos entre las dos, el resto lo dividimos, aunque siempre, desde que nos hicimos cargo de todo, participamos ambas en todo, antes de tomar una decisión lo hablamos y le damos mil vueltas. Una participa más en el proceso de crianza de los vinos, hasta su embotellado, a lo que ahora hemos sumado el enoturismo, las visitas y las catas, que está funcionando la mar de bien, mientras que la otra se ha hecho cargo del desarrollo de la red comercial, tanto nacional como internacional, de la asistencia a ferias o a catas, presentaciones y eventos varios. Es decir, lleva más directamente la relación con los clientes y con los medios de comunicación. También lleva el proyecto 'Sauci con el Arte', y nuestro club de vinos.

«Un día se me ocurrió vincular mis dos pasiones, el arte y el vino y comenzamos a hacer exposiciones de enopinturas, es decir, cuadros pintados con vinos»

-De ese proyecto quería saber algo más. La bodega tiene una imagen muy ligada a la cultura, es estrategia comercial, gusto personal o interés particular de vosotras dos

-Pues un poco de todo. Nos encanta el arte, y muy especialmente la pintura. De niña me pasaba el día pintando. Recuerdo que en el colegio hasta gané un concurso de pintura siendo muy pequeña –ahora es Begoña la que está confesando su experiencia con los pinceles-, y siendo una jovencita me gané algún dinero vendiendo dibujos y pinturas. Ahora mi relación con el arte se limita a este atractivo proyecto. Ya no pinto nada… en un caballete, claro. Pero a pesar de no tener tiempo para pintar siempre me ha encantado visitar exposiciones, museos y seguir vinculada al arte, por eso un día se me ocurrió vincular mis dos pasiones, el arte y el vino y comenzamos a hacer exposiciones de enopinturas, es decir, cuadros pintados con vinos. Fue así como comenzó nuestro proyecto Sauci con el Arte en 2012.

Begoña Sauci y el pintor Víctor Pulido H24

-Suelo venir a vuestras propuestas expositivas y son de altísima calidad, ¿más trabajo a sumar al de la bodega?

-Bueno, ya forma parte de la bodega. Nosotras no participamos en la venta de los cuadros que aquí se exponen, eso es cosa de los artistas, ni le cobramos a ellos por ningún concepto, simplemente le cedemos nuestras paredes para exponer su obra. Es una sinergia, ellos tienen la oportunidad de vender. -Montse hace una apreciación- Debes tener en cuenta que recibimos muchas visitas de enoturistas y al mismo tiempo que la bodega se da conocer, en las inauguraciones, sobre todo, siempre viene alguien que no conocía nuestros vinos, por lo que también es marketing. Ya lo ves, pura sinergia.

«Nuestro padre era un enamorado de la crianza biológica de los finos, un obsesionado por conseguir la máxima calidad»

-Otro arte y en la actualidad muy reconocido es el de la crianza del vino, ¿qué significa para vosotras?

-Es nuestra mayor pasión y lo que más satisfacciones nos da. Ya nuestro padre era un enamorado de la crianza biológica de los finos, un obsesionado por conseguir la máxima calidad. A su lado hemos vivido y sufrido la crianza biológica, date cuenta que es la más difícil de conseguir. El velo de flor de los vinos y manzanillas hay que tratarlo entre algodones. Interviene el vino base, como es lógico, pero después están las condiciones del espacio, la altura del techo, la colocación de las ventanas, la humedad, la anchura de los muros, la aireación… fíjate en un detalle mínimo, deben entrar los vientos de poniente, que son los que refrescan en verano, o mantener la temperatura y la humedad lo más constante posible. Desde niñas ayudábamos en el abrir y cerrar ventanas, según la posición del sol, o en regar el suelo para refrescar en los días de calor…

-Pues vaya trabajera.

-(Risas) Ya no, ahora tenemos todo domotizado, las ventanas se abren y cierran solas en función de la situación del sol o de la temperatura, y el riego automático salta según la temperatura y humedad. De todos modos, las visitas a la bodega y la observación de hasta el mínimo detalle es diario, porque es fundamental. Vigilamos cada bota continuamente, todo cuidado es poco para que el velo de flor no se pierda en todo el año y el fino sea de la mejor calidad.

Con Santana y el alcalde de Bollullos, celebrando el cincuentenario de las modernas instalaciones H24

-Espina pura, una auténtica obra de arte.

-Era el niño mimado de nuestro padre y también el nuestro. Estamos cuidándolo y es como si estuviéramos con nuestro padre.

-Los generosos, esos grandes desconocidos… en Huelva.

