Juan Antonio Morales, doctor en Geología: «Matalascañas es una zona en retroceso y el proceso erosivo en la zona no parará»

El docente e investigador de la Universidad de Huelva asegura que «las casas del Rancho Pichilín están condenadas» y que la urbanización de Matalascañas la «situaron muy mal»

«El indicativo más claro de que es una zona en retroceso es que la torre está en medio del agua», afirma y avisa de que «echar arena en Matalascañas es pan para hoy y hambre para mañana»

Alertan del preocupante estado de la Playa de Matalascañas: «Hasta que no lo he visto con mis propios ojos no lo he creído»

Matalascañas ya tiene fecha para el aporte de arena. En otros puntos siguen esperando

Matalascañas se queda sin parte de su paseo marítimo: «Se veía venir»

Una de las casas derrumbadas acantilado abajo de la zona del Rancho Pichilín, en Matalascañas alberto díaz
Mario Asensio Figueras

Esta funcionalidad es sólo para registrados

El profesor e investigador de la Universidad de Huelva Juan Antonio Morales González, catedrático del Área Estratigrafía desde julio del 2016 y Doctor en Geología desde 1993, lleva 35 años estudiando todos los procesos geológicos que se producen en la zona de Matalascañas, muchos de ellos de la mano de su compañero Antonio Rodríguez. Avisa con rotundidad de que «Matalascañas es una zona en retroceso y el proceso erosivo en la zona no parará». El ejemplo más evidente son las casas y el restaurante que ahora cuelgan, medio derruidas, de los acantilados de las dunas fósiles en la zona del Rancho Pichilín, a tres kilómetros desde el faro y Torre la Higuera en dirección a Mazagón, que «están condenadas».

El experto es muy claro y explica a Huelva24 que no hay nada que hacer porque no se puede luchar contra el proceso erosivo del acantilado por parte del oleaje, el mismo fenómeno que se da en la urbanziación. «Allí el mar ha pegado un bocado enorme. Entre la terraza del Pichilín y el borde del acantilado había siete u ocho metros de arena y la terraza había caído entera ya el año pasado», indica sobre un proceso que además ha generado una capa de al menos metro y medio sobre las famosas huellas de neandertales. 

Imagen - «Toda la arena que está cayendo está dificultando la llegada del oleaje a la base del acantilado»

«Toda la arena que está cayendo está dificultando la llegada del oleaje a la base del acantilado»

Juan Antonio Morales

Doctor en Geología de la Universidad de Huelva

«Esa zona secularmente es erosiva, si no no estarían ahí los acantilados ni la arena de la playa que hay delante, que procede de la erosión de su frente», expone como punto de partida. No obstante, no cree que la caída de estas viviendas construidas por pescadores antes de la ley de Costas y del Rancho Pichilín, sea inmediata, porque «toda la arena que está cayendo está dificultando la llegada del oleaje a la base del acantilado». De este modo, considera que «ahora para que ataque al acantilado y haya un nuevo retroceso tiene que haber un grandísimo temporal y que coincida con una marea viva».

Imagen principal - Escombros caídos de las casas desde el acantilado, vista general de las viviendas y cartel de advertencia
Imagen secundaria 1 - Escombros caídos de las casas desde el acantilado, vista general de las viviendas y cartel de advertencia
Imagen secundaria 2 - Escombros caídos de las casas desde el acantilado, vista general de las viviendas y cartel de advertencia
Escombros caídos de las casas desde el acantilado, vista general de las viviendas y cartel de advertencia ALBERTO DÍAZ

La parte positiva de ese proceso natural de retroceso del acantilado se traduce en más arena en esa zona y en su circulación hacia el este. Esa arena caída, comenta Morales «forma una barra ahí pero se va a ir desplazando hacia Matalascañas, pero sin embargo, cuando llegue a la torre, se empieza a quedar retenida en los espigones. La arena empieza a cubrir los espigones y cuando ya los cubre comienza a pasar por encima y entonces puede transitar, pero mientras ha quedado retenido un gran volumen de arena. Hasta que no vaya cubriendo los espigones no va a llegar a la zona que se ha erosionado. Eso es lo que dificulta ese tránsito de oeste a este».

Mala situación de Matalascañas

Otro de los puntos básicos de esta situación es que en base a parámetros científicos es que «situaron Matalascañas muy mal, porque cuando hicieron la urbanización la pusieron una zona de frente acantilado. Es una zona que retrocedía en el pasado y sigue retrocediendo actualmente. El indicativo más claro de que es una zona en retroceso es que la torre está en medio del agua». Añade que «si hubieran puesto donde acaba Matalascañas hacia Doñana no tendríamos ese problema, porque allí no hay erosión. Desde los palitos para allá están los sistemas de dunas muy bien desarrollados».

Matalascañas, desde los acantilados de la zona del Rancho Pichilín Alberto díaz

El experto de la Universidad de Huelva expone que «la dinámica de esa zona es que el acantilado no tiene un retroceso continuo, es intermitente y va por periodos» y apunta que si miramos el perfil de Mazagón a Matalascañas hay zonas que tienen mucha arena delante y otras que no. «Las que tienen mucha arena delante es porque el mar ha atacado recientemente al acantilado y toda la arena que cae del acantilado se convierte en playa frontal. Esa zona entonces queda más protegida. Pero todas esas barras de arena se van moviendo de Mazagón para Matalascañas». Por tanto, «más riesgo tiene de que cuando haya temporales sufra el acantilado un bocado del mar en la zona donde hay menos arena».

«Cuando pusieron los espigones, los pusieron para retener arena, pero deberían de haberlo hecho cuando tuviera una gran barra de arena delante de la playa»

«Cuando pusieron los espigones, los pusieron para retener arena, pero deberían de haberlo hecho cuando tuviera una gran barra de arena delante de la playa. En cambio, los pusieron cuando tenían un problema de erosión, cuando la playa era más estrecha. Ahora cuando llega la arena desde Mazagón, desde El Pichilín, esa arena está siendo retenida en los espigones primeros y dificultan el paso hacia la zona central de Matalascañas», comenta el experto sobre una arena que tendría que repartirse a lo largo de la playa y que «no está llegando». 

Esta situación hace que la dinámica en esa zona sea «transversal, es decir, donde la arena se mueve para la zona más profunda o somera, pero no hay un tránsito lateral de la arena hacia la zona de Matalascañas. Realmente lo hay pero la presencia de los espigones lo dificulta».

La falta de un sistema dunar y el ejemplo de Islantilla

Otro factor en juego en la erosión de la playa de Matalascañas y la falta de arena es la existencia del paseo marítimo y de las casas. «Si ahí hubiera una duna por delante del acantilado, como en otras zonas, cuando el mar tiene hambre le pega un bocado a la duna y se lleva esa arena y no atacaría a las casas». De este modo, al no haber duna delante del antiguo acantilado, por delante del paseo marítimo, «cuando el mar tiene hambre directamente ataca al paseo marítimo y las casas, lo primero que haya».

Esto mismo ocurre en La Antilla, que tiene «los mismos problemas de erosión que en Matalascañas». Sin embargo, «en Islantilla, que está al lado, no». La razón es simple: «en La Antilla para construir el paseo marítimo destruyeron las dunas y en Islantilla, se desarrolló en una época posterior, en el que las dunas estaban protegidas y se vieron obligados a poner el paseo marítimo por detrás de las dunas». Así en La Antilla, cuando 'el mar tiene hambre' ataca a las casas y el paseo marítimo. En Islantilla al lado, con las mismas olas y arena en la playa y pendiente y condicionantes todos iguales menos la duna, «no tiene problema y La Antilla sí». 