-Sí, hoy se conocen más los vinos blancos, pero los tradicionales del Condado con los generosos, antes se vendían a granel para otras comarcas, hasta que se empezó a embotellar aquí en Huelva. Recordamos cuando nuestro padre sacó al mercado el Fino Sauci, que al poco tiempo le cambió el nombre por el de Espina Pura, el nombre de la finca. Fueron unos momentos complicados, porque prohibieron que en Huelva pudiéramos llamar finos a los finos y olorosos a los olorosos, de ahí que aparecieran los nombres Condado Pálido y Condado Viejo. Fue un contraataque en toda regla, porque entonces fue cuando se empezaron a sacar los vinos blancos afrutados y esta fue la primera Denominación de Origen que amparó este tipo de vinos. Empezaron a comercializarse estos vinos más que los generosos.

«Tenemos una gama de vinos generosos que van del fino, al dulce, pasando por el fino cruzado, el amontillado, el palo cortado, el oloroso, cream… Cada día se consumen más»

-Pero los generosos son un punto y aparte, lo dicen los expertos o al menos los más respetados y conocidos, que los generosos del Condado de Huelva son de una calidad extraordinaria.

-Por supuesto, nuestra esencias son ellos, de hecho tenemos una gama de vinos generosos que van del fino, al dulce, pasando por el fino cruzado, el amontillado, el palo cortado, el oloroso, cream… Cada día se consumen más, y fuera de Huelva es cierto que ocurre otro tanto y cada vez tenemos más demanda de nuestros generosos, y también de otras creaciones en las que nos hemos llevado años y años trabajando, tal como estos blancos, nos referimos al tinto, el vermú y el vino de naranja, que recoge este último toda una tradición del Condado y nos diferencia de otras comarcas. Estamos abriendo mercados, en toda España y también fuera. El mercado internacional es muy exigente, de ahí que cuidemos no sólo la calidad, que es lo primero, obviamente, sino también la imagen, el packaging es esencial, y buscamos diseños innovadores, muy personales, pensando en que el consumidor no sólo se fije en estos diseños, sino que los retenga en la memoria.

-Bueno, la imagen del vino naranja es desde luego una preciosidad, destaca en cualquier estantería.

-Sí, ahí arriesgamos. Pintamos la botella de naranja y destacamos una S', la serigrafiamos a dos colores, a modo de etiquetado y te podemos asegurar que no nos equivocamos.

-¿Y la imagen siempre de una mujer?

-Somos mujeres las que llevamos la bodega, pero no es sólo eso, es que hay que romper con los tópicos de que ciertos vinos son cosa de hombres. El tomar un vino u otro no es cuestión de género, sino de personalidad, de gusto, de momentos…

-¿Qué espacio ocupan los vinos de Huelva hoy en un mercado tan diverso y competitivo?

-Los vinos de Huelva no son una novedad, partimos de una tradición que ayuda sobremanera y ahora estamos incorporando nuevas ideas, estrategias innovadoras. Este sector siempre ha sido vital, formando parte de la economía circular y productiva de nuestra provincia, crea riqueza, puestos de trabajo y favorece la fijación de población al territorio al requerir cierta dedicación a lo largo de todo el año y no solamente de forma estacional. En general y al estar vinculado al turismo, tenemos mucho que ofrecer a quienes desean conocer este paraíso llamado Huelva. El vino es uno de los muchos privilegios que podemos ofrecer.

«El vino es como el Arte, no hay que entenderlo, hay que saber disfrutarlo y si acaso, saber cuál debes beber en cada ocasión»

-Prestáis mucha atención al enoturismo, incluso la oferta de exposiciones y otras actividades culturales están ligadas a este apartado tan novedoso.

-Es un valor en alza y además de sus ventajas en la promoción y hasta en la venta de nuestros vinos, sirve para educar en la cultura del vino, fomentar su consumo y de alguna manera valorar nuestras raíces. Cuando el visitante entra en nuestra bodega, se adentra en este mundo y tiene la sensación de estar en su propia casa, donde aprende de vinos de una forma totalmente personalizada, ya que las visitas son dirigidas por nosotras en persona. El visitante está deseando saber qué hay detrás de cada botella, qué historia, qué trabajo, qué persona … El vino hay que mostrarlo tal como es, una bebida natural a la que cada bodega le da su acabado. El vino es como el Arte, no hay que entenderlo, hay que saber disfrutarlo y si acaso, saber cuál debes beber en cada ocasión.

-Conocer es amar.

-Ahí va, si damos a conocer los productos de Huelva, y no sólo los vinos, estamos dando a conocer de paso la profesionalidad, el trabajo y la calidad que hay detrás de cada uno de ellos. Estamos educando en la defensa del consumo de nuestros productos locales, de nuestro entorno.

-Definidme de una manera sencilla a los vinos de Huelva.

-Habría que empezar por localizarlos, en pleno golfo de Cádiz y junto a Doñana, con una fuerte influencia atlántica y vientos de poniente, húmedos y frescos. En una zona de veranos largos y cálidos, estos vientos son fundamentales para la crianza biológica bajo velo en flor, de los finos. Esta proximidad a la costa aporta frescura y salinidad a los vinos, algo que hoy demanda sobremanera el consumidor. Incluso estos tintos que estamos elaborando, tan marcadamente atlánticos, se están poniendo de moda entre el público más joven, que exige un corte diferente de los tintos, no tan clásico.

-Desde luego sorprende que en Huelva, en algunos restaurantes de la provincia, no se oferten los vinos del Condado.

-Eso está cambiando a pasos agigantados, pero todo tiene una explicación. En el pasado los vinos del condado se vendían solo y exclusivamente a granel y eso no crea marca ni te da a conocer. La marca te la da el embotellado, y ahí también hablamos de otra calidad. Ya hace años que el Condado de Huelva no solo es granel y por eso cada vez estamos más extendidos y somos más conocidos. Cierto es que cada día estamos mejor posicionados, pero este es un trabajo largo.

«Nuestro padre fue de los primeros que se dedicó al embotellado y dejó completamente la venta a granel, incluso la venta de garrafas tan habitual antes»

Nuestro padre fue de los primeros que se dedicó al embotellado y dejó completamente la venta a granel, incluso la venta de garrafas tan habitual antes y nunca quiso entrar en los «bag in box». Se concentró completamente en el embotellado y dar la mayor calidad. Nosotras hemos seguido siempre en la misma línea que el comenzó y nuestro único envase es la botella de vidrio. Otra de las razones por las que pueda haber establecimientos en los que no figuren marcas del Condado, es que la mayoría de las bodegas con familiares, sin recursos suficientes para dedicarse con mayor atención, al márquetin, a la publicidad y a una buena comercialización, que es lo que te da a conocer. Pero todo esto está cambiando, y día a día abrimos nuevos horizontes.

-También está eso de que nadie es profeta en su tierra.

-Eso dicen, pero eso está cambiando. Cada día el consumidor conoce más a su tierra, y por lo tanto la quiere más. Además, las costumbres del consumidor van variando, antes acostumbraba más a mirar hacia zonas vinícolas más grandes y conocidas y también era más marquista. Hoy en día la tendencia es la contraria, cada vez se demandan más vinos y marcas desconocidas, vinos de bodegas pequeñas y familiares, de elaboraciones y producciones tradicionales y artesanales. Se buscan también vinos únicos y exclusivos que no estén tan comercializados y elaborados con uvas autóctonas, y aquí en Huelva tenemos varias, como la Zalema y la Listán del Condado. La suma de todo esto hace que ya se nos pueda encontrar en gran parte del territorio español e incluso en el extranjero, pero en el consumo interior, aquí en Huelva, está ocurriendo otro tanto. Estamos aprendiendo a valorarnos más, a querernos más. Somos una provincia en la que tenemos de todo pero siempre pensamos que lo de fuera es mejor. Y eso es un tremendo error.

«Realmente la mujer siempre ha estado presente, aunque no visible, vendimiaba, etiquetaba… pero nunca lideraba un proyecto ni tenía responsabilidad»

-¿Ser mujer os abre caminos o sigue siendo un obstáculo para vuestro desarrollo empresarial?

-Es evidente que el mundo del vino siempre ha sido muy masculino, pero como en todo sector o como en toda ocupación, cada vez está más abierto a la mujer. Realmente la mujer siempre ha estado presente, aunque no visible, vendimiaba, etiquetaba… pero nunca lideraba un proyecto ni tenía responsabilidad. Hoy en día cada vez son más las mujeres que se dedican a la sumillería, son enólogas, o trabajan en una bodega, son menos las que llevan una bodega, pero también va en aumento. Ser mujer no abre caminos, quizás en este sector el ser mujer te diferencia en algo, pero no más. Todavía a día de hoy ser mujer significa tener más trabas, tenemos que demostrar en cada momento que somos capaces, a los hombres se le presupone su valía. Aunque es cierto que en determinadas ocasiones nos hemos encontrados en situaciones difíciles que a un hombre no se le presentan, pero no por ello vamos a entender que el ser mujer sea un obstáculo para nuestro desarrollo empresarial, nosotras somos igual de capaces que un hombre para gestionar y llevar una bodega. A los hechos nos tenemos que remitir.

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