Es el mismo problema exportado a Matalascañas, con el extra de que «aquí habría mucha mayor dificultad para construirse una duna por delante del acantilado porque esa playa es erosiva y secularmente no ha habido nunca mucha arena disponible. Desde siempre».

La incidencia del Espigón Juan Carlos I

Morales recuerda que «se le ha echado mucha culpa» de la falta de arena en esta parte del litoral onubense al Espigón Juan Carlos I, situado al final de la Isla de Saltés y que alcanza la zona de enfrente de Mazagón. El catedrático señala que «ha tenido mucha influencia en la erosión de la playa de Mazagón pero a Matalascañas la influencia o no llega o muy poco, porque las olas ya antes se han alimentado de arena por toda la zona de la playa de Castilla. Ya ha erosionado en Mazagón y en todo el tránsito de arena que va hacia el sureste la ola lleva arena suficiente, porque ya la ha erosionado antes».

«Han ido a poner Matalascañas en un acantilado erosivo en vez de la zona de dunas que es acumulativa»

El problema es que el tránsito de deriva litoral de oeste a este, «va siendo menor en Matalascañas porque la orientación de la costa va cambiando. De tal manera que cuando pasamos de los palitos, la orientación de la costa ha cambiado tanto que ahí ya hay sedimentación y es donde tenemos una playa anchísima y hay arena de sobra», comenta y añade que «allí va a parar toda la arena que está circulando a lo largo de la costa». Por eso los vientos han erigido allí «el sistema dunar más grande de Europa». Insiste una vez más el catedrático: «han ido a poner Matalascañas en un acantilado erosivo en vez de la zona de dunas que es acumulativa».

¿Qué soluciones se pueden tomar?

Morales recuerda que hace años un concurso de ideas para el paseo marítimo de Matalascañas en el Ayuntamiento de Almonte y hubo un proyecto que proponía la reconstrucción de un sistema dunar por delante del acantilado, una duna artificial con un núcleo de geotextil por delante del paseo marítimo, quitar el paseo marítimo de hormigón y poner uno elevado de tablas. «Eso son ideas basadas en la naturaleza y ese proyecto no se tuvo en cuenta. La gente quiere hormigón y protección dura», lamenta.

Y aunque parezca paradójico hace una reflexión que tiene mucho sentido. «Una buena solución sería darle de comer al oleaje si tiene hambre. Generar una duna artificial delante para que cuando el mar tenga hambre ataque a la duna y las casas queden protegidas detrás. Si el oleaje erosiona esa duna, va a introducir una cantidad de arena extra en el mar y el oleaje de buen tiempo devolverá la arena a una zona alta y la duna se va a regenerar ella sola».

Con respecto a incluir un núcleo de geotextil considera que «es verdad que disminuye el presupuesto de arena cuando el oleaje tenga hambre, pero es una salvaguarda, es decir, es un cinturón de seguridad de que si hay un temporal muy grande y se lleva la arena entera siempre va a quedar el núcleo de geotextil que va a proteger la parte de atrás. Eso podría ser una solución a medio plazo».

En cuanto a la realización de una aportación de arena cada cierto tiempo, Juan Antonio Morales manifiesta rotundamente que «es pan para hoy y hambre para mañana». Matiza que si se mantienen los espigones a esa arena «le va a costar salir de ahí». Los espigones están para evitar el tránsito hacia los lados, por lo que «si tú le añades arena y reconstruyes los espigones, esa arena se va a quedar ahí más tiempo». 

La disyuntiva es clara. «O quitas los espigones y dejas llegar la arena a la zona que está siendo erosionada, desde el Pichilín, o mantienes los espigones y echas arena». Pero advierte de que «si la playa es erosiva, como es el caso, el ritmo de erosión sigue. Si le añades arena lo que haces es retardarlo y dentro de cuatro, cinco, diez años, depende de la arena que eches vas a tener el mismo problema periódicamente. La solución barata no es».

Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia